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Un San Benito de Valldecrist para el Museo de Bellas Artes

La Generalitat compra por cerca de 22.000 euros la tabla del siglo XVI de Francisco de Osona

La tabla era propiedad de la colección Pinazo.

El Museo de Bellas Artes de València (MuBAV) continúa ampliando sus fondos. En los últimos meses, la pinacoteca de la calle san Pío V -bien por adquisición, bien por comodato, como el caso del Botticelli recién llegado al museo- ha ido incorporando importantes piezas a su colección. La más reciente, hace tan solo dos días, en sumarse a la «familia» del Bellas Artes ha sido la tabla de San Benito perteneciente a un retablo pintando por Francisco de Osona en el siglo XVI y que se encontraba originariamente en la Cartuja de Valldecrist en Altura.

No se trata de una obra desconocida para el museo pues la tabla ya formó parte de dos exposiciones en la pinacoteca en 2005 y 2010. Ahora, sin embargo, no estará solo de visita y será parte de sus fondos después de que la Generalitat la comprara el martes en la casa de subastas Ansorena por 21.960 euros. Tenía un precio de salida de 16.000.

La tabla -con unas dimensiones de 181 x 72,5 centímetros- formó parte de un retablo dedicado a San Bruno que se encontraba en la Cartuja de Valldecrist. Con la Desamortización el retablo quedó descabalado y sus tablas pasaron a formar parte con el tiempo de colecciones públicas y privadas como el Museo de Bellas Artes de Castelló, el Museo Catedralicio de Segorbe, la Colección Masaveu o la colección del pintor Ignacio Pinazo (Godella), de la que procede esta tabla y que representa a San Benito.

El santo, sobre un fondo dorado profusamente decorado, aparece representado de cuerpo entero vistiendo el hábito negro de la orden benedictina y portando sus atributos iconográficos más frecuentes: el báculo, por ser abad de Montecasino, y el libro de la Regla, que escribió para sus monjes y sirvió como fuente de inspiración para otras comunidades religiosas.

Un San Benito de Valldecrist para el Museo de Bellas Artes

El director del MuBAV, Pablo González Tornel, confirmó ayer a Levante-EMV esta compra y señaló que «lo importante de esta adquisición es intentar reconstruir el retablo, cuya mayoría de piezas están en el Museo de Bellas Artes de Castelló». De ahí, que, aunque el museo valenciano tenga previsto recibir la pieza después del verano, lo más probable es que la tabla acabe en Castelló para mostrar el conjunto creado por Francisco de Osona hacia 1514, poco antes de su muerte.

Para el director del Bellas Artes esta es una pieza «muy significativa de la primera mitad del siglo XVI de València, cuando uno piensa que ya vive en el Renacimiento y, sin embargo, aún estamos con una pintura muy en relación con el tardogótico». Los Osona, según González Tornel, «son muy relevantes en València y Valldecrist era una cartuja muy querida por la monarquía aragonesa y en la que se depositaron obras importantísimas».

Al respecto, según explica González Tornel, Francisco Osona es un artista «híbrido» en tanto que tiene improntas tardogóticas de su padre, Rodrigo de Osona, pero al mismo tiempo absorbe influencias italianizantes. «Aunque sus paisajes son aún muy flamencos, él ya representa la perspectiva y la figura se acerca al canon clásico», dice el historiador del Arte y máximo responsable del museo.

Esta tabla tampoco es la primera obra de un Osona que tiene el museo. El Bellas Artes conserva de Rodrigo Osona Cristo ante Pilato; mientras que de Francisco alberga dos piezas de una misma predela con cuatro pasajes de la Resurrección de Cristo, dos fragmentos de guardapolvos con santos: San Esteban y santa Inés y San Lorenzo y santa Águeda, así como un Calvario.

Una saga de artistas

Rodrigo (1440-1518) y Francisco Osona (1465- 1514) son dos importantes representantes del primer Renacimiento en València. Rodrigo de Osona recibió el influjo de los pintores italianos establecidos en València desde 1472, Paolo de San Leocadio y Francesco Pagano, algo que se puede ver en los elementos renacentistas que se contemplan en la predela del Retablo de la Crucifixión que Rodrigo hizo en 1476 para la iglesia de San Nicolás de la ciudad. A partir de 1485, padre e hijo trabajaron juntos en el taller y de su colaboración quedan testimonios documentales como en el Retablo de san Dionisio de la Catedral de València (1500).

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