El “llibret” como género literario eminentemente valenciano, como diálogo del tiempo con la ciudad a través de sus fiestas populares, como posibilidad imaginada que el monumento no puede expresar del todo y, sobre todo, como oportunidad cultural que no siempre se aprovecha. Desde hoy y hasta el próximo 24 de abril el hall del IVAM se convierte en biblioteca efímera formada por un centenar de “llibrets de falla” que datan desde 1855 hasta nuestros días. La muestra se realiza en colaboración con València Capital Mundial del Diseño y Falles Innovadores x Experimentals.
Dirigida por Ricardo Ruiz, “El llibret de Falla: una oportunitat cultural” presenta estos documentos surgidos para explicar los monumentos como el fruto del trabajo colectivo de los falleros con los agentes culturales de València en un contexto político y social determinado. De esta forma, podemos adivinar a través de su lectura no solo la historia de las fallas sino la propia historia de la ciudad, tal como ha defendido esta mañana la directora del IVAM, Nuria Enguita.
Así, en la biblioteca-exposición encontramos el conjunto de textos sobre la Falla de San Chusep de la plaseta del Almodí, de 1855, en el Josep Bernat i Baldoví explicaba la historia de Viçanteta y Don Facundo y que está considerado como primer “llibret” fallero aunque entonces no se calificaba como tal. También está “Els enemics del poble a l’infern”, la revista publicada en 1937, en plena guerra civil, cuando València era capital de la República y la Alianza de Intelectuales proyectó unas fallas antifascistas “protagonizadas” por Hitler y Mussolinni. Y el “llibret” de la falla que un grupo de exiliados plantó en Perpiñán con Franco como remate para ser víctima de las llamas.
La biblioteca nos muestra cómo durante el franquismo el valenciano desapareció prácticamente de los “llibrets” (como del resto de expresiones culturales) y se limitó a aparecer como idioma de "versets" y poemas. De esta época es el “Libro de la Falla del Foc”, que hace referencia al monumento que diseñó Dalí para la Plaza del Caudillo y que tanta polémica levantó porque, según muchos, “desvirtuaba lo que se entendía por falla”.
Con la transición, vuelve el valenciano a los “llibrets” y surge la oportunidad de utilizar el género como expresión artística alternativa, tal como demuestran los dos ejemplares que encontramos en el IVAM del “llibret” de la falla King Kong, con los dibujos de Micharmut, Sento Llobell y Manuel Gimeno.
Pero, tal como señalaba ayer Ricardo Ruiz, durante la década de los 80 y 90 pocas comisiones aprovecharon ese canal de modernidad abierto y el “llibret” entró en una especie de decadencia cultural de la que pocas fallas se salvaban. En todo caso, encontramos excepciones como el “llibret” en forma de caja de la Falla de la Plaça País Valencià de 1987, con guion de Manuel Vicent y dibujos de Sento Llobell, o los de Na Jordana. De esta comisión son algunos de los mejores “librets” de esta época, como el de la falla de 2001 “Una odissea de tres parells de nassos”.
De los últimos tiempos destacan los trabajos de comisiones como Borrull-Scors, Castielfabib-Marqués de Sant Joan, Corona, Ripalda-Beneficència-Sant Ramón, Plaça de Jesús, Arrancapins o el singular proyecto de Falles Populars i Combatives o el que se hace fuera de València como El Mocador de Sagunt, la Plaça del Forn y la Plaça de la Malva en Alzira, la de Joan Ramón Jiménez en Xàtiva o Canet en Cullera.
Entre ellos, el responsable del proyecto destaca el “llibret” “Sense Permís” de la Falla Mossen Sorells-Corona de 2017. Este “llibret” forma parte de la historia de las fallas por ser el primero en obtener un premio del ADG Laus de Diseño Gráfico y Comunicación Audiovisual. Compartió “bronce” (en aquella edición del concurso no hubo ni oro ni plata) con un catálogo del MoMa de Nueva York y otro del MACBA de Barcelona.
Esta biblioteca "común, transformable y efímera", indica el IVAM, contribuye a significar la fuerza de la fiesta de las Fallas como tejido asociativo local "capaz de construir un museo efímero que transforma la ciudad durante unos días". Asimismo, añade el museo, los "llibrets" generan en torno a ellos gran cantidad de trabajo cultural nacido directamente del asociacionismo y con la escultura de la falla como piedra angular. "Se trata de una oportunidad para la industria cultural valenciana (diseñadores, ilustradores, escritores, imprentas...) y una potente herramienta local de transformación", defiende.
El director del proyecto, Ricardo Ruiz, ha señalado “la importancia de potenciar y comunicar la existencia del ‘llibret’ de falla como oportunidad cultural más allá del mundo fallero”. En este sentido, ha destacado la importancia de una apuesta convincente por parte de las instituciones públicas. “Pero también es necesario concienciar a los delegados de publicaciones de las comisiones, convertidos en editores y gestores culturales, que tienen la responsabilidad de invitar a participar a gente que no forma parte del colectivo fallero, cuya voz es realmente necesaria”.
La muestra pretende así mostrar que los ‘llibrets’ de falla son “una oportunidad cultural, una plataforma genuinamente local, de expresión libre, participativa, que debe dar cabida al talento del mundo cultural valenciano, en forma de reflexiones escritas, poesías, ilustraciones, fotografías, condensadas en un formato editorial valenciano cuya naturaleza es interseccional y no endogámica, que nos empuja a compartir formas de ver y conocimiento desdibujando estratos culturales”, ha comentado Ricardo Ruiz.
