«Señor: He arruinado la boda de mi hijo. Soy un monstruo».

El diario de un «impotente» al que le excita su nuera, la ruptura de una joven con el novio que le oprime o las misivas de una niña a su padre durante la guerra forman parte de la colección de documentos personales que ha reunido el librero Rafa Solaz  

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz / Miguel Ángel Montesinos

Voro Contreras

Voro Contreras

Una mañana Rafa Solaz recibió en su librería anticuaria de la calle Sant Ferran un extraño cuaderno personal protegido con un candado que había sido forzado. Al abrirlo, el librero vio que se trataba del dietario escrito por un vecino de València (su nombre nunca aparece, pero si el de su esposa y el de uno de sus hijos) a lo largo del año 1976. Un cúmulo de confesiones expresadas a boli -con una letra menuda y abigarrada hasta ocupar casi la totalidad de cada página-, que el autor dirige a un único interlocutor: el Señor

«Señor estoy ahora: ANGUSTIADO. ACOBARDADO. Problemas que siento: Impotencia sexual. Mi problema con C. (su mujer). Temor al trabajo. Estoy lleno de basura Señor», confiesa el autor del cuaderno en una de las entradas.

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Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz / Miguel Ángel Montesinos

Solaz desconoce por qué alguien decidió dejar de manera discreta y sin que él se diera cuenta aquel dietario en su librería. Sospecha, no obstante, que fue alguno de los visitantes habituales de su perfil de instagram, en el que el librero va publicando fragmentos de las muchas cartas y documentos personales que, con el permiso de las décadas e incluso de los siglos transcurridos, saca de la intimidad para los que fueron escritos. 

Más allá de eventuales donantes secretos, a Solaz le suelen llegar estos papeles por su trabajo, ya sea escondidos entre las hojas de los libros que adquiere para su tienda o en las cajas de trastos y recuerdos viejos de los que algún heredero poco afectuoso se quiere deshacer.

«Son cosas que, aunque tengan poco precio, para mí tienen un gran valor, porque no siempre el valor lo pone el precio -reflexiona-. Dime una cosa: si se incendiara tu casa, ¿qué intentarías sacar antes, la televisión de plasma o la única foto de tus padres? Pues eso».

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz / Miguel Ángel Montesinos

«Querido papá»

Una de las que él llama «historias anónimas» más estremecedoras de su colección le llegó a Solaz dentro de un viejo libro de poemas de Antonio Machado. Allí encontró las cartas que una niña llamada Natita le escribió desde València a su padre que, por el contexto que ofrecen las misivas, se había quedado en Madrid durante la guerra civil.  

«Querido papá -cuenta Natita en una de las cartas, que reproducimos tal cual están escritas-. Me he divertido mucho este carnaval en València es más bonito que en Madrid, mis primitos ivan de estudiantes y me dieron una bolsita de vaso y llevavan una música muy bonita. Yo me he vestido de aldeana y Carmen de jardinera, pero yo estaba más bonita que Carmen, si tu me hubieras visto verias que guapa estaba pero la tía no quiso que saliéramos a la calle porque dijo que llevamos luto...».

Esa última mención al luto es importante. Durante las siguientes cartas, Natita le cuenta a su padre cómo es su vida en la casa de su tía en València, las riñas con su hermanita, lo bonitas que son las fallas y lo mala que es su maestra, y le expresa las ganas que tiene de volver a verle:

 «Querido papá, te quiero mucho y tengo ganas de verte -escribe Matita en la última de las cartas que llegaron dentro del libro de Machado-. Mañana iré a la estasion con un sombrerito que he bordado una flor ya se bordar muy bien y te quiero y estoy muy alta la tia me llevará a la estasión y te dare abraso mui fuerte y eres muy bueno».

«Lamentablemente, Natita y su papá no volvieron a reencontrarse -revela Solaz- y ninguna de sus cartas llegó al destinatario». Gracias a las misivas y a otros documentos de esta familia, el librero ha logrado deducir que el padre murió en la guerra y que la tía de la niña (de cuya madre no se tiene noticia) le hacía escribir estas cartas para mantener la ilusión.

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz / Miguel Ángel Montesinos

«El aliento de tus jazmines»

«Lo que más valoro de estas cartas es toda la humanidad que transmiten y que podrían ser las vidas de cualquiera de nosotros», subraya el librero. Tan «nosotros» podríamos ser que, en uno de los casos, Solaz ha hecho algo más que poner la cara a los protagonistas de las cartas: ha logrado identificar a los hijos de Ramiro y Lourdes, los protagonistas de varias cartas fechadas en Tuéjar en la década de los 40, y ya planea quedar con ellos para entregarles la constantación escrita del amor de sus padres. 

«Seis días con hoy sin ver a mi mujercita ni tener noticias de ella -escribe Ramiro-… eso a mí… acostumbrado a verte todos los días, a respirar el aliento de tus jazmines… créetelo prenda mía, me faltas tú para ser completamente feliz, para que estos bellísimos parajes tengan el máximo de belleza a mis ojos, me haces falta tú».

«Te odio con toda mi alma»

Pero no todas las cartas de amor son tan felices. O, al menos, no son felices para una de las partes. Un 10 de agosto de 1911, en Dénia, Julia le escribe a un tal Manolo que pretende ser su novio:

«Por encima de otra cosa cualquiera, estimo y deseo mi independencia absoluta, física y espiritual (…) Y precisamente porque has sabido adueñarte de mí de un modo tan completo y al mismo tiempo tan opuesto a todos los propósitos que había hecho, te odio con toda mi alma y con todo mi corazón».

Y aun más: «Así pues, lo repito: te odio hasta un punto que no puedes imaginar si quiera, por haber destruido lo que yo tenía en mayor estima. Y estoy resuelta a recuperarlo. Por lo tanto, esta carta termina para siempre nuestras relaciones y sería inútil que insistas, porque estoy decidida a no hacerte ningún caso. ¿Te enteras? Además, graba bien en tu mente, que te odio, te odio y te odio».

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz / Miguel Ángel Montesinos

«Hombre soy y lloro»

También detectamos cierto rencor en las cartas que, allá por 1910, el joven Fernando le escribe desde València a su amigo Sebastián, a quien reprocha que haya tardado tanto en escribirle y que lo haya hecho de forma tan poco entusiasta:

«Quedo muy disgustado al ver el primer párrafo de tu carta en el que me dices: ‘Fernando, me dispensarás el que no te haya escrito antes, pues una vez por pereza y otra por no tener ganas de escribir… etc’». 

«Hombre soy y se me saltan las lágrimas de los ojos al pensar en dicho párrafo -reconoce Fernando- ¡Tú eres aquel amigo que decías que después de tus padres era yo a quien querías más!. Cruel desengaño. Ya no rio, el mundo para mí se acabó, no salgo ni los domingos ni nunca, desde que recibí tu fría carta».

«Soy un monstruo»

Pero para Rafa Solaz, no hay documento más perturbador que el que contiene aquel cuaderno con el candado forzado que alguien dejó en su tienda. En sus anotaciones, señala el librero, se adivina no solo a un protagonista atenazado por el fantasma de la impotencia sexual («Buenos días Padre: Voy a intentar el acto, si no sale que no me enfade. Y si sale… gracias»), sino también a una persona violenta con su mujer y sus hijos y con alguna parafilia poco edificante:

 «Si miro las cartas de mis hijos es por ver si me excitan un poco, pero no por injuria, creo yo. Perdóname por este maquiavelismo sexual», escribe un día. «Estoy angustiado. Ayer fue un día fatal. Me fui de órbita. Vuelvo a fallar con mi mujer. He vuelto a utilizar el alcohol para salir de mí mismo», anota en otro. 

El 15 de octubre de 1976, el autor del cuaderno anuncia que ese día se casa su hijo y le pide al Señor que le ayude a evitar la bebida durante el banquete. Pero por la noche, coge de nuevo el dietario y escribe: «Señor: He arruinado la boda de mi hijo. SOY UN MONSTRUO».

Unos días después, y tras confesar que ha hecho «el gamberro sexual» con su mujer con «fracaso total», anuncia que su hijo («que es un buen chico pero un poco fantasma») y la esposa de éste vienen ese día de visita y que «las cosas no están bien después de la boda». Pero aún pueden estar peor. Un día después de la visita, escribe:

«Buenas noches Señor: La excitación por la mujer de mi hijo es cada vez más fuerte. Creo que ella lo sabe. Que sea bueno Señor. No me dejes caer en estos impulsos».

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz

Valencia. VLC. Reportaje sobre las historias de personas anónimas que se recogen en las cartas antiguas que colecciona el bibliógrafo Rafael Solaz / Miguel Ángel Montesinos

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