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"Mi trabajo es una forma de esconder mi enorme miedo a la muerte"

Marc Hurtado exhibirá en la Mostra las películas le salvaron del suicidio en la adolescencia: «Sin ellas hubiese saltado por la ventana»

«Mi trabajo es una forma de esconder mi enorme miedo a la muerte»

El arte de Marc Hurtado (Rabat, 1962) es el producto de la tensión entre la luz y la oscuridad. La luz es la vida y la naturaleza, el paisaje de Marruecos en el que nació y el Mediterráneo de la València de dónde era su abuelo. Figura francesa de la experimentación musical y cinematográfica, Hurtado pasó los veranos de su adolescencia entre Cullera y el Perelló y en discotecas como Bunker (que después sería Puzzle), donde afianzó su amor por la música electrónica junto al que sentía por los héroes del punk y la «no-wave». «València me ha gustado demasiado», comentaba ayer por teléfono a Levante-EMV desde su casa de Montpellier.

Y frente a la luz, la oscuridad de la muerte que le obsesiona desde la adolescencia. «A los 11 años ya tenía ideas de suicidio. Cada vez que miraba por la ventana tenía ganas de saltar. Me atraía la muerte porque tenía miedo del futuro, de lo que me rodeaba y de lo que iba a ser mi vida. Para mí todo era un infierno».

A Hurtado le salvó la cámara de 8 mm que le regaló su padre y con la que descubrió el encanto de la experimentación al encerrarse con ella en el baño y proyectar sobre su vientre las grabaciones caseras de su infancia. Nació así el cineasta y el músico que ponía sonidos a sus filmaciones. «Esas películas fueron la llave para entender lo que quería ser en mi vida, me dieron las ganas de vivir. Sin ellas quizá sí hubiese saltado por la ventana».

Hurtado mostrará las películas salvadoras en la clase magistral que impartirá en la 36 edición de Mostra de València, donde también estrenará en España ‘My Lover The Killer’, documental protagonizado por la artista Lydia Lunch cuyo proceso el propio director califica de «increíble». Cuenta que en 2011 le propuso grabar un disco juntos y Lydia le envió varios textos en los que hablaba de Johnny O’Kane, un «yonki guapo y peligroso del que se enamoró perdidamente y por el que tuvo que huir de Nueva York».

Cuando ya preparaba el disco con Hurtado, Lunch supo después de mucho tiempo que Johnny se había casado, tenía hijos y era presidente de un sindicato de la metalurgia. «El día que él la llamó para volver a verse, Lydia había escrito un texto que terminaba diciendo ‘no has podido matarme, pero creo que matarás a la que venga después de mí’. Se citaron pero él nunca apareció. Había discutido con su mujer por haber quedado con Lydia, le pegó dos tiros en la cabeza y después se suicidó».

La ficción que Marc y Lydia habían imaginado para un disco «se convirtió así en una historia escrita en letras de sangre» que Hurtado convirtió en película grabando a Lunch mientras la contaba. La vida de Lunch es, según Hurtado, un «non stop trauma» que la artista «ha logrado convertir en una fuerza creativa». Igual que hizo él con las películas de 8 mm. «Por eso Lydia es para mí como una hermana, igual que Alan Vega es para mí como un hermano».

Hurtado trabajó con el líder de Suicide en discos, escenarios y películas como el documental ‘Infinite Dreamers’, que también se verá en la Mostra. Pero, ante todo, Alan Vega fue para Hurtado un ídolo desde la adolescencia y un «maestro del caos». «Para mí el arte es una forma de vivir en el caos. Por eso me interesaba tanto Alan, por su forma de crear arte cogiendo el caos y arrojándolo a la cara del público como una piedra».

El efecto de esta pedrada en «acto de amor» es el que Hurtado ha buscado siempre a través de sus películas, de su poesía o de la música compuesta con su hermano Eric en la banda Étant Donnés. Recuerda Marc el rechazo que por ello sufrieron sus primeras películas -«a los 10 minutos la gente se iba corriendo. Ahora estos que se iban corriendo me dicen que mis películas son geniales»- y sus conciertos: «el público nos tiraba cosas, saltaba al escenario… La violencia se convirtió en un ritual». Pero Hurtado nunca renunció a esa violencia. Es más, la reivindica: «La violencia puede ser bonita: el sol es violento, la naturaleza es violenta, la belleza es violenta. Y este tipo de violencia es el que quiero. Por eso mis películas tocan el estómago antes que el cerebro».

Y concluimos como empezamos, hablando de la tensión entre la luz y la oscuridad, la vida y la muerte. «En mis obras nunca verás la palabra o la representación de la muerte. Pero está en todo -asegura-. Soy como el animal que huye del león pero nunca mira atrás para ver si le persigue. Intento poner la mayor cantidad luz, de vida y de amor en mi trabajo porque siento la muerte en cada gesto de mi vida. Mi trabajo es solo una forma de esconder mi enorme miedo a la muerte».

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