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Noche iluminada

Noche iluminada

Admirable -y temprano- final de temporada en la SFV a cargo un excelente conjunto de jóvenes músicos del norte peninsular, la Kammerphilharfmonia del País Vasco. Solo hubo que escuchar los primeros compases del Preludio, de la ópera «Capriccio», la última de Richard Strauss, para comprender que aquello iba en serio.

El compositor bávaro fue siempre denostado por la mayoría de sus coetáneos: Tchaikovsky, Debussy, Stravinsky, Hindemith no se cortaron nada en despacharse con los comentarios más afilados. Otros como Bartok, Szyimanovski o Glenn Gould le reconocieron como uno de los grandes del siglo XX. Pero la verdad es que su música destila novedosos aromas armónicos y la trabajada orquestación se planificaba casi como música cinematográfica avant la lettre. Su Preludio, rebosante de elegancia e intimidad, fue interpretado con afecto y entrega por la embajada vasca, con la destacada intervención del concertino Markus Tomasi (Viena, 1960), de timbre espléndido y generoso sonido. No menos sorprendente resultó el cello de Diego Gil, proyectado con ímpetu pero sin rudezas. Todo ello, manejado con un admirable sentido de la proporción por el maestro argentino Riccardo Sciammarella quien se lució entregado y enérgico, de fácil comunicación hacia los instrumentistas y mejor comprensión por parte de estos.

Schöernberg compuso su «Noche Transfigurada op. 4», a los 25 años, mostrando una maestría formal y una elaboración de marquetería, donde todo encajó a la perfección. Sciammarella reafirmó su bien hacer con una envidiable distribución gestual y un refinado sonido, iluminando este Strauss primerizo que sin ser un texto fácil, gracias a la interpretación de la Kammerphilharmonia arrancó una gran ovación en su debut valenciano.

Con otros mimbres, los de la «Serenata de Cuerdas op. 48», de Tchaikovsky, confirmaron su nivel de alto standing, consiguiendo una versión transparente, en la que el ¾ del Valse Moderato se columpió por toda la sala mientras que la Elegía hizo flotar todo su lirismo en una interpretación de muchos quilates. Con un Mozart diligente y bien fraseado quedó de manifiesto que deben volver. Mejor pronto que tarde.

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