Se cumplen 20 años del fallecimiento de Rafael Conde, "el Titi". Dos décadas del adiós al emblemático artista que destacó por su irreverente humor, desplante y provocación.

Aunque natural de Talavera de la Reina (Toledo, 1939), fue València la ciudad que lo vio crecer como persona y artista desde que se trasladó a la capital del Túria cuando tenía tan solo 18 años.

Amante de sus tradiciones e idiosincrasia —era fiel devoto de la Verge dels Innocents, Folls i Desemparats—, sus irreverentes maneras aportaron dinamismo al panorama social y cultural de un país todavía marcado por la Guerra Civil.

Era, sin ambages y con visible orgullo, el gay folklórico por excelencia no solo de la Comunitat Valenciana, sino de España también junto a Rafael Amaya y Pedrito Rico.

Toda una "figura emblemática", como rezaban los titulares de prensa hace dos décadas, que hizo del Teatro Alkázar de València su templo.

Genio y figura de fiestas patronales y salas de espectáculos, su elocuencia e ingenuidad convencían, así como sus himnos Libérate o la popular canción Como un muñeco de fallas.

El último adiós

El corazón de "el Titi" dejó de latir el 19 de agosto de 2002 tras una semana ingresado en el Hospital Peset Aleixandre. No llegó a cumplir los 64 años.

Según el parte médico del doctor jefe del Servicio de Cardiología del centro hospitalario, falleció a causa de «una cardiopatía severa complicada con una enfermedad de bronquios y hepática».

Él quería, como su atrayente personalidad evidenciaba, que su velatorio se produjese en un teatro. Y así fue.

Inicialmente, los restos mortales del artista se iban a instalar en el tanatorio, como relató Levante-EMV hace 20 años, pero se negoció y su cuerpo fue llevado al Teatro Principal de València, donde se instaló su capilla ardiente.

Un día después, el 20 de agosto de 2002, se celebró una misa corpore insepulto en la iglesia del Cementerio General de València, donde fue inhumado horas más tarde.

A la cuna del teatro acudieron a llorarle cientos de compañeros y fanáticos.

"El Titi" estaba en un ataúd abierto en el centro del vestíbulo con dos coronas de flores: una que firmaba «Con cariño tus amigos» y otra muy significativa de su compañera Lidu que señalaba «Siempre estaré contigo», relató en aquel momento la periodista Mónica Ros para este diario.

"Conforme fue pasando la tarde se acercaron fans, amigos y artistas para decirle adiós. Lágrimas y sollozos por un hombre que «más que buen artista era buena persona». Ésta fue la principal frase durante todo el velatorio", detalló.

Grandes figuras del escenario como Rosita Amores, Carmen Morell o Pepe Márquez acudieron a despedirse de su gran amigo.

Pasión por la música

Según él mismo relató a este periódico, antes de cumplir diez años "ya tenía maneras" y comenzó a cantar en la calle, por lo que fue llevado a una academia.

Ya en València, se formó junto a los Joselitos del Cante.