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Llega al Bellas Artes Piranesi, el artista que vio el Romanticismo

El museo expone 44 grabados en los que el teórico veneciano reflejó la Roma antigua y adelantó las ideas de invención, originalidad y libertad que se impondrían en la arquitectura contemporánea

Llega al Bellas Artes Piranesi, el artista que vio el Romanticismo

Puede que Giovanni Batista Piranesi fuera el último de los clásicos y el primero de los románticos. Arquitecto de una sola obra (la iglesia de Santa María del Priorato en Roma), Piranesi fue ante todo un teórico con una imaginación prodigiosa que divisó a través de sus grabados los nuevos tiempos de un arte en el que la invención, la originalidad y la libertad se acabarían imponiendo. También fue moderno como investigador y arqueólogo al reflejar con sus representaciones de las ruinas de Roma la realidad de ese momento (denunciando, de paso, el olvido de sus contemporáneos) y no la idealización del pasado.

La modernidad de Piranesi se puede captar desde ayer y hasta el próximo 30 de enero en el Museo de Bellas Artes de València, donde se exponen 44 de las cerca de 880 estampas que la Real Academia de San Carlos adquirió ya en el siglo XVIII. Se trata, según presumió ayer el director del museo, Pablo González Tornel, de la mayor colección en España de grabados de Piranesi solo por detrás de la Biblioteca Nacional y, en algunos aspectos -como en el de las «cárceles inventadas»-, superándola.

González Tornel presentó junto con los comisarios Adela Espinós y Joan Calduch, ambos académicos de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, esta exposición extraordinaria por el hecho de que los grabados de Piranesi, al ser en papel, difícilmente se pueden mostrar en colecciones permanentes.

Llega al Bellas Artes Piranesi, el artista que vio el Romanticismo

El director del Bellas Artes destacó que el arquitecto veneciano fue «un cronista de aquello que le rodea», y «de aquello que veía su mente», lo que hace que sus grabados abarque desde la visión más objetiva acerca de la realidad, «pero que proyecta a través de una imaginación prodigiosa y que se anticipa al romanticismo».

Calduch explicó que la Real Academia compró esta colección para la enseñanza de la arquitectura ya que Piranesi era un arquitecto teórico «fundamental» para entender el paso del clasicismo a la modernidad. «Sabe que lo clásico ha pasado, pero no sabe qué va a pasar», indicó el comisario, quien recordó la frase de Salustio que Piranesi incluyó en uno de sus grabados en referencia a sus contemporáneos: «Ellos critican mi novedad, yo critico su timidez».

La exposición refleja «las tres grandes caras» de Piranesi. La primera, «Vedute» (1745-1778) eran estampas de Roma que funcionaban como «las postales de hoy en día» para los turistas y los devotos cristianos que acudían a la «ciudad eterna», explicó Espinós.

«Antichità» (1748-1777), la segunda de las «caras» de Piranesi, graba los lugares arqueológicos como Paestum (1778) y las grandes infraestructuras de acueductos, puentes y cámaras subterráneas, recogidos con el rigor y fidelidad del arquitecto pero también con la visión «crítica» de quien constata a una sociedad «incapaz de valorar su patrimonio» como «ocurre también hoy», lamentó Calduch.

Por último, el de «Carceri d’invenzione» (1745-1761) fue el conjunto de grabados que «más impacto» tuvo para la arquitectura moderna ya que supone «la negación del espacio clásico centralizado propia de la arquitectura renacentista e introduce una visión angular barroca, de abajo arriba, con un espacio reticular octogonal». «El espacio es autónomo y ya no tiene centro», señaló Calduch.

La muestra concluye con cinco libros como «pinceladas» para entender sus aportaciones en otros campos como su faceta de decorador en el que se defiende la libertad de lenguajes para la creación formal.

Adela Espinós, Pablo González Tornel y Joan Calduch en la presentación ayer de la exposición «Piranesi. III Centenario!.

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