P El Arzobispado de Madrid ordenó suspender la proyección de «Gaza» en un centro parroquial a dos días de los Goya. ¿Fue la primera censura que sufrieron?
R Lamentablemente, no. Recuerdo que los organizadores de un festival de Reino Unido nos dijeron que prescindían de nuestro corto porque el ayuntamiento que les financiaba les había dado un «toque». Aunque sufrimos más con Gas the arabs, la versión ampliada de Gaza. Algunos de los organizadores de los certámenes donde se proyectaba nos dijeron que habían recibido llamadas de organismos de propaganda sionista para vetar la cinta.
P Ahora la cosa ha cambiado.
R Sí, tras el Goya, han sido las instituciones y los festivales quienes han venido a buscarnos.
P Los sucesos que narra -la censura, las presiones- son muy llamativos. ¿Cree que la sociedad es consciente de esto realmente ocurre?
R No. Movimientos como los que se han generado a favor de la lucha del pueblo palestino son los que te hacen abrir los ojos. Desde siempre, la censura nos ha beneficiado. Es inútil que grupos simpatizantes de Israel intenten censurar un corto que está colgado en internet. Al final, tendremos que darle las gracias al cardenal Osoro por la propaganda. Gracias a él, las visualizaciones del corto se multiplicaron. A veces no sabes si no se habla de ti porque lo que dices no interesa o porque alguien intenta «ocultarte».
P Se vetan producciones, pero, ¿también personas?
R Sí. Una periodista española, excorresponsal en Palestina, siempre nos ha dicho que ella nunca se ha podido posicionar sobre el conflicto. Sabe que si lo hubiera hecho hubiera sido apartada. El objetivo es silenciar las otras versiones de la historia.
P ¿Qué es lo que tienen que temer de «Gaza»?
R Mucho. Es un cortometraje que te abre los ojos. Israel se vende como un destino que respeta los derechos humanos y como un país donde sus ciudadanos viven en completa libertad. Y lo cierto es que no es ejemplo de nada de eso. Hay una gran cantidad de resoluciones de la ONU que no ha cumplido, vulneraciones de derechos humanos sistemáticas, crímenes de guerra... Intentan hacer como que no pasa nada.
P Tel Aviv es un destino «gay friendly».
R Presumen de unos derechos y unas libertades que sus ciudadanos no tienen. Es una técnica de márqueting para atraer turistas. Israel es un Estado muy conservador pero su objetivo es mover dinero.
P ¿Hay más razones para ser positivo en el ámbito ciudadano que en el político?
R Sí. Hay muchos colectivos que intentan visibilizar el conflicto palestino. València es una de las ciudades más grandes del mundo que se ha posicionado como un sitio libre de apartheid y a favor del movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel, (BDS). Esas pequeñas cosas suman y les hacen daño. Lo sé porque denuncian y criminalizan sistemáticamente a estos colectivos. Utilizan el antisemitismo para denunciar estos movimientos, que solo piden que se cumplan los derechos humanos.
P ¿Cuándo fue su primer contacto con Palestina?
R Mi primer viaje a Palestina fue para grabar el corto. Gaza también fue un proceso de descubrimiento para mí. Hasta ese viaje solo sabía lo que veía en las noticias. Los medios explicaban la guerra en la zona como un conflicto de igual a igual. Cuando conoces a gente que ha estado en bombardeos y te cuentan historias que no tienen nada que ver con el conflicto que ves en las noticias, eres capaz de señalar a una clara víctima y a un claro opresor.
P ¿Qué le hizo convertirse en un espectador pasivo de noticias a uno activo?
R El movimiento 15-M. Fue un «abrir de ojos» brutal. En muchos aspectos.
P Conocía los «contras» de dirigir un cortometraje como «Gaza». ¿Qué le hizo asumir los riesgos?
R Quería denunciar esta situación ante el silencio cómplice de la comunidad internacional y el de los medios de comunicación. Cuando dejan de caer bombas sobre Gaza se siguen cometiendo crímenes. Es un conflicto que lleva activo durante décadas. De hecho, en el cine, esta temática ya es un género. A pesar de ello, no está sobre la mesa política.
P En su caso, el rol del «director» y el de «activista» se confunden.
R Esto ocurre porque decidimos dar voz a la población civil. Normalmente, el director suele tener más presencia en la película, pero decidimos mantenernos al margen. En realidad, nosotros solo hemos ordenado los testimonios y nos hemos encargado de buscar un circuito de distribución para que la gente sepa la verdad.
P El próximo mes de mayo se celebrará el festival de Eurovisión en Tel Aviv. Actuará Madonna.
R Forma parte de la estrategia propagandística. Este marcroevento va a tratar de normalizar la situación. Pero lo cierto es que Eurovisión es una oportunidad para visualizar la causa palestina. El BDS hará mucho ruido para quitar la venda a la comunidad internacional. Es un foco mediático que tenemos que aprovechar para llegar a mucha gente.
P Hablando de grandes eventos, ¿se sorprendieron al ganar el Goya con una historia así?
R La preselección en sí fue una sorpresa. Fue emocionante porque pudimos aprovechar esa oportunidad para mostrar que se sigue bombardeando Gaza.
