Entrevista | Estibaliz Urresola Directora de cine

"Quince nominaciones no hacen una película mejor, la victoria es que llegue al público"

Defiende que su cine aporta «diversidad, de miradas, de voces, de temas, de idiomas, de lenguas, de territorios... Nuevas formas de entender y hacer cine».

Estíbaliz Urresola.

Estíbaliz Urresola. / Camilo Oviedo

Directora, guionista y productora, Estibaliz Urresola (Llodio, Álava, 1984) ya es la gran sorpresa de los 38º premios Goya, pues su ópera prima '20.000 especies de abejas' se ha hecho con 15 nominaciones —la primera vez que pasa con una directora novel—, y ya obtuvo premios en la Berlinale y el Festival de Málaga. Paralelamente, está también en la carrera a los Oscar.

Tomando de referencia su pueblo vasco, cuenta la realidad de la transexualidad y una niña que encuentra, en el anonimato, una nueva manera de presentarse al mundo. 

Este viernes estuvo en València, donde impartió una clase magistral en el marco del Humans Lab, el laboratorio de creación audiovisual del Humans Fest.

Quince nominaciones para los Goya. ¿Las esperaba?

Sentí mucha felicidad por parte ya no solo mía, si no de todo el equipo. Lo que esperábamos era que algunas de las candidaturas no entraran y al final tuviéramos un sentimiento agridulce por quedarnos a las puertas; o rascar alguna nominación, pero desde luego no las 15. Ha sido una alegría sin cortapisas, siendo una revelación muy explosiva dentro del equipo.

¿Cómo fue el momento de escuchar las nominaciones?

Muy emocionante, se iba acumulando conforme avanzaba la gala. Con cada nominación volvía a saltar, iba generando una energía brutal. Para cuando íbamos por la candidatura de Sonido ya estaba llorando y aún no habían llegado las que me concernían a mí. Además compartirlo en directo con todo el equipo fue muy bonito.

Además, ha sido nominada al Goya a Mejor directción novel.

Exacto, aunque debemos tener mucho cuidado con cómo medimos nuestra sensación de éxito respecto al trabajo que hacemos; es decir, que no se base solo en el reconocimiento externo. Sobre todo, hay que centrarse en la vivencia interna, en saber que has hecho todo lo que estaba en tu mano, que has sido coherente en tu manera de hacer. Para mí eso es lo más importante, pero es verdad que ese reconocimiento por parte de la industria sí que emociona.

En la categoría a Mejor Película compite contra uno de los favoritos, Bayona, con La sociedad de la nieve, ¿cree que la balanza caerá de su lado?

Eso no se puede prever ni desear. Ahí está el considerarnos ‘rivales’, cuando en realidad lo que tenemos que ser es compañeros en esta industria tan vulnerable y débil; enfrentarnos nos hace flaco favor. Intentaré durante mi carrera no entrar en esas dialécticas. 

Con tantas nominaciones, ¿ha surgido el miedo, tanto por su parte como la del equipo, de finalmente no conseguir ningún galardón?

Eso está ahí siempre, también cabe la posibilidad de que suceda. Por eso hay que relativizar mucho porque ni un premio ni una nominación hace una película mejor, ni que no te lo lleves la hace peor. Al final, la victoria es terminar la película, ese es el mayor premio: hacerla y que llegue al público. Lo que pase será bienvenido, de la forma que sea y estoy feliz de saber que voy a estar en Valladolid [donde son los Goya] con todo mi equipo y que vamos a celebrarlo todo, pase lo que pase.

Es más el sentimiento de satisfacción de haber acabado una película de la que se siente orgullosa…

Exacto. Y de saber también que para muchas personas es importante, concretamente para la comunidad con la que lo he hecho, la Asociación de Familiares de Menores Trans (Naizen) con quienes empecé todo el proceso de documentación para luego ponerme a escribir el guion. Para todo este colectivo, la película se ha convertido en una herramienta muy poderosa para seguir comunicando la realidad de sus familias. Esto le da un valor añadido a todo lo que está pasando con los Goya.

Urresola, en València.

Urresola, en València. / Humans Lab.

Para contar la realidad de las infancias trans, ¿cómo ha sido el proceso creativo para construir el entorno familiar?

Realizamos muchísimas entrevistas, durante un año, con 20 familias de Naizen, que tienen niños y niñas de entre cuatro y 10 años; decidí centrarme en esa franja de edad. Cada familia tenía un relato completamente distinto pero al final te das cuenta que a pesar de que todos ellos son completamente distintos, los posicionamientos respecto al tema podían tener mucho reflejo en las distintas posturas que hay: desde quien vive completamente al margen y desconoce sobre el tema, hasta los que lo ven con naturalidad. Esta última la veíamos mucho en los niños. Te vas nutriendo de esos arquetipos que ves que se reproducen en la sociedad teniendo de testimonio las familias que entrevistas. 

¿De dónde surge la idea de hacer un largometraje de este tema?

En 2018 se suicidó un niño de 16 años en el País Vasco y fue bastante impactante a nivel social. Pasó de ser un tema del que no se hablaba en absoluto en los medios de comunicación a empezar a ser un tema de conversación. Esto es lo que consiguió Ekai tristemente con su decisión; dejó escrita una carta donde decía que tomaba esta elección para visibilizar la realidad de los menores y de los jóvenes que estaban en su misma situación. No es que me inspire en su vida, creo que hay suficientes narrativas del sufrimiento y del conflicto sobre las trans-identidades, porque si falta algo es hablar de que pueden aportar al conjunto de la sociedad. Ese enfoque fue determinante; quería contarlo desde ahí.

¿Por qué algunos diálogos son en euskera?

Para mí el euskera es otro rasgo de identidad. La película sucede entorno a una frontera, que es más simbólica que geográfica, y también invita a reflexionar sobre esas identidades que se convocan alrededor. Además, tiene la particularidad de que el euskera no tiene marca de género —ni la tercera persona ni los adjetivos—, por eso para el personaje de Lucía el idioma se convierte en un espacio de libertad.

¿Qué aporta su película al nuevo panorama del cine español?

 Diversidad, de miradas, de voces, de temas, de idiomas, de lenguas, de territorios... Nuevas formas de entender y hacer cine.

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