La ganadería Guadaira llevó a Algemesí una buena novillada. Fue una alegría encontrarse con ejemplares de diverso comportamiento, pero llenos de cuajo y seriedad. El trapío aporta importancia a la plaza y a las faenas.

El mejor de la tarde fue el que saltó en tercer lugar, «Legionario II». Este utrero desarrolló las virtudes de la profundidad, la humillación y la codicia aunque desde el inicio no se le hicieron las cosas bien. García Navarrete estuvo desconfiado y sin los recursos necesarios para poderle. Escuchó un aviso cuando utilizó el descabello y fue silenciado. El novillero jienense resultó cogido de muy fea manera en el primero de la tarde tanto en el capote como en la muleta. Visiblemente conmocionado, estuvo dispuesto frente a un buen ejemplar y recibió una sonora ovación cuando lo pasaportó.

Juan Pedro Llaguno volvía al palenque de la Ribera tras ser el triunfador de los novilleros sin caballos del pasado año. Su primero fue un novillo con movilidad pero sin entrega. El espada mexicano estuvo seguro pero no llegó al tendido. En el último de la tarde, otro novillo con buena condición y seriedad, llegó lo más artístico de la tarde. Llaguno hilvanó su labor por el pitón izquierdo, por donde aplicó temple, toreó con relajo y logró llevar con largura la embestida. Tras una estocada rinconera que hizo efecto, paseó el único trofeo de la tarde. Un premio que sabe a poco.