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Crítica teatral

Un Tirant sin prejuicios

Un Tirant sin prejuicios

«Tirant»

teatre rialto (valència)

De Joanot Martorell. Coproducción del Institut Valencià de Cultura y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Reparto: Raúl Ferrando (Tirant), Lucía Poveda (Carmesina), Mar Mandli (Estefanía), Raquel Piera (Plaerdemavida), Maribel Bayona (Viuda Reposada), Sergio Ibáñez (Emperador), Antonio Lafuente (Diafebus), Kike Gasu (Beat box). Adaptación: Paula Llorens. Dirección escénica: Eva Zapico. Música y espacio sonoro: Kike Gasu. Iluminación: Ximo Olcina. Movimiento escénico: Charo Gil-Mascarell. Escenografía: Los Reyes del Mambo. Vestuario: María Poquet

No debe ser fácil aceptar un reto como el de actualizar un gigante como Tirant lo Blanch, obra maestra del Siglo de Oro valenciano. De ahí que ya haya que aplaudir la valentía (o la «inconsciencia», como ella misma ha dicho) de Paula Llorens. La joven autora valenciana, en la versión y adaptación, y la siempre solvente Eva Zapico, desde la dirección de escena, son las responsables de la novela caballeresca sin caballos (al menos, al uso) que estos días se representa en el Teatre Rialto.

Pero tampoco es sencillo para el espectador dejar los prejuicios en la puerta de la sala porque eso es precisamente lo que hay que hacer cuando uno se sienta en la butaca para dejarse llevar por esta coproducción del Institut Valencià de Cultura y la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

«Tirant» no debe asustar, que es lo que casi siempre ocurre cuando a alguien le cae entre las manos un clásico de tal envergadura. Llorens lo hace digerible en apenas dos horas y lo lleva al terreno más femenino. No crean que van a ver las proezas del fornido caballero Tirant lo Blanch. No. Son otros tiempos y la joven Carmesina se lleva gran parte del protagonismo. El texto, pese a ser fiel a lo que escribió Joanot Martorell, no se hace lejano. Los amores imposibles o desdichados no entienden de lenguas por mucho que hayan pasado cinco siglos. Sobre la escena hay acción y emoción. Y hasta un poco de humor se permite Llorens, que arranca risas en el patio de butacas.

Eva Zapico sabe muy bien lo que hace. La puesta en escena no puede ser más sencilla y decir tanto a la vez. Emplea los escasos elementos que hay sobre las tablas con una soltura pasmosa. No le hace falta nada más. Ni que nos diga en qué tiempo o espacio se mueven los personajes. El espectador no necesita más. Hasta es capaz de convertir en bella las escenas de batalla con personajes dignos de aventuras fantásticas.

El reparto se maneja bien sobre el escenario. Hay química entre Tirant (Raúl Ferrando) y Carmesina (Lucía Poveda). Estefanía (Mar Mandli) y Plaerdemavida (Raquel Piera) saben sacar partido a sus personajes y la Viuda reposada (Maribel Bayona) desgarra en sus momentos de flaqueza. Sergio Ibáñez (como el emperador) impone su cargo y Diafebus (Antonio Lafuente) cumple con ese papel de amigo/familiar cómplice del protagonista.

Una mención especial merece Kike Gasu, el responsable del espacio sonoro de la obra. Nada de músicas al uso. Por eso decía aquello de dejar los prejuicios fuera. A golpe de beat box -ritmos vocales con una base de música electrónica- Gasu es el octavo protagonista de «Tirant». El que no sale de la escena. El que pone a Tirant, Carmesina y a los demás a bailar a golpe de rap. Un «Tirant» para mentes abiertas.

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