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Huella valenciana en el Reina Sofía

El cartelismo de la Guerra Civil, los exiliados, la abstracción o el pop feminista de los 60 ganan peso en la nueva colección del museo

Huella valenciana en el Reina Sofía |

El 25 de noviembre el Museo Reina Sofía abrió sus puertas para mostrar al completo su nuevo recorrido y discurso por la historia y el arte contemporáneo. Un museo, defiende el director de la pinacoteca, el valenciano Manuel Borja-Villel, «debe tratar de aportar las herramientas para que entendamos mejor la época en la que vivimos». Y el objetivo de «Vasos comunicantes 1881-2021» -que es el nombre que ha recibido la renovada colección- es explicar este presente a través del arte, desde el nacimiento de Picasso -su ‘Guernica’ sigue siendo la obra clave del recorrido-, hasta la actualidad.

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La renovada colección cuenta con 2.000 obras que se distribuyen en seis plantas y 15.000 metros cuadrados. Entre ellas encontramos un buen puñado de artistas valencianos desde Antoni Fillol a Bleda y Rosa, con una notable presencia de mujeres desde Ángela García Codoñer a Carmen Calvo, pasando por Isabel Oliver, Soledad Sevilla o Juana Francés.

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«Territorios de vanguardia: ciudad, arquitectura y revistas» es el título del «Episodio 1» de «Vasos comunicantes». En los inicios del siglo XX muchos artistas tomaron una postura pública y convirtieron no solo el arte, sino sus emplazamientos (galerías, pequeñas exposiciones, publicaciones y paredes), en lugares de transformación.

En este «episodio» encontramos los carteles realizados durante la Guerra Civil por Arturo Ballester o Josep Renau, uno de los artistas con más presencia de obras en todo el museo. Además, el Reina Sofía ha rescatado dos nombres poco recordados: el del pintor y cartelista Eusebio Bauset, de quien exhibe la obra ‘Bombardeo’ (un depósito temporal del Museo de Bellas Artes de València) y el alcoyano Tomás Ferrándiz, con ‘Clamor de guerra’. Ambas pinturas se incluyeron en el Pabellón Español de la Exposition Internationale celebrada en París en 1937, en la que también participaron Pablo Picasso, Joan Miró, Alberto, Julio González o el propio Renau.

Al igual que ha hecho recientemente el Museo del Prado, el Reina Sofía ha decidido reivindicar el mensaje social de Antoni Fillol exponiendo en su sala dedicada a «Pintura y anarquismo», ‘La noche de San Benito. Recuerdo de las pitas a Martos O’Neale’, pintada por el artista valenciano en 1903 para reflejar las protestas populares contra el Gobernador Civil de València, José Martos O’Neale.

Además de pinturas y carteles, «Territorios de vanguardia» expone varias fotografías de Agustí Centelles tomadas en Barcelona durante la Guerra Civil, y proyecta la película ‘La Commune’ que el cineasta anarquista lliriano Armand Guerra (seudónimo de José Estivalis Calvo) filmó en Francia en 1914.

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«Pensamiento perdido. Autarquía y Exilio», el «Episodio 2» del nuevo discurso del Reina Sofía, muestra a través de más de 300 obras el complejo contexto en el que vivieron tanto los creadores que permanecieron en España tras la Guerra Civil como los que se exiliaron, así como las aportaciones realizadas en el terreno cultural y artístico entre 1939 y los años 50 dentro y fuera del país.

Huella valenciana en el Reina Sofía |

Uno de los exiliados que el museo ha rescatado es el arquitecto y pintor castellonense Jesús Martí Martín, de quien expone la serie de óleos ‘Éxodo’. Y otro es, de nuevo, Josep Renau. En la sala dedicada a su etapa mexicana se proyecta su película ‘La tercera dimensión (1952-1955)’, y se exhiben los trabajos gráficos que desarrolló en la revista «Futuro» y los carteles realizados para partidos y organizaciones mexicanas de izquierdas.

«Campo cerrado», el «Episodio 3» del recorrido, toma el título de la novela ambientada en la Guerra Civil que el valenciano Max Aub escribió durante su exilio mexicano. La exposición cuestiona tópicos como la escasez e irrelevancia de la actividad cultural o artística durante la década de los 40 y esboza una imagen de la época que se resiste a las esquematizaciones.

En este episodio encontraremos una maqueta en escayola de la escultura ‘En memoria de los caídos por Dios y por España dependientes del Ministerio de Educación Nacional’, modelada por otro artista valenciano prácticamente olvidado en nuestros días, Francisco Gutiérrez Frechina.

Huella valenciana en el Reina Sofía

Un nuevo escenario

La mayor presencia de artistas valencianos la encontramos en «El arte y la Guerra Fría», el cuarto episodio de «Vasos comunicantes». La muestra recorre la radicalización cultural de los artistas españoles en el exilio, el uso de la cultura para rediseñar el nuevo escenario geopolítico y la utilización del arte como arma de resistencia.

Vemos de nuevo a Renau con esas vitriólicas críticas al «american way of life» que son ‘The Altogether Gal’ (1958) y ‘Pax Americana’ (1962). Una obra del alicantino Eusebio Sempere fechada en 1955 cuelga de las paredes de «El amigo americano», la sala dedicada a la III Bienal Hispanoamericana y a cómo el régimen franquista encontró en el arte abstracto una exitosa forma de propaganda que dio a conocer el panorama del arte español en el contexto internacional.

En 1960, después de una serie de negociaciones y convenios de carácter político entre España y Estados Unidos, se inauguraron dos exposiciones de arte español en Nueva York. Solo una mujer estuvo representada en aquellas muestras: la alicantina Juana Francés, de quien el Reina Sofía exhibe ahora el cuadro de 1959 que expuso en el Guggenheim.

Durante las dos últimas décadas de la dictadura, las mujeres activas en la escena artística española eran consideradas raras excepciones y su talento se minimizaba utilizando el apelativo de «arte femenino». Sin embargo, este calificativo peyorativo comenzó a formar parte de la temática abordada por muchas de estas artistas, como reivindicación de otro modo de hacer.

Existieron dos focos en la generación de discursos artísticos feministas: Barcelona —con unas obras impregnadas por las prácticas conceptuales—, y València, más cercana al lenguaje pop. Por eso, en la sala «Artistas mujeres y tardofranquismo» encontramos obras de Ángela García Codoñer -’Tetatop’. ‘Divertimento’, ‘Self-Distraction’ y ‘La cenefa’-, Isabel Oliver -’Feliz reunión’ y ‘De profesión: sus labores’-, y la alemana Ana Peters, con ‘Cuentakilómetros (no 1. Rosa Azul)’.

No falta en este episodio el Equipo Crónica, cuya escultura en papel maché ‘Espectador de espectadores’ se ha incluido en la sala dedicada a los «Encuentros de Pamplona», el festival de arte de vanguardia, celebrado en la capital navarra en 1972 y que está considerado el evento de arte público de mayor escala y trascendencia de la España tardofranquista.

«Los enemigos de la poesía: Resistencias en América Latina», el quinto episodio, se centra en el arte producido entre 1964 y 1987 en aquella área geográfica y en su relación con España. Una de sus salas -«Arte y computación»- está dedicada al Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, que se crea en 1966 como resultado de un acuerdo de colaboración con IBM. La empresa cedió un ordenador para el estudio y la investigación que pronto fue reemplazado en usos artísticos. Ahí encontramos a dos artistas valencianos: Eusebio Sempere (y su ’Yan-Yin azul’ de 1971) y Soledad Sevilla, de la que se exhiben cuatro reprografías y metacrilatos.

De los 80 a nuestros días

«Un barco ebrio», el sexto episodio del recorrido, está dedicado a «eclecticismo, institucionalidad y desobediencia en los ochenta». Sus salas sitúan al espectador en el momento clave para entender una contemporaneidad caracterizada por la ausencia de hegemonías. Entre más de un centenar de obras volvemos a encontrar a Renau -con su fotomontaje de 1972 ‘La gran puta Babilonia (Apocalipsis de San Juan)’-, y a Carmen Calvo, cuyo ‘Pinceles’ de 1992 forma parte de la sala que rinde homenaje al galerista Fernando Vijande.

Las movilizaciones sociales, la ecología, el urbanismo, los conflictos internacionales, el feminismo, las huellas del progreso y la proliferación de la imagen son algunos de los temas que conforman «Éxodo y vida en común», el último episodio del nuevo recorrido por el Reina Sofía con presencia valenciana. Dos composiciones de la serie «Campos de batalla» de Bleda y Rosa, deconstruyen las relaciones de explotación y dominio a través del paisaje cultural y natural.

Por último, la sala «Postcapital», toma su nombre de una instalación en la que el alicantino Daniel García Andújar revisa la situación histórica, social y económica de la sociedad tras la caída del Muro de Berlín y los atentados contra las torres gemelas. Basada en un archivo digital formado por miles de documentos textuales y audiovisuales recopilados de internet por el artista, la pieza se interroga sobre los cambios que la desaparición del bloque comunista ha provocado en las sociedades capitalistas.

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