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Historia

Puntadas de memoria universal

La escritora Julia Toledo inicia una trilogía en la que repasa la trayectoria de su abuelo, el artista e inventor Abelardo T. Carchano

Puntadas de memoria universal

«Los anónimos históricos de este país pueden ser muchedumbre». Son palabras de Julia Toledo, la escritora y periodista valenciana que acaba de publicar Del bordado universal a la máquina de escribir española, un libro de edición propia con el que ha intentado -una vez más- rendir homenaje a su abuelo, el inventor y artista Abelardo Toledo Carchano (Gorga, 1880 - València, 1948). Considerado un visionario de la época, inventó la Victoria, la primera máquina de escribir que se patentó en España. Se fabricaba en la calle Guillem de Castro de València. Una de las primeras que elaboró se la regaló Alfonso XIII, la misma que el monarca legó a su descendencia. De hecho, hasta hace poco lucía en el despacho de Juan Carlos I.

Según Julia Toledo, su abuelo no ha llegado a ser «reconocido en su ciudad» tal y como a él le hubiera gustado. Es por ello que se ha propuesto iniciar una trilogía para abarcar toda la creatividad e inventiva de Toledo Carchano. En este primer libro de la trilogía, la escritora compone un «diálogo a través del tiempo» para reflexionar sobre los avances de una sociedad en sí acelerada por la Revolución Industrial y los cambios políticos. Parte de la obra de Julia Toledo se centra en el estudio de El Bordado Universal, publicación que fundó su abuelo junto al dibujante Julio Rodríguez Llorat en 1904. Esta revista quincenal estaba dedicada al dibujo artístico y a su aplicación para el bordado. Duró cuatro años y se distribuyó a escala nacional.

La redacción de la revista se encontraba en la calle Zapateros de València. La portada era comúnmente protagonizada por la ilustración de mujeres que representaban el ideal de la mujer de la época junto a motivos del Art Nouveau, movimiento inspirado en la naturaleza o el orientalismo.

En la obra, Julia Toledo realiza un análisis exhaustivo del proceso creativo y técnico de la revista, así como de los contenidos. Por ejemplo, la publicación contaba con una sección fija dedicada a los suscriptores y una sección generalista dedicada a los pasatiempos o a las viñetas.

Según Julia Toledo, era la época de las tertulias literarias en el Café Suizo (calle Moratín), en el Ideal Room (calle Paz y Comedias) o en el gran Café Martí, frecuentado por Pi y Margall. También eran los inicios de la fotografía y del cine, de los que Toledo Carchano se quedó maravillado. Prueba de ello fue el diseño de varios modelos fotográficos. Cajas cuadradas con lentes y objetivos sencillos. El inventor valenciano registró dos modelos en el Gobierno Civil de València, uno con una caja rectangular y otra cuadrada.

A pesar de su predilección por la mecánica, el inventor valenciano dejó de lado la creación artística. La capacidad y sensibilidad de Toledo le llevó a ganar la medalla de plata de la Exposición Internacional de València en 1909 con la obra La Diligencia.

Volvió a emprender en el campo empresarial con La Esfinge una exitosa fábrica de cerámica en Manises en 1923. La empresa se mantuvo en activo durante 22 años.

Recuperar la figura de Toledo

La escritora lleva décadas intentado recuperar la figura de su abuelo en la Comunitat Valenciana. En 2013, presentó un proyecto de exposición en el Consorcio de Museos para conmemorar el centenario de la máquina de escribir que inventó su pariente. Las conversaciones con la entidad no prosperaron, pero sí lo hicieron las del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de Madrid. Ahora, la escritora desearía retomar las negociaciones con las instituciones valencianas. Aunque es consciente de que es «difícil». «Por desgracia, se prioriza exhibir el trabajo de artistas emergentes», lamenta.

Sus esfuerzos se concentran ahora en la trilogía que podría ver la luz al completo este mismo año. La segunda obra estará dedicada a la máquina de escribir y la tercera a la obra cerámica de su abuelo.

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