El actor de La mala educación (2004) o Los abrazos rotos (2009) decidió hacer un striptease emocional -como él mismo reconoció- ante el público valenciano en el Teatro Principal. El intérprete catalán, que se encuentra en la ciudad para protagonizar Terra Baixa de Àngel Guimerà, reunió a decenas de personas en el hall del Principal para hablar de su profesión, de la obra que lo ha devuelto a València, y sobre todo de sus 40 años de trayectoria como intérprete. "Créanme, han dado para mucho", aseguró. Al acto acudió la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga; la coordinadora de la Mostra Viva, Maite Ibáñez; o el actor Ferran Gadea.

Homar se "desnudó" ante los asistentes con la ayuda de la periodista y escritora Amparo Tórtola y del director adjunto de Teatres Roberto García. El ambiente íntimo e informal indujo al actor a hablar abiertamente de su reciente autobiografía, Ahora empieza todo (Toboso), en la que ha reconocido gran parte de sus miedos y algunas de las experiencias más duras de su carrera, como la de trabajar con Pedro Almodóvar. "Ha valido la pena. Esperaba que mi testimonio conectara con el de otros. Ahora la carga es menos pesada", reconoció el actor. "Parece que mi profesión coloque a los actores sobre una plataforma en la que perecemos más que el resto. El problema es si te lo acabas creyendo", y continuó: "Me siento mejor que nunca. Como me dijo un día mi terapeuta: Lo que ha pasado es lo mejor que podría haber pasado, porque es lo que ha pasado. Es importante aceptarse y aceptar las cosas como vienen. Perdonar y tener ganas de mirar de cara a tus propias sombras, donde es realmente importante empezar a trabajar", reconoció.

En el libro, el actor ha confesado sus inseguridades dentro de la profesión, ya que tal y como explicó nunca se sintió "digno" de hacer lo que hacía. "Me repetía constantemente que no era suficiente para el papel, o no era lo suficientemente bueno. Mi lema en la vida era: Sufro, luego existo". Homar explicó que actualmente ve la vida con más optimismo gracias al taichí o la meditación. Sin embargo, estas prácticas no suponen un cambio radical. "Cada uno es como es. Yo tiendo a ser una montaña rusa emocional. Nada de eso puede hacer que deje de ahogarme en un vaso de agua. No somos responsables de lo que sentimos, sino de lo que hacemos. Ya no me atormento por querer matar a nadie", explicó.

Uno de los apartados más polémicos del libro -que escribió junto a Jordi Portals- fue el dedicado a Pedro Almodóvar, con quien trabajó en las cintas Los abrazos rotos y La mala educación. Según el actor, tuvo que medicarse para luchar contra la ansiedad que sufría durante los rodajes. "A pesar de sentirme escogido, también tenía mucho miedo de no estar a la altura. Cuando ensayábamos ya había algo que no iba bien. 'Me suena teatral', me decía cuando pasaba texto. Yo me sentía cohibido, paralizado, sin saber por dónde tirar. Todo era no. 'Vamos a trabajar los tonos', decía, y yo sentía una inseguridad abismal. Y cualquier propuesta mía recibía, generalmente, una respuesta: no", describió el actor en el libro.

Momentos de cambio

El actor reconoció en el Principal que se encuentra en un momento en el que le apetece "probar cosas nuevas". "Incluso me pregunto: ¿Y si cambiara de profesión? Me gustaría estar más en contacto con las personas. En el sector hemos creado automatismos que se han cargado el alma de lo que hacemos. Desconectamos demasiado de la realidad, parece que estemos por encima del bien y del mal", explicó. Homar confesó además que a raíz de esta transformación interior a partir de terapeutas y ejercicios de meditación, le gustaría ser un coach de vida para ayudar a otras personas.

Sin embargo, actualmente se encuentra inmerso en dos obras de teatro, Terra Baixa y Cyrano de Bergerac. Esta última también con Pau Miró -director de la obra en el Principal- y empezará a estar en cartel el próximo mes de diciembre en algunos escenarios de Cataluña.

Homar también reconoció que actualmente rechazaría papeles que aceptó en su día, como el de la cinta 23-F: el día más difícil del rey (2009), donde daba vida al rey Juan Carlos I. "No lo haría porque si algo me considero en esta vida es republicano", aclamó. Tampoco volvería a participar en una película como la de Los ojos de Julia (2010). "No suelo ver esa clase de películas en el cine, por lo que no tenía mucho sentido hacerla", recoció sin pelos en la lengua. Sin temblar.