El Arenal Sound comienza a rodar y hace vibrar Burriana al son de la mejor música actual. Miles de voces de la generación Z corearon y bailaron las canciones de sus cantantes y grupos favoritos en el arranque oficial de los grandes conciertos.

El amplio y variado programa en cuanto a estilos y géneros de música hizo muy difícil a los espectadores quedarse quietos y es que el festival invita a moverse en todos los sentidos. El tinerfeño Maikel Delacalle abrió el escenario principal, pero antes el popular actor, Jaime Lorente presentó su debut como cantante inaugurando el Negrita Stage.

A los sounders les quedan por delante tres jornadas intensas, pero nadie quiso perderse el pistoletazo de salida de volver a vivir la música en directo, ya que la cita burrianense más popular del verano tuvo que aplazar la presente edición hasta dos veces.

Las puertas del recinto volvieron a abrirse de par en par tras muchas semanas de preparación, de hecho, varios operarios ultimaban los detalles de estructura y sonido el pasado martes por la tarde. Un trabajo a contrarreloj necesario para acoger a las estrellas de la jornada de ayer como Funzo & Baby Loud, el puertorriqueño Myke Towers, Recycled J y el cierre del dj Mike Williams.

Con mucho sabor nacional e internacional también hubo espacio para el pop y el rock de la escena independiente con grupos como Marmi; La, La Love You o el dúo Marlena en el escenario del beach club. La popular piscina de esta área volvió a reunir las mejores sesiones a cargo del dj local, Font, seguido de Pepino Marino, Boccachico y Albert González.

Ximo Puig con David Sánchez, uno de los directores del festival. | EFE/D.CASTELLÓ

La rutina ’sounder’

El Arenal Sound es sinónimo de sol, playa, música y amigos, una fórmula de éxito que ha convertido el festival en uno de los más multitudinarios. Pero, sin duda, el verdadero corazón del evento son las zonas de acampada, donde conviven más de 30.000 personas durante seis días. Y es que, para ser un verdadero sounder, hay que pasar por el camping lo que no es una tarea fácil, pero como todo, tiene una rutina.

Es por la mañana y, tras una noche de sueño breve pero reparador, son muchos los grupos de amigos que toman el desayuno y emprenden la marcha hacia los supermercados. Esta tarea se vuelve más fácil gracias a la línea de autobuses que conecta las áreas de descanso con el casco urbano y viceversa. Así lo confirman unos chicos llegados desde Burgos que realizan el trayecto todos los días para hacer la compra. Explican que «la lista es de supervivencia y diaria: queso, jamón, hielo y agua, mucha agua».

La dieta no importa mucho durante estas jornadas de diversión, pero sí la hidratación ya que las temperaturas que se están alcanzando este agosto son difíciles de soportar. Por eso, el siguiente paso es buscar una sombra donde refugiarse en las horas donde el sol es más intenso.

Según advirtieron estos jóvenes burgaleses ellos se quedaron sin toldo de protección, pero «nos hemos apañado comprando y colocando una tela para que aplaque un poco el calor en la tienda».

Tras comer y descansar el recinto abre las puertas del beach club, así que comienza la marcha. Escoger bañador, chanclas y acicalarse un poco para refrescarse en la piscina, uno de los lugares más concurridos y animados por la tarde. A medida que cae el sol, las masas se dirigen a sus respectivas tiendas para darse una ducha y coger energías con la vista puesta en la noche.