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Protagonista de la temporada

Un artista en estado de gracia

El torero pacense ha completado una campaña magistral que lo encumbra a lo más alto del escalafón

Un artista en estado de gracia

Madrid, viernes 13 de mayo de 2016. Octava de feria. Salta al ruedo el quinto de la tarde, un cinqueño de Núñez del Cuvillo, largo como un tren y de 600 kilos de peso. Un ejemplar violento que se defiende a cabezazos. Talavante monta la muleta y se va decidido a la cara del morlaco. El extremeño plantea la batalla desde el inicio con firmeza, pero el toro responde quitándole de un seco derrote el engaño de la mano. El diestro ni se inmuta. Vuelve a la cara de su enemigo con igual decisión y se repiten las tarascadas y los monumentales trallazos. Insiste el artista, que se adelanta con inteligencia a las intempestivas reacciones del animal, dándole la distancia precisa y, con los toques justos, atempera poco a poco la deficiente condición del de Núñez. De repente, se echa la muleta a la izquierda y compone una serie de cuatro naturales y el de pecho de un mando y temple sobresalientes. Otra serie más, con el toro acordándose de su genio, pero de igual ajuste e intención; y una tercera, definitiva, rotunda, como broche a la lección de temple y dominio del pacense en la catedral del toreo. Cómo consiguió torear Talavante a ese toro despacio y por abajo sería materia para otro extenso artículo. Lo que quedó claro es que lo conseguido por el de Badajoz está al alcance muy pocos.

De menos a más

Su temporada comenzó en un tono menor, a la sombra de los éxitos de toreros jóvenes como Roca Rey. Pese al éxito cosechado en Olivenza, su paso por la Feria de Fallas fue bastante discreto y en su única actuación en la Real Maestranza de Sevilla el Domingo de Resurrección dejó su sello personal, pero le faltó el posterior concurso en la Feria de Abril de la capital hispalense, de la que fue el principal ausente, para confirmar lo apuntado en la tradicional cita. La Feria de San Isidro fue su principal apuesta. Actuó tres tardes y en dos de ellas, la ya mencionada y la décimo tercera de abono, cautivó a los espectadores con una tauromaquia anclada en los fundamentos, pero que deja sitio a nuevos desarrollos artísticos.

Tras superar con nota su paso por la capital de España, volvió a deslumbrar en los Sanfermines con dos primorosas faenas a dos toros del hierro de Jandilla. En ambos trabajos desplegó todo su repertorio de soluciones imaginativas: una «arrucina» de rodillas como prólogo del trasteo al primero de su lote y un pase cambiado por la espalda que intercaló en una tanda de naturales. Pero su obra redonda aconteció en el quinto, al que ya de salida toreó por verónicas con soberbio encaje y rigor técnico. Bravo y noble el toro, pero no menos inspirado y generoso el coletudo extremeño, que dictó con la muleta una lección a caballo entre el toreo eterno y el nuevo, con tandas de cinco muletazos y el de pecho cosidas al cuerpo principal de la faena con un ritmo y un compás extraordinarios, que lo lanzaron de Pamplona como el torero del año. Las tradicionales ferias del norte confirmaron lo apuntado en la capital navarra. Talavante destacó por su innovación, la personalidad y el sentido innato de espectáculo que ha atesorado con el paso del tiempo. Siempre se le ha admirado por su extraordinaria interpretación del toreo con la mano izquierda; ahora añade el de derechas y una soberbia interpretación de la verónica.

El epílogo de la temporada resultó feliz. Tras cortarle dos orejas y un rabo a un toro de Núñez del Cuvillo en Valladolid, se mostró arrollador e imaginativo ante un ejemplar del mismo hierro en la Feria del Pilar, con el que cerró el círculo de la impresionante singladura iniciada en mayo ante un toro de la ganadería que más triunfos importantes le ha dado esta campaña y que deja la expectación en niveles altísimos, de cara a su próxima temporada.

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