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Cuatro décadas de ‘La arruga es bella’

Adolfo Domínguez desde hace 40 años conquista el mundo con sus confecciones

Adriana Domínguez, actual presidenta de la marca. Miguel Riopa

Asomaba el verano de 1982 cuando en las páginas del rotativo de tirada nacional El País irrumpía una potente campaña de publicidad con el eslogan más famoso de la moda española, La arruga es bella, de la firma gallega Adolfo Domínguez. En anuncios de una página aparecía la imagen de Moncho Conde Corbal vestido con un holgado traje y camisa de lino. El joven estudiante de Periodismo en Madrid era desde finales de los setenta el modelo en exclusiva del diseñador en una época en la que escaseaban los maniquíes masculinos. «Me llamaron un día para hacer una sesión de fotos para llevar a un stand a una feria de moda a París por mi relación de amistad con ellos. Funcionó y así seguí cinco años, desde los 21 a los 26. Lo hacía por amistad y porque el dinero me venía bien mientras estudiaba», recuerda Conde Corbal.

El diseñador Adolfo Domínguez. levante-emv

El revuelo que armó tal lema llegó hasta las clases intelectuales e incluso el mismo Francisco Umbral le dedicó una contraportada en el rotativo más leído de España en ese momento. «La frase venía de un concepto más amplio que le llega a Adolfo y que luego concreta muy bien Luis Carballo, como buen publicista que era», explica el primer modelo de Adolfo Domínguez, que solo posó en una ocasión para alguien ajeno a su vecino diseñador: para la revista Galicia Moda.

Salida a bolsa

Para Conde Corbal, la relación laboral con Adolfo Domínguez no fue a mayores, excepto cuando desfiló para él en su tienda de La Madeleine en París coincidiendo con la salida al mercado bursátil de la empresa gallega de moda en 1997, para la exposición Con fío (Con hilo) en la Cidade da Cultura en 2016 y ahora, para el 40 aniversario del icónico eslogan. Siguió su senda profesional como funcionario, primero, como comunicador en medios locales de Ourense, como empresario y, tras vender su correduría de seguros, al frente de un café-espacio cultural, El Cercano, que se mantiene con las aportaciones de unos socios mecenas, entre los que se encuentra el propio Adolfo Domínguez, asiduo a las tertulias literarias en el lugar. «Curiosamente, el año 1982, que fue el de la eclosión de la moda en Galicia como fenómeno cultural sobre todo en el ámbito masculino (hasta ese momento solo se asociaba moda a mujer), fue también el del movimiento artístico Alántica, el del grupo Rompente, que también celebra su 40 aniversario, y el de Siniestro Total. Fue un año extraordinario», manifiesta Moncho Conde.

El mensaje con el que el diseñador gallego revolucionaba el mundo de la moda no era otro que hacerla accesible a las clases medias y más cómoda. Se trataba de vestir «a la inmensa mayoría», decía. No importaba que el tejido se plegara a los pocos minutos de ponerse una prenda, seguía siendo hermoso. Sus cortes holgados que ahora conocemos como oversize comenzaron a ser identificados con la moda, con lo chic y lo elegante a la par que informal. «Para mí, la manera en la que vestimos refleja lo que somos. Y en cada rostro está escrita la historia de cada ser humano. Quise que mi ropa fuera una segunda piel y de ahí mi eslogan la arruga es bella», explicaba en su día Adolfo Domínguez.

El boom de la marca se debió a su buena conexión con la nueva forma de estar de la sociedad española recién llegada a la democracia e incluso con el perfil de personas que accedían al poder. «Consiguió dar con esa tecla de traje informal no solo con el lino, que era su matrícula, sino con la pana, que luego vimos a Felipe González vestir», comenta Conde Corbal.

Adolfo Domínguez, nacido en Trives en 1950, se había formado en Filosofía y Letras en Santiago de Compostela y en arte y cine en París. Su vocación por la moda surgió durante los tres años que vivió en Londres, donde le fascinó la industria textil británica que había hecho de sus tejidos una seña de identidad. Regresa a España, se encuentra con una sociedad «rígida y atrapada en una red de corsés y miedos», tal y como decía en el libro España de Moda (2003), y se hace cargo de la sastrería de su padre, junto a su hermano, decidido a reinventar el negocio familiar, darle su nombre y aportarle una imagen de marca.

En 1976 abre su primera tienda en su ciudad y en 1984 lanza su primera colección femenina también con el lema La arruga es bella. En esos años le proponen vestir a los protagonistas masculinos de la serie de televisión estadounidense Miami Vice (Corrupción en Miami en España) e imprime un giro estético a los detectives televisivos calcados de novela, que cambian sus amplias gabardinas y sombreros por cómodos trajes de lino y camisetas.

Durante la década de los 80, los diseños de Domínguez conquistan a clientes y prensa especializada en el extranjero, entre ellas la revista de moda masculina L’uomo Vogue, que lo situaba como uno de los diseñadores europeos más prestigiosos del momento.

La década de los 80 acaba con el estreno de Penélope Cruz en el mundo de la moda prestando su imagen para la marca gallega y da paso a los 90, los años de la expansión en el extranjero que se saldan con la apertura de 150 tiendas propias en tres continentes, en países como Japón, Argentina, México, Francia, Bélgica, Portugal y Reino Unido. Ya en los primeros años del siglo XXI crece en Estados Unidos, Filipinas, Singapur y, sobre todo, en México, país que en la actualidad es el segundo mercado en importancia y en el que se ha aliado con El Palacio de Hierro, la principal cadena de grandes almacenes. En 2016 comenzó a conquistar Rusia. Hoy la empresa cuenta con 343 establecimientos en 17 países.

La expansión le lleva a probar nuevos nichos de negocio, y en los 90 lanza el primero de sus exitosos perfumes de la mano de la firma Puig, del mismo modo que a mediados de los 2000 se aventura en la joyería, crea sus líneas U e infantil y lanza una para mascotas.

El 18 de marzo de 1997 Adolfo Domínguez se convierte en la primera empresa de moda española en cotizar en el mercado bursátil y ese año el Ministerio de Cultura le otorga la Aguja de Oro, galardón al que se le sumará en 2019 el Premio Nacional de Diseño de Moda.

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