Era el secreto mejor guardado de Spencer Tunick, el fotógrafo estadounidense que escandalizó a los valencianos la madrugada del 30 de marzo de este mismo año, cuando los vecinos del barrio del Carme amanecieron con 1.300 personas desnudas por sus calles. Ayer se publicó el resultado de aquella «performance», una fotografía frente a las Torres de Serrano que muestra a las mujeres agarrando las manos a los hombres, recostados en el suelo.

Una imagen claramente feminista, donde Tunick se posiciona. «Esta postura intenta mostrar que la mujeres empujan a los hombres a luchar, a sumarse al movimiento feminista», explicó Tunick en el claustro del Centre del Carme, donde los participantes recibieron la información sobre las posturas que debían llevar a cabo en las cuatro localizaciones donde disparó el neoyorquino: el Puente de Serranos; la Plaça dels Furs; la calle Roteros y el magnolio de las torres.

La instantánea elegida muestra la tercera posición que los voluntarios llevaron a cabo en el puente de Serrano. La fotografía fue tomada en torno a las 7 horas. «Estamos haciendo una nueva construcción sobre el concepto de igualdad, que por fin cuenta de verdad con la mujer. Los hombres tienen que participar necesariamente en reconstruir esta nueva sociedad», explicó Tunick ante los medios al acabar la «performance».

Los 1.300 voluntarios han tenido que esperar siete meses para recibir su recompensa. Hoy podrán recoger la fotografía impresa en la galería Princesa de la calle Moro Zeid, donde se celebrará la fiesta de clausura de la sexta edición de Intramurs, el festival que acogió la intervención de Tunick, que tuvo como lema «València, pell del Mediterrani». Aquellos que no puedan asistir, podrán recoger la fotografía en el laboratorio de fotografía Momento Lux de Literato Azorín o podrá recibirla por correo postal.

El festival ha llamado a este evento de entrega como «Fiesta Spencer Tunick», una ocasión única para que los cientos de valencianos que acudieron a ser fotografiados por el neoyorquino puedan verse las caras de nuevo. Y son las caras porque obviamente la fiesta no es nudista.

Está previsto que frente a la galería se forme una larga cola para recoger la instantánea, la misma que se formó hace siete meses para acceder al Centre del Carme para dar comienzo a un acontecimiento único que duró demasiado para algunos, a causa del frío. De hecho, la jornada de trabajo comenzó a una temperatura de 8 grados. «Perdonad, nunca hago las instalaciones con este frío. Yo no escogí la fecha», aseguró Spencer Tunick a los voluntarios.

El festival citó a los voluntarios inscritos a las 5 am frente a las puertas del antiguo convento del Carme. Allí, los participantes fueron divididos entre hombres y mujeres. Los hombres se fueron al claustro renacentista, y las mujeres al gótico. No por segregación de sexos a causa del desnudo, algo contradictorio para la trayectoria de Spencer Tunick, sino por la eficiencia. Cada sexo debía memorizar unas posiciones diferenciadas para cada localización. Debían estar muy claras desde el principio para evitar confusiones en el lugar donde iba a tomarse la instantánea.

El fotógrafo estuvo acompañado por un ayudante y una traductora para informar sobre lo que iba a pasar en las próximas horas. Primero, tocaba plantarse en el Puente de Serrano, después en la Plaça dels Furs. Una vez se hicieran las fotos de esas localizaciones, el grupo volvería a separarse por sexos. Los hombres se fueron a la calle Roteros, y las mujeres esperaron en el magnolio de las Torres de Serrano. A esa hora, cerca de las 8 am, los vecinos ya habían salido a la calle. Algunos no podían ocultar su incredulidad. Mientras, las mujeres buscaban el calor de los primeros rayos del sol recostándose en el muro del antiguo cauce del río Turia.

Tan admirado como controvertido

Spencer Tunick es famoso por sus «macrodesnudos» en espacios emblemáticos. Ha realizado fotografías en la Plaza Bolívar de Bogotá (Colombia), en el Zócalo de México D.F (México); en Montjuic en Barcelona; en la Ópera de Sydney (Australia); o en el Ártico.

Comenzó a llevar a cabo este tipo de «performances» en 1992 fotografiando a gente desnuda en pleno centro de Nueva York. Como es lógico, su trabajo se hizo popular entre el mundo del arte por verlo «provocativo». Dos años después fue arrestado mientras llevaba a cabo una «instalación fotográfica» en pleno Manhattan. El suceso abrió el debate sobre si el desnudo es considerado «arte», tal y como lo cree Tunick, o un agente externo que «altera el orden público». Las voces críticas denuncian que el fotógrado utiliza el desnudo como cebo fácil para hacerse famoso, y a cambio de nada, ya que los participantes no cobran nada. Solo se llevan la instantánea de recuerdo.

Pese a todo, cada instalación de Tunick da la vuelta al mundo, es por ello, que el hecho de que el neoyorquino escogiera València es especialmente relevante para la imagen internacional de la ciudad. Desde hace algunos años, Tunick está comprometido con el feminismo, llevando a cabo instalaciones con esta temática, como la de València o la que organizó en Cleveland (EE UU), donde decenas de mujeres posaron desnudas portando espejos.