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Fidelidad a tres

Fidelidad a tres

Sociedad Filarmónica Palau de la Música

Obras de: Haydn, Martinu y Dvorak Intérpretes: Trio Martinú (Petr Jiríkovský, piano; Parosdlav Matéjka, cello y Pavel Safarík, violín)

Por riguroso dominio técnico y generosa entrega, el debutante Trío Martinú (1990) obtuvo un clamoroso éxito ante los socios de la SFV. En el programa inicial, la sesión se anunciaba como de «maestros checos» con la inclusión de Josef Suk, pero por alguna circunstancia fue sustituido por el Trío nº 43, op. 86, del vienés Joseph Haydn, obra chispeante y plena de humor que ellos sacaron a flote con brillante ímpetu, mostrando un total entendimiento y por ello la expresividad culminó toda su interpretación. Desde el primer ataque, el vigor sin excesos del violín checo de Safarik se fundió con la intensidad del cello de Matéjka, todo sobre el soporte emergente del piano (abierto) de Jiríkovsky, buen dominador de ambos pedales para no opacar a sus compañeros de viaje. Pensemos que al piano de finales del XVIII aún le quedaban varios lustros para su pleno desarrollo técnico.

Ya en repertorio propiamente checo, descubrimos el Trío nº 2 en Do mayor, de Bohusláv Martinú, músico que pronto se alejó de sus influencias románticas al descubrir otras estéticas en sus estancias extranjeras: primero en Francia y después en los Estados Unidos. Vivió dos periodos de vital importancia: las dos guerras mundiales. La primera en su país y la segunda en Nueva York, huyendo de la persecución alemana, en 1941. Todo ellos enriqueció e influenció su discurso estético. Dicho esto, el Trío Martinu hizo honor al nombre del compositor y mostraron absoluto dominio de la partitura en un excelente ejercicio de fidelidad a tres.

Las buenas maneras del grupo con el Trío en fa menor Op. 65, hicieron cortos los 42 minutos de la obra de Antonin Dvorak, no solo una partitura cumbre de su producción, sino que es pieza inevitable de la literatura para este tipo de formación. La opulencia sonora, el equilibrio entre los instrumentos y su singular estructura la convierten en indispensable dentro del repertorio de cámara. Ellos pusieron pasión y fervor en grado superlativo en el Poco adagio antes de dar rienda suelta al magistral avispero musical del Finale.

Con la ovación final y público en pie, regalaron el cuarto y corto movimiento del Cuarteto Dumsky de Dvorak. Un final más feliz.

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