Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Exhibición

"Sorolla iguala o supera a Velázquez"

El pintor asturiano Favila destaca el "entusiasmo" del valenciano por la "atmósfera" de "Las meninas"

Amado Hevia, Favila, pasea entre las obras expuestas en el Centro Niemeyer. ricardo solís

«Es una delicia tener a Sorolla en Avilés, pintor que destaca por el tratamiento de la luz», señala el también artista Amado Hevia, Favila, durante una visita a la exposición «Pedro Masaveu pasión por Sorolla» que se exhibe en la Cúpula del Centro Niemeyer de la localidad asturiana. Promovida por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, la muestra despierta la sorpresa del pintor avilesino que estudió y residió varios años en València. «En algunos casos, Sorolla superó a Velázquez», dice.

Favila centra la mirada en los bocetos que acompañan en el recorrido a los grandes y luminosos cuadros, aunque sin dejar de recrearse en el conjunto de las pinturas del creador valenciano que reflejó como pocos los amaneceres y atardeceres del Mediterráneo. «Para un pintor ver el boceto tiene más interés que el propio cuadro porque a través de él entiendes la concepción del artista», explica quien conoce bien a Joaquín Sorolla porque estudió en la Facultad de Bellas Artes de San Carlos.

«Tuve la suerte de tener un padre al que le gustaba Sorolla; me mandó a la academia de Vicente Santarúa, que había estudiado en València, y me transmitió algunos trucos para hacer el examen de ingreso en Bellas Artes. Me aconsejó allí hablara con un ujier del Museo que también trabajaba en la Facultad», relata. De la mano de este hombre que había conocido al propio Sorolla, Favila recorrió las entrañas del San Pio V y los sótanos donde se encontraban dibujos del artista. «Para mí ha igualado e incluso superado a Velázquez en muchos casos», afirma rotundo.

De entre los 58 cuadros que integran la muestra en el centro cultural de Avilés, Favila dirige la atención hacia Cosiendo la vela por ser uno de los que aglutina las características que definen a Sorolla como el pintor de los blancos. El lienzo recoge a dos hombres sentados en la arena de la playa repasando la lona de un barco con la orilla del mar de fondo. «Hacía que hubiera varias tonalidades de blancos, color con el que derrochaba empastes, era generoso, pero es que en las sombras también ofrece una gran riqueza de matices; en cuanto a los oscuros, los deja leves, casi en una mancha», anota Favila. Igualmente, resalta los encuadres: «Al tener contacto con la fotografía a través de su suegro, con el que trabajó de iluminador de fotos, hace unos encuadres fotográficos, una composición muy moderna para su tiempo».

Pintar al aire libre

La reiterada presencia de las playas mediterráneas en la producción de Sorolla da buena cuenta del afán que sentía por pintar al aire libre. «Era plenairista y lo hacía porque le gustaba la luz, plasma escenas que parecen pilladas en un segundo», refiere Favila al indicar que trabajaba en la playa de la Malvarrosa bajo un sol sofocante y sin gafas, «por eso decían que tenía unas pupilas y retinas superdotadas».

La referencia al arenal valenciano lo lleva a posar la vista sobre los cuadros Corriendo por la playa y Nadadores, ambos protagonizados por niños. Del primero realza la expresividad y el aire que mueve los vestidos de dos pequeñas mientras el menor corre desnudo. Del segundo apunta «la dificultad del movimiento de los pequeños que nadan», los reflejos y cómo se aprecia la parte del cuerpo bajo el agua con tonalidades más veladas.

No pasa desapercibido para el profesor Transportando la uva. Al observar esta escena costumbrista vinculada al mundo del trabajo comenta que Sorolla fue «más naturalista que impresionista» al tiempo que analiza con detenimiento las uvas. «Pinta dos o tres y para el resto hace una masa consiguiendo el efecto de ver unos racimos».

El pintor avilesino pone de relieve la faceta del Sorolla retratista. «Era uno de los mejores». Comenzó en este género por una cuestión económica, dice, y le llevó a realizar un número muy amplio, algunos como La familia de don Rafael Errázuriz Urmeneta, de gran tamaño. «En este lienzo barroquista veo Las Meninas de Velázquez por la composición, la luz y hasta la puerta que figura al fondo; a Sorolla le entusiasmó de Velázquez la atmósfera que mueve las imágenes».

La presencia en los lienzos de su familia, amigos, trabajadores o gente de la clase alta revelan, según Favila, que Sorolla «fue un hombre feliz». «Todos los cuadros dan alegría, están humanizados y en ellos sacaba lo bueno de cada persona», subraya para dirigirse al protagonizado por Clotilde García del Castillo, esposa del pintor, y sus hijas Elena y María, sentadas en un banco en el jardín rodeadas de vegetación. Esta obra, según Favila, «define el espíritu de Sorolla: copiaba la naturaleza tal y como la veía».

Compartir el artículo

stats