Crítica|Música

Músico de raza

José Doménech Part

Ciclo Cambra al Palau. Palau de la Música. Sala Rodrigo Intérprete: Domenico Codispoti, piano Obras de Frederic Chopin, Leos Janácek y Seguei Rachmaninov.

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Decía el gran Artur Schnabel, que él tocaba las notas como muchos de sus colegas pero... ay de los silencios: es ahí donde reside el arte. Por eso, desde los primeros compases del Preludio en do mayor, del Op. 28 de Chopin, el pianista Domenico Codispoti (Catanzaro,1975) atrapó la atención de los socios de la SFV, embebidos de la riqueza de matices, la seguridad de su concepto y la elegancia de su fraseo.

Desplegó Codispoti todo el Op. 28, de Chopin, confirmando que es un músico de talla gama, capaz de resolver las mil y una emboscadas técnicas de la partitura sin dejar de reflejar los diferentes estados de ánimo del compositor. Dueño de una técnica desbordante, la emplea firmemente y con rotundidad pero también sabe mimar el teclado sin que la belleza del sonido pierda proyección ni intención. En cada preludio en tono mayor o menor, y tanto en los lentos, prestos o el cantabile, Codispoti impone claridad en su soliloquio, sin poses ni artificios con la contención que recuerda los maestros de otros tiempos

El checo Janacek, autor de operas como Jenufa o Katia Kavanova, escribió su "Sonata Desde la calle" impactado por el asesinato de un trabajador en una manifestación en Brno, en octubre de 1905. Consta únicamente de dos movimientos, "Presentimiento y Muerte", ya que eliminó un tercero por sentir ya lo había dicho todo. Codispoti hizo una conmovedora interpretación tan intensa como humilde.

Rachmaninov, gran compositor, fue un pianista con manos que podían alcanzar una treceava de pulgar a meñique. El artista italiano eligió seis de sus "Etudes-tableaux Op. 39", exigentes piezas que demandan un interprete de raza y de sobrada técnica pero también de una capacidad poética sin reservas. Aplausos, gran ovación y bravos hicieron volver al artista el teclado con un preludio del mismo autor que nos dejó sin respiración. Seguro que volveremos a oírlo.¿ Pero cómo alguien así ha estado fuera de nuestras salas de concierto? Hay que decirlo: imperdonable.

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