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Análisis

El huevo de Colón

Era el huevo de Colón. Sin embargo, el nombramiento ha tardado años en llegar. El valenciano Jorge Culla ha sido desde siempre la persona ideal para coger las riendas de la gestión administrativa del Palau de les Arts. Su profesionalidad, conocimiento y experiencia; su capacidad de trabajo, lucidez y la proximidad con un entorno social, cultural y político que él conoce y controla mejor que casi nadie, le señalaban para el puesto complicado y delicado de director general del Palau de les Arts.

Proveniente de una conocida familia de gestores y promotores teatrales valencianos, Culla trabajó en el Palau de la Música ya en los tiempos de Manuel Antonio Conejero y, sobre todo, de Javier Casal. Allí ya demostró su eficacia, competencia y talento para la gestión y coordinación de todo. Hasta 1997, cuando es nombrado gerente y director técnico de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, donde su efectiva gestión impulsa a ambos conjuntos a una remarcable actividad internacional y discográfica. Hasta 2009, cuando asume los puestos de intendente de Teatros del Canal de Madrid y del nuevo Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial, así como de los festivales de este municipio de la Comunidad de Madrid, que pronto se convierten de su mano en coprotagonistas del mapa festivalero español.

Listo, inteligente, ajeno a la pereza y largo hombre de teatro, Jorge Culla es de los que están siempre con la camisa remangada. A la siete de la mañana y a las doce de la noche. Siempre disponible para cualquier emergencia, consulta o imprevisto. Imaginativo, lanzado, sensato y abierto a impulsar hasta dónde haga falta cualquier propuesta o idea -propia o ajena- que considere de interés. Hombre hecho desde la base, dueño de una carrera siempre creciente apoyada en el buen trabajo y en una eficacia a prueba de bomba.

Todos los que hemos trabajado cerca de él -arriba, abajo o al lado- sabemos de sus muchas capacidades. También de su talento organizativo, imaginación y viveza. Es un personaje hecho a sí mismo, nacido en el teatro, entre bambalinas, que ama, disfruta y vive el mundo del espectáculo como propio. Orgullo de este ancestral pasado, pero siempre, con la humildad, de saber cuál es su sitio, sin entrometerse jamás en cuestiones estrictamente artísticas, a pesar de tener adquiridas sobradas solvencias para ello.

Su nombramiento como director general del Palau de les Arts recupera para València al que, posiblemente sea su gestor cultural más eficaz, solvente y experimentado. Con su nombramiento, el Palau de les Arts gana enteros. Y, desde luego, nadie mejor que él para poner ley, orden y coherencia en la anarquía administrativa que allí habita. Cuenta para ello y para todo lo demás con el apoyo de unos políticos paisanos y próximos a los que conoce bien. Después de haber lidiado (sufrido) durante años a los de la Comunidad Madrid, desde Esperanza Aguirre a la Díaz Ayuso, con Ignacio González y la Cifuentes por medio, Jorge Culla vuelve a la calidez nada inocente de su tierra natal. Amigo estrecho del presidente Pablo Font de Mora y del director artístico Jesús Iglesias, con su llegada al Palau de les Arts, se cierra un bien avenido triunvirato que augura – asegura quizá- el mejor futuro imaginable. Bienvenido, ¡por fin!, a casa.

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