Pau Pons y Jesús Muñoz, de Pont Flotant, ganan el Max a Mejor Autoría teatral

La compañía valenciana logra el premio a mejor autoría revelación por una obra que reflexiona sobre la muerte

"Eclipse total".

"Eclipse total". / Levante-EMV

Begoña Jorques

Begoña Jorques

No ha sido la mejor edición de los Premios Max para las producciones valencianas. Con cuatro nominaciones, la gala celebrada anoche en el Teatro Falla de Cádiz dejó un agridulce sabor de boca para las artes escénicas de la Comunitat, que solo se llevaron un galardón. Eso sí, de los grandes.

Aspiraban a mejor espectáculo revelación «L’abraçada dels cucs», de Cactus Teatre, y «La caja. Donde la realidad pierde sus límites», de La Catrina, con un texto de Desirée Belmonte, que también optaba a mejor autoría revelación. No pudo ser. «Cucaracha con paisaje de fondo», de Mujer en obras, y con texto de Javier Ballesteros, se llevó ambos galardones. La alegría de la noche la dio el último premio que se entregó, el de mejor autoría teatral. Fue para Jesús Muñoz y Pau Pons, por «Eclipse total» -una pieza sobre la muerte-, de la valenciana Pont Flotant. «Es un trabajo de más de 20 años, a cuatro manos y que hacemos a pie de escenario», dijeron.

También la valenciana Payasospital levantó el Max de Carácter Social por sus 25 años en la labor de alegrar la vida a los niños hospitalizados en la Comunitat Valenciana. El autor, actor y director de Payasospital, Sergio Claramunt, dedicó el premio a los niños y adolescentes «que nos dan una lección cada día porque son ellos los que sufren y los se ríen». 

Galardones

En cuanto al resto de galardones, el mejor espectáculo de teatro fue para «La voluntad de creer», de Pablo Messiez; el mejor musical fue «La gata perduda», de Teatre Liceu; «Love, love, love», de Animasur, triunfó como mejor espectáculo de calle y el galardón en la categoría familiar fue para «Blancanieves», de La Chana. Los premios a mejor actor y mejor actriz fueron para Pere Arquillué (por «L’adversari») y Marta Nieto y Marina Salas ex aequo (por «La infamia»), respectivamente.

En danza, la mejor intérprete femenina fue Lali Ayguadé por «Runa», que también alzó el Max a mejor coreografía; Mario Bermúdez, el de mejor intérprete masculino por «El bosque», mientras que el mejor espectáculo fue para «La reina del metal», de Vanesa Aibar y el castellonense Enric Monfort, que agradeció el premio, entre otros, al Institut Valèncià de Cultura (IVC) por su participación. El mejor diseño de iluminación fue para Laura Clos por «Rojos»; el galardón por el diseño de vestuario recayó en Pier Paolo Álvaro por «Ás oito da tarde cande morren as nais» y el trofeo a mejor espacio escénico se lo llevó Alessio Meloni por «La cabeza del dragón». La mejor dirección de escena fue para Iñaki Ricarte por «Supernormales» y la mejor música para Pascal Gaigne, por «¿Y ahora qué?». La mejor labor de producción se la llevó Tanttaka Teatroa por «Sexpiertos» y María Goiricelaya, por «Yerma».

El Max de Honor fue para los veteranos Tricicle, quienes reivindicaron un «ministerio del humor para que la vida fuera mejor». El Max Aplauso del Público se lo llevó «Le petit príncep», de La Perla 29.

El teatro del futuro

La gala de los XXVI Premios Max, organizada por la SGAE, tuvo mucho acento gaditano: el maremoto del siglo XVIII, la explosión de 1947, el viento de levante (que hasta soplaba para quienes se pasaban del minuto en los agradecimiento) y guiños a las coplas de carnaval en las que las gaditanas se hacían tirabuzones con las bombas que tiraban los franceses durante el asedio a la Tacita de Plata. Pura guasa gaditana. No faltaron alusiones a la guerra, a la crisis del gas, a las plagas, a las lluvias y las sequías. Y, por supuesto, fue una reivindicación por las artes escénicas y de quienes están por construir el teatro del futuro.

Suscríbete para seguir leyendo