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Tribuna

Eurovisión 2019: más vivo que nunca gracias a las redes sociales

Eurovisión 2019: más vivo que nunca gracias a las redes sociales

este sábado se celebra el 64º Festival de Eurovisión, un certamen que ha crecido y madurado, pero que a su vez ha mutado rejuveneciendo a sus espectadores en los últimos años. Eurovisión se ha convertido en el principal evento televisivo de entretenimiento a nivel mundial con casi doscientos millones de espectadores. Se puede decir que el Festival creado y promovido por la EBU (European Broadcasting Union) está viviendo una nueva etapa dorada, no solo porque crece en número de espectadores año tras año, sino porque además vuelve a tener la percepción de ser un certamen de calidad (que había perdido en cierta medida años atrás), atrayendo a un público que hacía décadas que había desconectado con Eurovisión. El certamen es la fiesta de la música continental, pero también es un punto de encuentro de todos los europeos, donde no existe distinción ni discriminación de raza, etnia, país, sexo, edad u orientación sexual. Eurovisión comparte los principios que han hecho grande a Europa, y anualmente es un recordatorio televisivo de lo que debe ser la Unión Europea. Si todo esto lo tenemos en cuenta, sumando además que es un escaparate tanto para el país anfitrión, como para la exhibición de tecnología audiovisual más vanguardista, y por supuesto el lanzamiento internacional de las carreras artísticas de algunos cantantes y compositores, se crea un cocktail con todos los ingredientes para otorgar al certamen la importancia que tiene.

Las redes sociales están jugando un papel muy importante a la hora de convencer a nuevos espectadores para ver la gala final de este sábado. No hay que olvidar que muchos de los cantantes que representan a los países proceden de formatos televisivos o talent shows de gran éxito, o bien de eventos televisados con millones de espectadores, y a su vez con una gran repercusión en redes sociales. El manejo de una correcta comunicación con el espectador ha conseguido crear un buen número de eurofans de generaciones millenials y posteriores que normalmente habían desconectado de las ventanas tradicionales, como la televisión, en las que se consumía Eurovisión. El Festival ya era multicultural y multirracial, pero se ha convertido en un evento multigeneracional, reivindicativo, representativo de diferentes colectivos, y sobre todo en un espectáculo transmedia. Los eurofans tienen claramente el perfil natural de un buen prosumidor, es decir, consumidor y productor de contenidos a la vez. Es habitual encontrarnos con usuarios que en redes sociales no solo marcan como favorito, me gusta o retuitean y comparten los mensajes de las páginas oficiales eurovisivas y de los cantantes, sino que además crean contenidos ellos mismos grabándose cantando las canciones, bailándolas o incluso haciendo videoclips paralelos.

En el caso de España, por ejemplo, es un festival muy ligado al éxito o fracaso del formato que elige al candidato o representante. Si el programa «Operación Triunfo» funciona bien, la gala de Eurovisión suele estar entre las emisiones más vistas del año, véase casos como la participación de Rosa en 2002, o la de Alfred y Amaia el año pasado.

Este año, Eurovisión se celebra en Israel, convirtiéndose en un certamen envuelto en polémica desde el minuto uno, de lo cual el propio país ha sabido gestionar y convertir un posible boicot en una campaña de publicidad impagable.

Lejos de pronosticar favoritos o no, hay que mencionar que el sistema de votación del público lo ha convertido en festival donde la geopolítica ya no cobra tanta importancia como antes, basta recordar la predicción de votos que se hacía en ediciones pasadas. Hoy en día el cincuenta por ciento de los puntos depende de los espectadores, generalmente eurofans que no suelen ligarse con ningún país de forma clara, sino que depende mucho de las canciones, lo que ha dado un punto de suspense y más de un resultado inesperado año tras año, sin ir más lejos el año pasado con la representante israelí. La canción que representa a España, como casi siempre no entra en las quinielas de los favoritos, que este año son principalmente Francia, Suecia y Países Bajos, pero quién sabe si podemos ser la sorpresa y ganar el festival.

Lo que sí ocurrirá este fin de semana es que casi doscientos millones de espectadores van a seguir un programa televisado de dos horas de música, se realizarán millones de tweets, y se subirán miles de fotos y vídeos a Instagram, convirtiéndolo en el «monotema» de la noche del sábado y sobre todo del domingo en redes sociales.

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