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Teatro crítica

¡Hu-ha! pirotécnico

«Animal de séquia»

teatre principal

Dirección/Coreografía: Sol Picó. Composición y dirección musical: Jesús Salvador «Chapi». Intérpretes: Lorenza di Calogero, Alba Cerdeiriña Romero, Albert Garcia Saurí, Rocío Gisbert Valor, Irene Maestre Serrano, Luis Martínez Gea, Rubén Peinado Tomás y Alicia Reig Jover. Escenografía: Joan Manrique. Voz canción: Carles Dénia. Producción: Institut Valencià de Cultura.

Reinterpretar el folclore valenciano es valiente. Vaya pues mi respeto a Sol Picó por el atrevimiento. Aunque siempre se sale malparado. En un país estirado (también geográficamente), el conjunto de tradiciones compartidas entra en competencia, tanto que existe el peligro de quedarse fuera del marco y marcado. Si eres fallero, también debes defender el bou embolat, los moros y cristianos, la tomatina y el traslado de la Mare de Déu. Un menú sin derecho a carta. Si además muestras un punto de discrepancia o agnosticismo festero pasas al rincón de pensar, precisamente por cavilar demasiado y considerar que esta sociedad ha madurado tanto que está abierta en canal para enterrar determinadas supersticiones locales. No vale revestir de modernidad actitudes anacrónicas. Con una total discrepancia en el fondo, el espectáculo de Animal de Séquia es atractivo. Una puesta en escena coral con danzarines y músicos que da mucho juego, que pasean por la cultura popular valenciana desde el ¡Hu-ha! de Chimo Bayo hasta la Muixeranga. Secuencias, algunas tan largas que se hacen aburridas, que marchan por la ruta del bakalao, los toros, los funerales, las verbenas y las celebraciones religiosas. Muy plásticas y conseguidas, como por ejemplo la mascletà. El Principal se transforma en una exhibición pirotécnica muy creíble gracias a los percusionistas de la Banda Chapicó.

Entretanto, el animal de séquia, esa representación atávica con cabeza de animal de esparto de la colectividad, va contorneándose con síntomas de desnutrición, con una doble condena, la séquia hidráulica y cívica. Por eso exhibir el Assumiràs la veu d'un poble de Estellés como las tablas de salvación resulta tramposo. El poeta era urbano y cosmopolita, nada que ver con el ritual preindustrial del Pa Beneït de la Torre de les Maçanes. Por eso ignoro a El Botifarra y los sainetes de Bernat i Baldoví. También ese comboi de cierto agrarismo militante. Igual tiene razón Sol Picó y la única aportación universal que hemos hecho en los últimos siglos sea el himno del dance-thecno: Chikiti Chikiti ban ban ban ke tum ban ban ke tum ban ke tebere que ban ban ban ke tum ba ke. Una letra que parece, de momento, incompatible con la Muixeranga.

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