Crítica|Música

Entre petardos y sentimientos

André Schuen, en Les Arts.

André Schuen, en Les Arts. / Mikel Ponce

Justo Romero

Justo Romero

CICLO ‘LES ARTS ÉS LIED’. André Schuen (barítono). Orquestra de la Comunitat Valenciana. Anna Sułkowska-Migoń (directora). Pro­gra­ma: Obras de Wagner (Idilio de Sigfrido) y Mahler-Klaus Simon (Selección de Lieder de Der Knaben Wunderhorn). Lugar: Palau de les Arts (Sala Principal). Entra­da: Alre­de­dor de 700 perso­nas. Fe­cha: Jueves, 14 marzo.

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Era otro mundo. Pero no. En el fondo, la València fallera, la de los cohetes, pólvora y estruendo, no está tan lejos de lo que dicen y cantan los Lieder del ciclo mahleriano Der Knaben Wunderhorn. La vida con sus cosas, sus alegrías, luces y sombras. Pequeñas y grandes. .Frívolas y hondas.. De los petardos que el jueves tiraban chavales a las puertas mismas del Palau de Les Arts a las penas y también alegrías populares del ciclo mahleriano, del que el barítono André Schuen revivió una cuidada selección que tránsito por las vicisitudes de la vida y sus sentimientos.

Fue un concierto inolvidable, en el que palabra y solfeo, poesía y música, se fundieron en la voz, poderosa por expresión y delicada hasta el susurro, de un artista que, a sus 40 años -Schuen nació en la Italia trentinesca pegada a Austria, en 1984- disfruta de la plenitud vocal y humana ideal para decir y sentir estos Lieder que mezclan lo cotidiano con lo sobrenatural y lo extraño. Desde el simpático poema en el que un asno se convierto en juez de la apuesta entre un ruiseñor y un cuco para ver cuál canta mejor, al sermón de Antonio de Padua a los peces, o la sencillez doméstica de La vida de los mortales.

Mahler y Schuen cantan y describen la vida desde sus infinitos vértices y matices. Traspasan incluso palabra y sus fraseos para generar estados emocionales que sobrevuelan el detalle para instalarse en una galaxia abstracta con expresión propia, como cuando Victoria de los Ángeles -un beso en tu centenario- muy al principio de su carrera cantaba los Lieder de Schubert sin tener ni idea de lo que decían los textos. Armonías, melodías y vocalidad como protagonistas absolutos, como fuente total de expresión y belleza. Como Fischer-Dieskau, como Hermann Prey, Victoria, Schwarzkopf y no tantos más, Lejos de cualquier afectación y siempre con frescura y naturalidad, Schuen se adentra en la entraña -popular, exquisita, grotesca…- inagotable de la obra de arte, de los sentimientos y emociones que le dan sentido, para establecer una dimensión anímica única y exclusiva.

Contó con el concurso cómplice, virtuoso y cargado de registros y complicidad de una reducida plantilla de la Orquestra de la Comunitat Valenciana ajustada a las dimensiones instrumentales de las versiones de Klaus Simon. Se lucieron y enlucieron la música de Mahler todos y cada uno de los profesores del grupo camerístico, con el concertino Gjorgi Dimcevski a la cabeza. Fueron dirigidos con discreta corrección y muy atenta a la magia de Schuen por la cracoviana Anna Sułkowska-Migoń (1005), joven directora triunfadora del concurso “La Maestra” en 2022, que antes firmó una tímida lectura del Idilio de Sigfrido, animada, sin embargo, por las sobresalientes intervenciones solistas, tan plagadas de citas de un Anillo del Nibelungo que la OCV y sus profesores sienten muy próximo. El concierto inolvidable se cerró con el regalo fuera de programa de un Urlicht -germen del cuarto movimiento de la Sinfonía Resurrección- que elevó a todos a las más celestiales alturas. Fuera, en la calle, seguía la fiesta de cohetes, pólvora y alegría. ¡La vida misma!

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