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Incertidumbre

"Hay que superar el miedo"

Las orquestas están preocupadas porque "mantener las distancias en un foso es imposible"

La nueva «normalidad» obligará a las orquestas sinfónicas a modificar su fisonomía para poder actuar. Tato Baeza

Las orquestas sinfónicas, independientemente de su tamaño, están preocupadas por cómo será la nueva normalidad. Atendiendo a las medidas de desescalada anunciadas por el Gobierno, las salas y auditorios están obligadas a reducir su aforo y ello repercutirá en los ingresos que se obtengan y en el caché marcado para poder actuar. La distancia entre los músicos, sobre el escenario y en los fosos, forzará a las bandas a tener que reducir el número de instrumentistas en cada concierto con el problema económico que ello puede generar en el sector. «Mantener las distancias en un escenario es muy difícil, pero en un foso es imposible. Estamos viendo de qué forma podemos volver abrir los teatros y que la gente vuelva a escucharnos sin miedo», detalla Ana Mateo, de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS).

El sector, totalmente congelado, está muy preocupado. La salida a la crisis no se antoja sencilla. Con problemas de movilidad para ensayar y actuar, tampoco será lo mismo si la orquesta gestiona su propio espacio y con tranquilidad lo puede acondicionar para la nueva realidad o si se trata de una contratación puntual que, en ese caso, obligará a la orquesta a modificar el número de participantes en el concierto para ajustarse a la capacidad y medidas que se tomen ese auditorio.

Mateo aventura que las actuaciones se iniciaran «en formato pequeño y rotando plantillas. Con grupos de cámara», y a partir de ahí se irá creciendo «hasta llegar a la orquesta sinfónica en su totalidad. De momento sin público, por supuesto». De inicio, una de la opciones que maneja la asociación sería hacer conciertos más cortos y más pases. «No vamos a poder volver mañana al formato de siempre. Es una oportunidad de cambio. Vamos a tener que plantearnos nuevas formas de concierto. Tendremos que ir reaccionando sin perder la esencia de lo que somos: no grupos de cámara, sino orquestas sinfónicas, y ese es el repertorio al que nos debemos. Pero sin duda a través de nuevos formatos», apunta.

Las tres grandes incógnitas a las que se enfrenta el sector es la seguridad y la higiene una vez pasada la pandemia -una de las inquietudes es comprobar si un instrumento de viento puede proyectar el virus cuando el intérprete sopla, aunque todo apunta a que a pesar de la presión, el aire que sale por el instrumento no tiene tanta fuerza y va al suelo -; las nuevas formas de conciertos; y cómo comunicar al público que es seguro acudir a las salas. «Hay que quitar miedos, hay que concienciar y esperar a que la ciencia y la investigación avancen. Sabemos que ese miedo va a tardar en irse? Nos queda un camino muy largo, pero lo recorreremos», afirma.

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