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Tribuna

Opus 1 (En el nacimiento del I Festival de Llíria) 

¿Hay algo más natural y razonable que Llíria, la ciudad de la música, tenga su propio festival? El que nace ahora, con la participación e impulso de Levante-EMV como “Colaborador principal”, es la cristalización de una pasión y de una manera de vivir y de sentir. El reflejo de una sociedad -la edetana- que vive y disfruta el hecho musical con naturalidad milenaria. La menudencia de presupuesto y de medios en absoluto se refleja en una programación exigente en contenidos e intérpretes, posible gracias a la colaboración, amiga y generosa de todos. Este I Festival de Llíria, promovido por el Ajuntament de la Ciudad de la Música, y que se celebrará entres los próximos 21 y 24 de julio, nace marcado por la excelencia y guiado por la ilusión de instaurar una cita anual que sea encuentro y cruce de melómanos, público y artistas.

Ocho conciertos cuyas fisonomía y naturaleza se han desarrollado casi por sí mismas. Como un destino. A la ilusión de una orquesta por participar, se sumó la de otra y otra. Así hasta la maravilla de que las cuatro grandes formaciones sinfónicas de la Comunitat Valenciana hayan confluido en su interés de “estar”. Es así, que por primera vez actúan juntas en una misma cita. Cuatro días, cuatro orquestas. Y las mejores. También las más generosas: acuden por amor al arte, por amor a la música y reconocimiento a Llíria y a la iniciativa de su Ajuntament de fundar este Festival que brota con el empeño de quedarse, de consolidarse como referencia anual y colofón de la temporada musical. Local y comunitaria.

Pedro Vicente concejal de Música de Lliria, Joanma Miguel alcalde de Llíria y Justo Romero, director artístico del festival. Miguel Angel Montesinos

El Festival de Llíria irrumpe inmerso en su precioso tiempo histórico y propicio entorno geográfico. Con modestia pero ambición de ser baluarte de excelencia y escaparate de vanguardias. La música contemporánea, la de nuestros días, claro, ostenta obligada y deseada presencia; como también la creación valenciana. En absoluto es casual que la primera obra que suena en el Festival es precisamente la que inaugura el catálogo del compositor valenciano Francisco Coll, el creador español más universal del siglo XXI. Un opus 1, Aqua Cinerea, que es también el opus 1 de una cita plural y abierta que escucha pasado, presente y futuro.

No menos feliz es la doble presencia de la música del también valenciano Óscar Colomina, servida por la Jove Orquestra de la Generalitat Valenciana y Albiach. Por no hablar de la recuperación de la ignorada Sonata del Sur, para piano y orquesta, del alicantino Óscar Esplá, que será defendida por sus paisanos músicos de la ADDA Simfónica y Josep Vicent, con el protagonismo virtuoso y expresivo de Carlos Apellániz, uno de los grandes del piano español de nuestros días.

En la apretada agenda festivalera, es ineludible el encuentro beethoveniano que el 24 de julio clausura el Festival, con Javier Perianes, nombre propio del piano español y universal, quien tocará y dirigirá desde el teclado dos conciertos para piano y orquesta de Beethoven. El Primero y el Tercero. Será una cita cargada de afecto y reconocimiento, al entregarse en ella la medalla del I Festival de Llíria a Alfonso Aijón, personaje legendario de la música española, fundador de Ibermúsica, dinamizador de la vida sinfónica española durante las últimas siete décadas y promotor de los grandes conciertos sinfónicos acontecidos en Llíria entre 1976 y 1982, durante los cuales actuaron algunas de las primeras formaciones y batutas internacionales, como la Sinfónica de Londres con Celibidache, la Filarmónica de la URSS con Verbitski, Sinfónica de Utah con Abravanel, Filarmónica de Israel con Mehta, o Dmitri Kitayenko con la Filarmónica de Moscú y Vladímir Spivakov al violín.

Los espacios propicios de los teatros de La Unión y de La Primitiva, y el “marco incomparable” y único de la Església de La Sang aseguran un ambiente ideal para el deleite de la música

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El I Festival de Llíria entronca esa tradición y memoria. De ahí la sustancial presencia sinfónica, que permitirá disfrutar de obras emblemáticas, como la Segunda sinfonía de Sibelius, El pájaro de fuego de Stravinski, o Romeo y Julieta de Prokófiev. Pero la cita festiva, abierta y diversa, abarca otros géneros y disciplinas. La música vocal y sinfónico coral cuenta con nutrida representación. Acontecimiento será la audición de la Misa en mi menor de Anton Bruckner en el marco único de la Església de La Sang. Si la iglesia y el párroco quieren, será, además, con liturgia, como la tradición y Dios mandan. Los intérpretes brucknerianos son el Orfeó de València y una formación de vientos integrada por selectos instrumentistas de Llíria. Todos bajo el concierto de Cristóbal Soler.

La música vocal está igualmente presente en los conciertos protagonizados por el Centre de Perfeccionament del Palau de les Arts de València, que recala con un programa integrado por conocidas páginas vocales de zarzuela, opereta y ópera; mientras que el Cor de la Generalitat, dirigido por su titular, Francesc Perales, se presenta con páginas corales centradas también en el repertorio lírico español e internacional. La mejor música de cámara llega en un programa de corte clásico que abraza las músicas coetáneas de Mozart y del valenciano Vicente Martín i Soler. Será interpretado por una formación -Mestres de vent de Llíria- configurada expresamente para la ocasión.

Un aluvión de conciertos que pretende ser cita estimulante para los sentidos despertar el ánimo positivo que genera la buena música cuando es percibida y compartida en las mejores condiciones. Los espacios propicios de los teatros de La Unión y de La Primitiva, y el “marco incomparable” y único de la Església de La Sang aseguran un ambiente ideal para el deleite de la música y sus infinitas sensaciones y sugestiones. Se alza el telón. ¡Están invitados! Disfruten, sientan y compartan la nueva “fiesta” de la música que es este Opus 1 que florece con vocación de llegar, como Beethoven en sus sonatas, al opus 111. ¡Por lo menos!

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