El Centre Cultural La Nau de la Universitat de València inauguró ayer la exposición «Gente y lugares. Gabriel Cualladó en la colección del IVAM», una retrospectiva sobre el fotógrafo de Massanassa que «muestra la dualidad entre la gente y los lugares y que sorprende por la sensación de que hace siempre la misma foto», según destacó el comisario de la muestra, Álvaro de los Ángeles.

En la presentación también participaron el vicerrector de Cultura y Deporte de la Universitat de València, Antonio Ariño; y el director del IVAM, José Miguel Cortés, quien subrayó la «calidad de las obras expuestas, «la colaboración con una institución, la Universitat de València, que está desarrollando un trabajo fundamental en la cultura» y el volumen de las colecciones del IVAM, puesto que en esta exposición se muestra cerca de la mitad de las 474 que el museo conserva de Cualladó.

La exposición, que reúne cerca de 200 instantáneas, supone una de las más amplias y completas muestras del artista valenciano que, tal como subraya el IVAM, «documentó su tiempo de manera reposada y, con él, se entiende la evolución de España entre mediados de los años cincuenta y el final del siglo XX».

Su producción fotográfica se mueve entre los retratos de proximidad de familiares, allegados y vecinos (no hay fotografías de estudio con fondos blancos), los lugares por donde pasó su vida, y los hitos de algunos de estos espacios, como los transeúntes de París o los vendedores del rastro de Madrid, en contraste con las escenas rurales de Asturias y los habitantes de la Albufera o Massanassa.

Su importancia radica en la no urgencia de su trabajo fotográfico, aspecto que lo convierte en un fotógrafo importante y necesario. La pausa de su mirada queda reflejada en unos cientos de fotografías que evocan un tiempo perdido y una transición de la dictadura a la democracia y desde un pueblo de provincias a la capital de España, en un periodo trascendental de nuestro país.

«La gente y los lugares aparecen como grandes temas en una muestra en la que intentamos anteponer lo temático, por eso no hemos seguido una línea cronológica -explicó el comisario de la exposición-. Mostramos la obra de Cualladó, el contenido poético y polisémico de sus imágenes, la estructura formal que las componen, las miradas directas de un fotógrafo que se definía a sí mismo como un aficionado».

La producción fotográfica de Cualladó se mueve entre los retratos de proximidad de familiares, allegados y vecinos, los lugares donde pasó su vida y los hitos de algunos de estos espacios, como los transeúntes de París o los vendedores del rastro de Madrid, en contraste con las escenas rurales de Asturias y los habitantes de l'Albufera o Massanassa.

«Una de las cosas que más sorprende es la sensación de que hace siempre la misma foto. Hace la misma instantánea a su hijo o su hija que a un trabajador de l'Albufera. Las fotos demuestran quietud, tranquilidad y paciencia», reveló ayer Álvaro de los Ángeles, que destacó la «confianza» que demuestran los fotografiados en el artista.