Crítica|Música

Ibérico, valenciano y redondo

Coelho, en el concierto.

Coelho, en el concierto. / Live Music Valencia

Justo Romero

Justo Romero

TEMPORADA 2023-2024. PALAU DE LA MÚSICA. Orquestra de València. Nuno Coelho (director). Noa Wildschut (violín). Programa: Obras de Turina, Coll y Shostakóvich. Lu­gar: Palau de la Música (Sala Iturbi). Entrada: Alrededor de 1,500 personas. Fecha: Miércoles, 13 marzo 2024

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El director portugués Nuno Coelho (Oporto, 1989) rebosó las mejores expectativas en su nueva actuación al frente de una Orquestra de València en día casi de gloria. Maestro y profesores bordaron uno de los conciertos más redondos de la actual temporada. Redondo por repertorio y por cómo lo interpretaron. En el programa, una primera parte de música española, ¡ibérica!, que confrontaba dos obras tan disímiles pero al mismo tiempo tan cercanas en su raíz andalucista como la dancística Orgia de Turina y las Cuatro miniaturas ibéricas, para violín y conjunto instrumental, de Francisco Coll. Valenciano de pura cepa y siempre fiel a sí mismo, Coll se empeña en transfigurar el folclore de raíz andaluza, que proyecta como un “espejismo” desde ese marchamo exquisito y universal que le convierte en figura única y personalísima en el panorama contemporáneo. En la segunda parte, la abrasadora y luminosa Quinta sinfonía de Shostakóvich. Cara y cruz de un concierto en que genio y música se impusieron sobre episódicos deslices o despistes, como las violas en Shostakóvich.

Nuno Coelho, cuya creciente carrera internacional se inició tras encandilar en 2017 al jurado del Concurso de dirección de Cadaqués, se inscribe en la tradición de directores lusitanos .-¡ibéricos!- que han engrandecido la mejor música española. Hizo brillar la fogosa fuerza rítmica de Turina en la última de sus tres Danzas fantásticas, una Orgia que parecía nacida en la misma entraña sanluqueña, y reprodujo con entrañable cercanía el hilvanado “caos” de Coll, con sus frenesís, “paranoias y esquizofrenias”, por utilizar la expresión certera de Antonio Gómez Schneekloth en las precisas notas al programa. Como solista, la violinista holandesa Noa Wildschut lució calidad, saber y virtuosismo -¡mucho virtuosismo se precisa para tocar estas endiabladas “miniaturas” que de tales solo tienen el nombre y la duración!- en una opción impecable que opta más por la belleza intrínseca que por la fuerza telúrica e ibérica que sustancia la colección. Leal a la partitura, tocó la tercera miniatura con la expresividad característica de un cantaor. Flamenco, claro.

Tras la pausa y el bien declamado Tercer tango-estudio de Piazzolla que Wildschut regaló como respuesta al éxito, Coelho se adentró en el océano que es la Quinta sinfonía de Shostakóvich, de la que extremó las aristas más punzantes en una versión de intensos contrastes y dinámicas. Desde los primeros sobrecogedores compases del “Moderato” inicial, subrayó en el enérgico ritmo punteado de la cuerda grave el lenguaje “sencillo, claro y a la vez original” que quiso utilizar Shostakóvich en esta sinfonía nacida en 1937, como “respuesta creadora de un artista soviético”. Las oscuras y mates sonoridades del Largo fluctuaron y se desvanecieron en uno de esos momentos incontables que salen y van directos del alma de la partitura a las de intérpretes y escuchantes. En el “Allegro non troppo” final, los brillantes instrumentos de viento metal parecieron compensar con su omnipresencia el silencio del Largo. Fue, en definitiva, una lectura en la que, tonterías aparte, afloró lo mejor de una Orquestra de València entregada al dictado del maestro invitado. ¡Pura música! Pocas veces, la gran sinfonía de Shostakóvich se habrá escuchado tan despojada de hojarasca y palabrería.

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