Bombas Gens Centre d'Art presenta una selección de obras de Anna-Eva Bergman realizadas entre 1962 y 1971, coincidiendo con una serie de viajes a España y Noruega que se traducen en un diálogo entre el norte y el sur. Un trabajo pictórico que inscribe a la artista en la línea de la representación del paisaje propia de la abstracción europea romántica.

Esta muestra presenta una selección de obras de Anna-Eva Bergman (1909 - 1987) realizadas entre 1962 y 1971, coincidiendo con una serie de viajes a España y Noruega que traducirá como un diálogo permanente entre el norte y el sur en sus paisajes, formalmente semejantes, pero con una representación de la luz muy distinta. La exposición incluye cinco obras de la Colección Per Amor a l'Art.

La artista —de origen noruego pero trabajando por entonces en París y Antibes principalmente— visita en 1962 Carboneras, en Almería, en un viaje que será determinante: es allí donde empieza a elaborar sus primeros horizontes, motivo que retomará más tarde al contactar de nuevo con los paisajes noruegos. Las piedras —otro de los motivos de Bergman— habían surgido a partir de un viaje a Noruega en 1951 y tendrán continuidad a partir de un recorrido por el interior de la península ibérica, como testifica su serie "Piedras de Castilla" (1970). La artista realiza una gran cantidad de fotografías durante estos viajes, fotografías que utiliza como rastro, memoria o recuerdo, de modo que los paisajes son representados a partir de la distancia entre la pintura y lo percibido, transformado con el paso del tiempo. Junto con las piedras y los horizontes encontramos en esta muestra la mayoría de los motivos de la pintura de Bergman: acantilados, fiordos, astros, montañas y barcas.

Su construcción pictórica tiende a trascender la superficie a través de la inmediatez de la forma, el uso de grandes formatos o el trabajo mediante la superposición de capas de distintos materiales — láminas de metal, pan de oro, cobre— que cubren una espesa pintura previa o que, en algunos casos, la artista barnizaba para modificar su aspecto y dotar a la pintura de mayor densidad. El uso de esos materiales junto al empleo de las formas, líneas y colores, es lo que Bergman consideraba el "ritmo", un elemento estructural y esencial de la pintura. Las capas se entremezclan, modifican la percepción del color en función de la luz. Esta técnica otorga un relieve y un dibujo solamente visible con los reflejos luminosos del metal, creando una experiencia física de la pintura que traduce el sentimiento de lo infinito en lo finito. Su intensa relación con el paisaje se acaba centrando en los elementos que constituyen y animan la naturaleza (aire, fuego, agua, tierra), en un intento de atrapar la inmaterialidad en la materialidad de la obra.

Esta tendencia a la apertura del espacio pictórico inscribe a la artista en la línea de la representación del paisaje propia de la abstracción norteamericana de autores como Mark Rothko —que Bergman conocía muy bien— y, en definitiva, en la tradición del Romanticismo nórdico. Los pintores románticos como Caspar David Friedrich o J.M.W. Turner expresaban experiencias como la infinitud o lo divino a través del paisaje como la mejor expresión de "lo sublime". Como ocurre en el expresionismo abstracto, la obra de la artista permite encontrar en la abstracción la experiencia de aquel infinito que la naturaleza proporcionaba al pintor romántico.

Esta exposición, organizada por Bombas Gens Centre d'Art junto a la Fondation Hartung Bergman, se acompaña de un catálogo editado por la Fundació Per Amor a l'Art que incluye textos de Romain Mathieu, Teresa Lanceta y Michael Tarantino, entre otros.