Los libros de Roald Dahl no serían censurados en la C. Valenciana

Los editores valencianos piden más «contexto» y menos «censura» ante la modificación de las ediciones en inglés de clásicos como ‘Matilda’ o ‘Charlie y la fábrica de chocolate’

El protagonista de la película 'Charlie y la fábrica de chocolate' de los años 70.

El protagonista de la película 'Charlie y la fábrica de chocolate' de los años 70.

Carla Melchor

Carla Melchor

El sello inglés Puffin Books, propietario de los derechos de la obra de Roald Dahl, ha aplicado cientos de cambios en obras como ‘Matilda’, ‘James y el melocotón gigante’ y la famosa ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, considerados clásicos de la literatura infantil y juvenil. Lo han hecho, según anunció la editorial, para adaptar los libros a la sensibilidad actual en relación al género, la salud mental, el físico o la violencia. Los cambios sobre los textos de Dahl -nacido en 1916- han generado un debate sobre los límites del lenguaje políticamente correcto, pero también sobre «los límites del arte y de la literatura» y sobre la tarea del editor

«Lo más problemático del asunto es que se ha descontextualizado por completo la obra. Dahl nunca fue una persona políticamente correcta», explica Àfrica Ramírez, presidenta de la Associació d’Editorials del País Valencià (AEPV). «Las obras tienen que contextualizarse en el momento en el que se producen y en la persona que las hace. Ese es su valor. Los textos del siglo XXI nos chocan menos, obviamente, porque están contextualizados en nuestro tiempo. Se adaptan a lo que es permisible», añade la editora de Balandra. 

«Lo de querer apropiarse así de los textos es algo extraño», asegura Marc Senabre, editor en Bromera de literatura juvenil y vicepresidente de AEPV. «Las obras envejecen y a veces se actualizan. Pero lo que han querido hacer con Dahl es exagerado. Sus obras son clásicos, y por tanto, tienen un contexto determinado y se han de explicar como tal. Los editores tenemos herramientas para definir estas cosas, a través del prólogo, el anexo... Lo que se ha hecho es manipular el texto de una manera bastante bruta. Los editores debemos respetar la obra de los autores», añade. 

Aunque no es la primera vez que se realizan sustanciales cambios sobre el contenido de un clásico de la literatura. De hecho, la novela ‘Diez negritos’ de Ágatha Christie, cambió su título por el de ‘Eran diez’ al considerar el primer nombre como racista. Esta ocasión el impulsor de la propuesta fue el bisnieto de la escritora. 

En el caso de Dahl, hay más voces en contra que a favor del cambio, sobre todo desde el mundo editorial. «Hay cuórum porque se ha intervenido demasiado el texto», recalca Senabre, que como la presidenta de AEPV plantea la siguiente pregunta: ¿Podríamos cambiar un clásico como ‘Moby Dick’ o ‘El Quijote’?. «La editorial podría cambiar la escena de la ballena para no ofender al colectivo animalista, pero se cargaría el sentido de la novela», apunta Senabre.

Borrar el pasado

«Desde la editorial aseguran que los cambios son resultado de una revisión y actualización de la obra con un lenguaje inclusivo y una mirada hecha desde el siglo XXI. Puede que en esta última frase radica el problema», apunta Margarida Castellano, profesora de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universitat de València. «No hace falta mirar las obras clásicas desde la actualidad, pues lo que necesitamos es entender el contexto en el que fueron escritas». 

En las obras de Dahl, la profesión de «cajera» se ha cambiado por la de «ciéntífica de éxito», y la acción de «escribir una carta a un hombre de negocios» se ha transformado en «dirigir un negocio». «Si damos a entender que las mujeres siempre han sido ‘científicas de éxito’, no solo estamos maquillando una situación lejada de la realidad, sino que descontextualizamos las luchas de emancipación de las mujeres y podemos acabar no entendiendo un movimiento tan necesario para la historia de la humanidad como es el feminismo», asevera. 

Las modificaciones también limitan el tratamiento del racismo y el pasado imperialista. «Con el objetivo de visibilizar a las mujeres escritoras, han cambiado a Joseph Conrad por Jane Austen o, también, la India colonial de Rudyard Kipling por la California moderna de John Steinbeck. Una lástima porque en el camino perdemos la oportunidad de hablar de la situación minorizada y precaria de las mujeres escritoras o de lo que supuso el colonialismo para los pueblos oprimidos». Según Castellano, «siguiendo la moda del lenguaje políticamente correcto se está normalizando una censura en toda regla, y a la vez, perdemos la oportunidad de poder trabajar un punto de vista crítico con los alumnos o con el público lector». 

La profesora de Didáctica asegura que la sociedad necesita «más contexto» para poder interpretar el «mundo», y esto pasa por la educación literaria. «Si cambiamos el punto de vista mostrado originariamente en una obra estamos cambiando el relato y eso es peligroso», concluye. 

«No era un ángel»

El mundo de la escritura no ha dudado en responder a la decisión editorial, entre ellos, Salman Rushdie: «Roald Dahl no era un ángel, pero esto es una censura absurda». 

El escritor fue consciente de racismo en más de una ocasión. Dahl reescribió sus palabras en vida, pero sus modificaciones no cambiaron tanto la historia como los que ha llevado a cabo la editorial. El periódico ‘The Telegraph’ recuerda que en la primera edición de Charlie y la fábrica de chocolate (1964) los Oompa-Loompas eran pigmeos negros que Willy Wonka había traído como esclavos «de la parte más profunda y oscura de la selva africana» y cobraban en granos de cacao. El escritor decidió cambiar la descripción de estos personajes, es por ello que en la película de Mel Stuart de 1971, protagonizada por Gene Wilder, aparecían con el pelo verde y la piel naranja.

Por el momento, las ediciones españolas de los libros no han sufrido modificaciones por parte de Alfaguara Infantil y Juvenil.