La victoria del Tío Sam en la Segunda Guerra Mundial marcó un antes y un después en una generación de fotógrafos nipones que, armados de experiencias tras la ocupación yanqui, decidieron «abrir el foco» para retratar la realidad de su país. El libre comercio y la cultura mainstream trajeron consigo una sensación de desarraigo colectivo que fue plasmada por un nuevo lenguaje fotográfico. Un cambio de «ángulo» que generó todo un fenómeno artístico y cultural que acabó influyendo notablemente en la fotografía contemporánea. Esta sacudida de los parámetros establecidos conforma la nueva propuesta expositiva de Bombas Gens, el centro de arte de la Fundació Per Amor a l'Art. «La mirada de las cosas. Fotografía japonesa en torno a Provoke» reúne la colección privada de fotografía japonesa más importante fuera de Japón. La fundación capitaneada por Susana Lloret lleva años reuniendo piezas de Ikko Narahara, Shomei Tomatsu, Ishiuchi Miyako, Eikoh Hosoe o Akira Sato por todo el mundo, y por primera vez verán la luz pública el próximo viernes 22 de febrero. La muestra permanecerá en Bombas Gens hasta 2020.
«La mirada de las cosas» cuenta con la obra de 15 fotógrafos pertenecientes a la agencia VIVO (1959-1961) y a la revista Provoke (Provocative Materials for Thought), dos de las plataformas que respaldaron el nuevo lenguaje fotográfico. Esta «renovación», producida entre 1957 y 1972, supuso una transformación radical en la manera de tratar los sucesos y la realidad de la posguerra. De esta manera, la muestra, comisariada por Nuria Enguita y Vicent Todolí, sugiere un recorrido histórico por un periodo marcado por fuertes enfrentamientos sociales en Japón y cambios económicos que acabaron sacando al país de su hábitat tradicional.
Las fotografías de VIVO se caracterizan por alejarse de aquello objetivo, con tal de plasmar la mirada artística de cada uno de los individuos que se «escondía» detrás de la cámara. «Este grupo de fotógrafos se inspiró en la agencia Magnum para forjar una fotografía crítica, en oposición a las convenciones establecidas, a la considerada fotografía directa y objetiva, planteando nuevos roles y maneras más subjetivas de entender el medio fotográfico. Lo real no era ya, para estos fotógrafos, una sucesión de lugares y momentos, sino que se constituía en un espacio abstracto y concreto abierto a la experimentación fotográfica como expresión subjetiva del artista», explica el centro de arte de Marxalenes.
Ellos sentaron las bases de una forma de hacer fotografía que viviría su apogeo en la revista Provoke. «La revista ofrecía una nueva vuelta de tuerca radical en su acercamiento a lo real al considerar la fotografía como acto, un acto que no solo implica mirada y pensamiento, sino que incluye todo el cuerpo: tomar fotografías 'prestando el cuerpo al mundo'; poner en movimiento el cuerpo para poder hacer una imagen que agarre el mundo; percibirlo no como objeto ni como expresión del fotógrafo, sino como 'evidencia', como existencia que nos afecta, intentando llegar a aquello que la razón y el lenguaje no pueden asir», explica.
Muchas de las instantáneas muestran una mirada tenaz sobre las consecuencias de la ocupación americana. En esta materia destacan las piezas de las fotógrafas Toyoko Tokiwa y Ishiuchi Miyako, que inmortalizaron la realidad de las mujeres de la época. Esta última fue la primera mujer asiática en recibir el prestigioso Hasselblad Foundation International Award in Photography. Tokiwa, por su parte, fue popular por plasmar la realidad de trabajadoras de la época, entre ellas, prostitutas. Su libro más conocido, Kiken na adabana (Peligrosas flores sin fruto), documentó las condiciones del barrio de la prostitución de la ciudad de Yokohama, cercano a la base militar estadounidense.
