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Análisis

Cercas, Cataluña y el valor de la ley

El "procés" pincha la burbuja del Planeta con las protestas callejeras y la novela ganadora del premio

Manuel Vilas, finalista del Planeta con «Alegría», y Javier Cercas, ganador con «Terra Alta». EFE/Toni Albir

Al salir de la fiesta de entrega del premio Planeta en el Museu d'Art Nacional de Catalunya (MNAC), ya el miércoles de madrugada, desde lo alto de las escalinatas de Montjuïc se veía Barcelona impresionante, alguna columna de humo gris claro sobre el fondo negro y un helicóptero que seguramente vigilaba desde el aire que las protestas por la sentencia del procés no se salieran aún mas de madre. Hay quien incluso afirmaba notar cierto olor a plástico quemado.

La fiesta -y todo el premio Planeta en sí-, había intentado mantenerse alejada del lío, en una especie de burbuja protocolaria sustentada en los canapés, los cubiertos caros, el photocall y el falso misterio sobre las identidades del ganador y del finalista. Pero cuando la alcaldesa Ada Colau dejó la cena a la mitad porque alguien le avisó de que el «tsunami» en el Passeig de Gràcia era de mayor escala de lo esperado, la burbuja se rompió.

Se quedaron la vicepresidenta Carmen Calvo, la presidenta del Congreso Meritxell Batet, el ministro de Cultura José Guirao, entre otras autoridades, ninguna de ellas del Govern. Durante unas horas, la literatura para ellos fue una vía de escape. Eso sí, cuando Javier Cercas acabó su discurso de agradecimiento por el premio que había recibido su novela Terra Alta, la mayoría del público aplaudió deprisa y se marchó cada uno a su hogar (o a la cafetería del hotel en el que se alojaban periodistas y novelistas de la casa) con bastante menos calma que con la que habían llegado por la tarde al MNAC.

En el centro de Barcelona había fuego y barricadas pero seguramente el panorama es menos bélico que el que se divisa ahora en el mundo editorial español. Con el premio, Planeta le ha robado a su rival Penguin Random House a uno de sus escritores más populares y al mismo tiempo más valorado por la crítica (Cercas) y a su nuevo fenómeno literario, el aragonés Manuel Vilas que ha quedado finalista con Alegría. Ninguno de los dos autores quiso ayer ante los medios de comunicación incidir demasiado en este asunto.

Sí habló Cercas del procés en la rueda de prensa tras recoger el premio. Y eso que el escritor -extremeño de nacimiento, catalán de adopción y nada favorable al soberanismo-, tiene tendencia a zafarse cuando le preguntan en las entrevistas por este asunto recordando que él ya manifiesta su postura a través de lo que escribe.

Pero es que esta vez en el thriller con el que se ha llevado los 601.000 euros del Planeta (y, posiblemente, un contrato editorial a largo plazo) tiene que ver con lo ocurrido en Cataluña en los últimos tiempos, atentados yihadistas de 2017 incluidos. «Esta novela no es un libro político y no trata del 'procés'. No es el tema -matizó-. Ahora bien: sin lo que ha ocurrido en estos años este libro nunca lo hubiese escrito. El libro surge de mi estado de ánimo, de mis angustias y preocupaciones. Es como una pesadilla que refleja tu estado de ánimo», relató Cercas, para quien Terra Alta es también «una reflexión sobre cosas que me interesan y que están de moda como el valor del sentido de la ley, la posibilidad de la justicia, y legitimidad de la venganza».

«Esto lo he sabido cuando he acabado el libro, como en una pesadilla -añadió el autor-. Este libro, por una serie de circunstancias desdichadas relacionadas con la vida de nuestro país, que repercuten sobre nosotros y que han sido muy positivas para mí como escritor, de algún modo me han cambiado y han hecho que sea muy distinto a los anteriores», comentó el autor.

Sediento de justicia

La acción de la obra transcurre en 2021 y «los momentos del procés son anecdóticos en la trama», advirtió. Lejos de construir una distopía, Cercas aseguraba ayer en una entrevista que en su novela el lector va a encontrar «una Cataluña normal, no tan distinta de la actual, porque esta novela no habla en el fondo de cuestiones sociales, sino de temas más profundos: el valor de la ley, para qué sirve la ley, la posibilidad de la justicia, la legitimidad de la venganza, la búsqueda de una patria, o sea de un lugar donde vivir, que sea tuyo, al que perteneces, en el que te sientas libre».

El protagonista está «sediento de justicia hasta un punto en el cual yo en mi vida personal no lo estoy» y hay «una reflexión de hasta dónde puede llegar esa sed y en qué punto esa justicia llevada al extremo deja de ser justicia». Cercas dijo que por primera vez en su vida es novedad en su escritura que la trama sea muy importante, ya que esta desempeña un papel fundamental y en ella el riesgo de 'spoilers' «es aterrador».

«He venido a Barcelona al fallo del Planeta y me encuentro con que no puedo salir a la calle», lamentaba por su parte el finalista Manuel Vilas, para quien esta circunstancia es un «mal presagio» y un ejemplo de que cómo está el mundo y no solo España.

Para el escritor oscense, la crisis económica primero y ahora estos enfrentamientos sociales desestabilizan la clase media. «La gente que veníamos de las familias más pobres, de repente hemos tenido acceso a la educación. Mi padre vio esa transformación social de España, le quitaron de estudiar a los 12 años y me vio entrar a la universidad». Eso es lo que contaba en Ordesa y continúa en Alegría, un libro, según lo describió su autor, «sobre la búsqueda de sentimientos puros en un tiempo de desesperación colectiva».

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