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“Me represento a mí mismo por primera vez en mi vida”

Joan Font es uno de los fundadores de Comediants, actor, dramaturgo, director de escena y con cincuenta años de trayectoria en el teatro, cine, televisión y ópera.

Joan Font (Olesa de Montserrat, 1943), en La Llotja. L-EMV

Joan Font es uno de los grandes renovadores europeos de la escena. Fundador de Comediants, celebra los cincuenta años del grupo con El venedor de fum, una representación íntima que ha estrenado en València, en la pequeña sala La Máquina, con nueve funciones, quedan tres. Escenifica su trayectoria personal hasta el incendio de La Vinya, la mítica sede de la compañía en Canet de Mar. Anda preocupado por esa violencia genérica, el insulto, la mala educación y el poco respeto que se cobija en el anonimato.

¿’El venedor de fum’ es una despedida?

Una despedida y un reencuentro al mismo tiempo. Tengo una edad y muchas movidas con los cincuenta años de trayectoria teatral, con mi libro Joan Font, la descoberta d’un nou llenguatge teatral, que es una charla con mi guionista, Piti Español. Cuando la chica joven que transcribía la grabación me llama para darme las gracias por explicar todo eso, fue como un primer toque.

¿Pero es una despedida?

Puede ser una despedida de estar de pie en el escenario, de alguna manera.

Pues parece.

Sí, me lo han dicho, pero la idea primaria de la función era la conversación con Piti, y luego pensamos enlazarlo para que no fuera cronológico, sino una aportación para un espectador normal. Lo que aprendes cuando eres pequeño, el viaje de la vida, las posibilidades de los textos, las óperas… Mi idea inicial era hacer una cena, invitar a la gente en un sitio, La Máquina por ejemplo, poner una mesa y hablar.

¿Por qué se estrena en València?

Porque ahora estoy ubicado aquí. Mucha gente del teatro en Barcelona, como Jordi Puntí, me han ofrecido el Teatre Lluire, que iré casi seguro en junio. Pero en la vida siempre debes estar abierto, estoy aquí con una serie de historias, Les Arts, ayudo a Joan Raga en Castelló y gente joven que pide ayuda, que vaya a verlos. También acabo de terminar el libro de 50 años de Comediants.

Cincuenta años que empiezan en Barcelona y acaban en València.

Un amigo, que es asturiano, dice que nacemos donde nacemos, vivimos donde vivimos y morimos donde dice la mujer. Además, mi hija va a clase a La Máquina, donde vi uno de los primeros espectáculos cuando llegué a València. Me van mucho estas historias sentimentales.

La función termina con una llamada telefónica. ¿La misma que sonó cuando estaba en Sevilla preparando el espectáculo de la Expo y le dicen que La Vinya se está quemando?

Es parecido pero diferente. Aquello fue cierto y esto es de ficción, en el mejor sentido de la palabra, que me genera una actitud de reflexión. De hecho, cuando suena, todavía dudo de cogerlo, porque pienso que debería explicar alguna cosa más. Uno de los espectadores que han venido estos días me dijo que el final no le había gustado porque se acababa el espectáculo y tenía ganas de más.

Es que escenifica hasta que se quema La Vinya.

Sí, y queda mucho.

Entonces de 50 años, ¿habla de 25?

Incluso menos.

¿Se ha acabado el vender humo?

El vendedor de humo puede que sí, en el fondo el personaje no se termina porque soy yo.

Pero quien no conozca la historia de Comediants puede pensar que se acabó en aquel incendio, que fue antes de los Juegos Olímpicos del 92.

Sí, en el 90. Pero uno de mis grandes viajes es a partir del Llibre de les bèsties que es el 95. Era una manera de explicar algo que no fuera aburrido.

El inicio es emocionante con sus primeros recuerdos de los ‘pastorets’ y ‘la Passió d’Olesa'.

Maite, mi mujer, dice que, aunque ya me había oído explicarlo, le hace gracia porque de repente me vuelvo un niño.

Seguro que a principios de Comediants en Canet de Mar no se acordaba de los ‘pastorets’, donde dice que hacía reír, llorar e incluso ganaba unas pesetas.

Para nada. Es a partir de ordenar la memoria.

"El humo es porque cuando acaba el espectáculo solo queda la emoción"

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¿El incendio de La Vinya es distinto?

Sí, por dos razones. La primera por lo que pasamos, aunque luego continuamos y crecimos todavía más, y luego porque te das cuenta de que formas parte de alguna cosa más que de ti mismo, con aquella solidaridad que generó aquel incendio. No era solo dinero, también la relación que creas. Además, aquel incendio nos enganchó con el final de una etapa, la hippie.

Todavía se emociona cuando escenifica la gala final de las Olimpiadas con aquel barco de papel gigante volador que acaba cerca de Canet.

El mundo te hace cosas increíbles, porque yo lo quería enviar a Atlanta y cae en casa. Luego hicimos un espectáculo muy chulo al mismo Estadi Olímpic sobre la relación con los inmigrantes.

Después de aquel 92 con los Juegos Olímpicos y la Expo…

Y Albertville (Juegos Olímpicos de Invierno)…

… Comediants va a Chile recuperada la democracia y cuenta como los petardos iniciales se confunden con disparos.

Sí con 40.000 personas en silencio... Muy fuerte. Algo parecido nos pasaba cuando ibas a los países árabes a actuar y solo veías hombres, ni una mujer, ni un niño. Fui a protestar al príncipe.

¿Por qué está solo en una reivindicación tan colectiva?

Porque lo quería hacer solo.

Se le ve a gusto.

Sí, cada vez más, porque tengo clara la trayectoria y me gusta cuidar los detalles, las máscaras, la escenografía.

¿Buscaba una obra íntima?

Quería hacer un regalo. Los de La Máquina dicen que podía haber ido a un teatro más grande, pero buscaba un teatro pequeño para estar a gusto. Tenemos que reivindicar el teatro, porque es una de las artes que quedará, porque el cine, con sus dos dimensiones, lo tiene peor, mientras que en el teatro existe el olor del espectador.

Después de años de teatro en escenario y en la calle, cine, televisión, ópera y libros, ¿queda la intimidad?

El teatro es de tú a tú, de mirar por los ojos. Al principio digo que me representó a mi mismo por primera vez en mi vida. Estoy a gusto porque era la medida que me veía capaz, y no podía traicionar al que viene a verme. Según se acercaba el cincuenta aniversario de Comediants me iban proponiendo cosas, pero no quería hacer algo grande. Estoy en un momento donde me interesa apretar los sentimientos.

"València me gusta mucho. Cataluña es ahora una sociedad cerrada"

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¿Le duele Cataluña?

Un poco. Siempre he sido muy abierto, y València me gusta mucho. Cataluña es ahora una sociedad cerrada.

¿Cómo están ahora las artes escénicas?

Con este miedo por la pandemia y las nuevas tecnologías entrando a mucha velocidad hay incertidumbre. Lo único que deben hacer las nuevas creaciones es buscar el camino para incidir. Lo tiene peor porque nosotros sabíamos quien era el enemigo, el régimen franquista. Ahora no está tan claro.

¿El Joan Font de los ‘pastorets’ pensó que acabaría haciendo ópera?

No, yo iba a tirar huevos y tomates a los que entraban en el Liceu y cuando hice la primera ópera allí, ‘La flauta mágica’ en el 90, lo expliqué. El mundo evoluciona. Soy de los pocos que puede hablar con propiedad porque he estado en un sitio y en otro

¿Cuánto humo nos ha vendido en su trayectoria?

El humo hace referencia que cuando acaba el espectáculo ya no queda nada esencial, solo la emoción y el recuerdo.

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