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Entrevista

Juan Manuel de Prada: "Antes la gente hablaba de libros y ahora de la última serie de Netflix"

«El escritor ha dejado de ser un referente intelectual porque, en vez de dar voz al pueblo, se ha convertido en un fantoche del poder»

Juan Manuel de Prada: "Antes la gente hablaba de libros y ahora de la última serie de Netflix"

Lucía en la noche, la última novela de Juan Manuel de Prada, cuenta la historia de un escritor que fue famoso de joven, que después perdió la vocación y que la ha vuelto a encontrar gracias a un mujer misteriosa de la que cae rendidamente enamorado. «Es, sobre todo una novela sobre la capacidad redentora del amor -reconoce el autor, que en más de una cosa se parece al protagonista de este libro-. Gracias al amor, el protagonista recupera la vocación pero también siente una necesidad de encontrar la verdad sobre Lucía y eso le va a llevar al infierno».

P El protagonista es un novelista para el que la literatura se ha convertido en una esclavitud. ¿Le ha pasado a usted?

R Tener éxito a una edad muy temprana hizo, en mi caso, que fuera objeto de un montón de requerimientos, halagos y adulaciones que acababan convirtiendo la vida en una vorágine de banalidad y disparate. Asistes a tantas conferencias y actos sociales que al final la literatura te abandona. El éxito es demoledor para el artista, sobre todo para el artista joven.

P ¿Se puede vivir hoy sólo de novelar?

R Aunque puede haber algún caso excepcional, cada vez es más complicado. Has de tener una sabia dosificación, procurar tener ingresos por otras vías, pero la dedicación en exclusiva a la literatura es algo suicida. Yo lo he hecho y no lo recomiendo a nadie.

P «¿Qué hace un escritor en la tele?», le pregunta Lucía al protagonista. ¿Se lo ha preguntado a usted mismo?

R Sí, sí, aunque ahora estoy muy poco. Tiene que ver con este deseo de estar presente en la vida pública, porque la relación con tu público es cada vez más difícil. La gente antes era más fiel, en la vida conyugal y en los gustos. Antes aparecían más escritores en televisión porque se debatían temas de enjundia, pero ahora es un medio cada vez más degradado en el que un escritor tiene poca salida.

P ¿Por qué los escritores ya no son referentes intelectuales?

R Porque la gente está dejando de leer. La tecnología y las formas de ocio nos han apartado de los libros. Y también porque el escritor se ha vendido al poder, se ha hecho cada vez más sistémico. En vez de dar voz al pueblo, que es lo que hacía Homero cuando escribe la Iliada, ha sido captado por las élites para convertirse en su intelectual o en su bufón de cabecera. Entonces la gente empieza a verlo como un personaje al servicio de los poderosos. Además, hay un desdén creciente a la literatura. Antes ibas a una cena y se hablaba de libros. Ahora, de la última serie de Netflix.

P ¿Qué pierde la sociedad sin la referencia de los escritores?

R De los escritores en sí mismos nada, porque demasiadas veces son fantoches del poder. Lo que está perdiendo la sociedad es capacidad para entender el mundo, está rompiendo amarras con una tradición, con una genealogía cultural y espiritual que nos explica, y con una capacidad de discernimiento para entender la complejidad de los problemas. La gente se conforma con los eslóganes y las consignas que se «retuitean».

P ¿Teme acabar como el arquetipo televisivo de intelectual defensor de la tradición y el catolicismo?

R Por eso hay que aparecer poco. Pero uno tiene que defender y ser leal a lo que es. Muchas veces te conviertes en personaje, pero eso ya le pasó a Unamuno, que para sus contemporáneos era el escritor que siempre clamaba en los desiertos. Mira, llevo casi 25 años en este oficio y he visto desfilar muchos cadáveres, pero quien se mantuvo fiel, sigue. Y en quien sigue la gente reconoce un referente, a una persona fiel a sus ideas, algo fundamental en tiempos cambiantes. Hay momentos en los que parece que te quedas sólo porque la gente se va por los caminos de la moda. Y seguir estos caminos nos convierte en saltimbanqui sin credibilidad. Es lo que le está pasando a algunos políticos en esta campaña.

P ¿Qué les está pasando a los políticos?

R Que si se están desinflando, o no consiguen despegar, es porque las gente los percibe como personas demasiado ansiosas por sumarse a lo que en cada momento da votos. Hay veces que parecen pollos descabezados, alocados en su afán por conectar con una veta de votos. Al fin y al cabo, no dejan de ser un reflejo de una sociedad cambiante, veleidosa, azotada por modas y las tendencias. Frente a esas ideas nuevas -que, como decía Chesterton, no dejan de ser viejos errores-, creo que hay que mantenerse fiel a algo.

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