España quedó en ‘shock’ tras la emisión de los dos primeros episodios de «Rocío. Contar la verdad para seguir viva» la docuserie en la que Rocío Carrasco revela el infierno de maltrato continuado que vivió junto a su expareja, Antonio David Flores, su sufrimiento por la no-relación con sus hijos desde hace años y su intento de suicidio, en agosto del 2019. Uno de los testimonios televisados sobre violencia machista más desgarradores jamás emitidos en antena en horario de máxima audiencia.

La imagen de una Rocío Carrasco devastada, bañada en lágrimas, que reconocía haber sido diagnosticada con un «síndrome ansiosodepresivo moderado-grave» que la había llevado a intentar quitarse la vida con una sobredosis de pastillas, tuvo el impacto de una bomba atómica. Las reacciones en las redes sociales no se hicieron esperar y la clase política saltó al ruedo. La ministra de Igualdad, Irene Montero, abrió un hilo en Twitter en defensa de Carrasco, «una víctima de la violencia de género en cuyas palabras se pueden ver reflejadas muchas mujeres de España que no ven salida a su situación, sobre todo cuando no reciben el apoyo de la Justicia». La diputada socialista Adriana Lastra dijo de la celebrity que es «una mujer valiente, una superviviente». El hastag #RocioYoSiTeCreo comenzó a correr como la espuma. E Iñigo Errejón, líder de Más Madrid, recordó el caso de Ana Orantes, asesinada por su marido tras una entrevista en televisión que causó una enorme conmoción social y una remodelación del Código Penal.

«El relato de un maltrato es catártico y sanador para la mujer que lo lleva a cabo e imprescindible para que otras mujeres aprendan a detectarlo», explica Luis Pliego, director de la revista Lecturas. «La propia Rocío cuenta que ella veía con normalidad las situaciones que vivió con Antonio David desde los 18 años. No tenía con qué compararlo. De ahí la importancia de su testimonio en el documental», añade el periodista. En verdad, nadie imaginaba que un culebrón de la prensa sensacionalista iba a levantar tantas ampollas y poner de manifiesto algunos de los problemas estructurales más graves que siguen enraizados en nuestra sociedad. Son muchos y variados, pero todos se concentran en algo muy básico: el descrédito sistemático a las mujeres y las consecuencias que ello conlleva.

Durante el ‘show’ televisivo paralelo a la emisión de estos dos episodios, conducido por Jorge Javier Vázquez, se habló de la violencia machista, del maltrato psicológico, de las lagunas del sistema judicial, de la hipocresía de los propios medios de comunicación y de la salud mental de las víctimas de abuso. El documental permitió a los espectadores adentrarse en unos hechos de los que hasta ahora solo habíamos tenido una única versión, la de Flores, convertido en estrella mediática y que durante años ha esparcido la semilla del odio hacia su persona, al mismo tiempo que construía su imagen de víctima y padre modelo.

Ayer, Mediaset anunció el «cese» de la vinculación laboral de Antonio David Flores con Mediaset y varios de los colaboradores del programa en el que el exmarido de Rocio trabajaba entonaron el mea culpa por contribuir a la mala imagen que, en los últimos años, se ha creador alrededor de Rocío Carrasco