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El encanto clásico de Zenet

Antonio Mellado, Toni Zenet Rodrigo Márquez

Antonio Mellado, Toni Zenet, ha estado muy ocupado durante esta pandemia. Como tantos otros artistas que han sufrido el confinamiento, las restricciones, el miedo y los encierros más o menos voluntarios, encontró en la reclusión y en la falta de actividad extra domiciliaria una oportunidad para trabajar y colaborar con otros compañeros de profesión. Lo contó la noche del sábado en los Viveros. Zenetianos, su último elepé, es una colección de duetos de algunas de sus canciones con cantantes de estilos tan variados como Rozalén, El Kanka, Xoel López o Pasión Vega. Se le amontona la faena ahora que parece que la cultura va levantando cabeza. En 2019 publicó La Guapería, disco centrado en el bolero cubano. Ahora lo anda presentando, porque como él dice, aunque tenga ya tres años ha crecido en casa y va siendo hora de que vea algo de mundo.

El malagueño posee una personalidad magnética que lo erige en dueño y señor del escenario. Como si del salón de su casa se tratara, se paseaba por él ataviado con polo y chaqueta negra, tocado con una de sus célebres gorras, repartiendo gestos expansivos, bailando, subiendo y bajando de la banqueta. Escoltado por una trompeta, una guitarra y un violín que arrojaban un sonido añejo con reflejos a los años 40 y 50, arrancó su íntimo espectáculo con “Estás equivocada”.

Su voz natural y rica en matices tiene sobrada personalidad y él la maneja con soltura, carisma y con no pocos giros y detalles dramáticos, que para eso este señor también es actor y sabe contar historias, como en “Ansias locas”, por ejemplo. El concierto tuvo color caribeño, de jazz afrocubano, de bolero y de otras sonoridades antiguas y comunes al tronco musical latinoamericano, desde lo manouche hasta el swing pasando por el tango o la ranchera.

La gente acogía con satisfacción los clásicos de su repertorio, como “Me gustas”, musitada por el millar de asistentes, gente madura con sensibilidad e inquietudes que aplaudía convenientemente los solos del trío y hacía brazo meneando los abanicos a un ritmo endiablado mientras reían con las chanzas del malagueño y le gritaban “guapo”. Zenet recogía los piropos entre modesto y canalla, al tiempo que subrayaba la necesidad de que los médicos receten música contra ciertos males que nos aquejan. Medicina sanadora que con “Borrasca” podría mitigar los síntomas de las discusiones de pareja. “Ella era mala”, por el contrario, tiene mala solución terapéutica, ya que trata sobre un brutal enganche sentimental, tan devastador como la adicción del propio Toni con el alcohol y otras sustancias, de las que lleva alejado alrededor de 7 años.

Y lo bien que le sienta, salta la vista, mientras canta romántico sobre el amor, el desamor, las oportunidades perdidas, el arrepentimiento y las equivocaciones. Explicando el asunto con calidez y elegancia en un ambiente desenfadado y con una magnífica música, interpretada con pasión y maestría por unos instrumentistas excepcionales. Ahí quedó “No lo dudes” para corroborar lo que les cuento.

En estas salió al tablado el cantautor melódico valenciano Jonathan Pocoví, con un nuevo disco bajo el brazo titulado El vals de los desobedientes, para cantar de manera atractiva y resuelta la maravillosa “Mil veces prefiero” al alimón con su ídolo, que explicaba que en esta gira está aprovechando para disfrutar de la compañía y el arte de nuevos y viejos amigos, que no dudan en cantar junto a él si tienen oportunidad. No se lo quiso perder la mismísima Soledad Giménez, quien subió majestuosa a la tarima para interpretar la esperada “Soñar contigo”, clásica y hermosa, derramando lágrimas de emoción entre el público, que sentenció el dueto con una cerrada ovación. Alcanzado el cénit de la actuación, Zenet presentó a la banda mientras el público colaboraba con coros y palmas en “Sé que estás pensando en mi”. Para acabar, una preciosa versión de “Estela”, con el personal cantando eso de “por ella” para rubricar una velada de las que se guardan en el corazón por mucho tiempo.

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