Uno de los retos del cáncer es su detección precoz y, desde 2005, el físico Javier Tamayo y su equipo trabajan en un dispositivo nanométrico capaz de escudriñar proteínas vinculadas a tumores de pulmón y mama en concentraciones un millón de veces inferiores a las detectables con las técnicas actuales.

Esta tecnología está diseñada para buscar en una muestra de sangre proteínas que pudieran secretar los tumores en una fase muy inicial de su desarrollo, con lo que se lograría un diagnóstico mucho más temprano y aumentar, por tanto, las posibilidades de curación, señala el investigador.

«En el mejor de los casos, la técnica podría ser una realidad en tres o cinco años en los hospitales», agrega Tamayo, quien acaba de recibir, por este trabajo, el Premio Física, Innovación y Tecnología, que otorga la Real Sociedad Española de Física y la Fundación BBVA.

El dispositivo, aún en desarrollo y también probado en la detección del VIH, funciona gracias a unos nanosensores que perciben concentraciones muy bajas de moléculas biológicas en sangre. «Hemos demostrado que funciona en el laboratorio», explica este físico, quien agrega que el siguiente paso es comprobar su eficacia en pacientes. En esta etapa es precisamente en la que está ahora inmerso, en colaboración con el equipo de Marcos Malumbres, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, y los hospitales universitarios madrileños 12 de Octubre y Gregorio Marañón: «Hemos comenzado y estamos teniendo resultados positivos2.

En lugar de centrarse en el ADN tumoral, Tamayo y su equipo, después de muchas pruebas, eligieron las proteínas. «Las proteínas son los actores fundamentales de la célula, es decir, de la vida, y estamos buscando aquellas que nos puedan servir de biomarcadores para la detección precoz del cáncer», pero estas son, admite Tamayo, «puñeteras, inestables y difíciles de detectar».

Por otra parte, la ciencia, lamenta, «es la mínima preocupación que tiene un político actualmente en España».