Villores se localiza en el extremo noroccidental de la provincia de Castellón, en la comarca de Els Ports. Su extensión es apenas de 5,31 km2 y limita al Norte y al Este con Ortells, mientras que en el flanco meridional, occidental y septentrional hallamos el término de Forcall. El pueblo está ubicado en la margen izquierda del río Bergantes, a unos 500 metros, junto al lecho del Barranc dels Tolls, y a una altitud de 743 m.s.n.m. Se arriba a esta población, a través de la CV-119, que une la CV-14 con la localidad de Luco de Bordón, pedanía del municipio turolense de Castellote.

El relieve dominante corresponde al sistema Ibérico, con la orientación dominante NW-SE, muy condicionado por las numerosas fallas, lo que genera un terreno muy quebrado. Las principales elevaciones se ubican en el extremo occidental del término, y destacan la Cantera de les Refoies (1.083 m), El Carrascal (969 m) y Les Foies (963 m). Pascual Madoz, en su obra ‘Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar’ (1845-1850) indicaba que «El terreno es escabroso de inferior calidad, bañado por el río Bergantes, que corre de Sur a Norte». En el sector oriental el río Bergantes recorre un estrecho valle, que recibe por su margen izquierda el barranco dels Tolls, que atraviesa el término de Oeste a Este. El río Bergantes, que se une en Forcall con los ríos Cantavieja y Calders, es un afluente del río Guadalope y pertenece a la cuenca hidrográfica del Ebro. Villores forma parte de los pueblos castellonenses que pertenecen a dicha cuenca: Morella, Cinctorres, Forcall, Todolella, Ortells, Palanques o Sorita.

Villores es el primero que se halla a la izquierda del río, y a una hora del Forcall; está colocado en una altura, y en la cuesta de la abertura que allí dejan los montes; se compone de cuarenta vecinos ocupados en cultivar los campos. […]

CAVANILLES, A. J. (1797) - Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia, Imprenta Real. Madrid, 1797

Su altitud media (más de 700 m.s.n.m.) y la distancia al mar Mediterráneo (alrededor de 75 km) proporcionan a su clima mediterráneo, rasgos de continentalidad: una considerable amplitud térmica diaria y estacional. Los inviernos son fríos.

Villores se caracteriza por estar situado en un entorno privilegiado, que posee unos valores ambientales y paisajísticos muy destacados. Forma parte del Lugar de Interés Comunitario (LIC) Riu Bergantes, que es un área de gran interés ligada a los ecosistemas fluviales, y con una presencia destacada de fauna y endemismos vegetales. Alberga, entre otras especies, jabalíes, corzos, cabras hispánicas, águilas y buitres. Sobresalen los bosques de pinos negros, carrascas y enebros. El municipio también forma parte de los Paisajes de Relevancia Regional denominados Entorno de Forcall y Riera del Bergantes, y el de Bovalar, Menadella y Turmell.

Vista general del pueblo de Villores.

Una historia variada, incluido un marquesado propio

Los primeros vestigios de asentamientos humanos se tienen con la Necrópolis de San Joaquín de la Menarella, ubicada entre Forcall y el municipio aragonés de Castellote, a escasa distancia del término de Villores. Data del final de la Edad del Bronce y comienzos de la del Hierro, entre los siglos VII y VI a.C. Los orígenes de la población villorana son inciertos e históricamente formaba parte del término general de Morella. El topónimo Villores nos facilita algún indicio de su origen: posiblemente pre-islámico, por su relación con la palabra latina villa-ae, que significa masía o casa de campo.

En 1233 el noble aragonés Blasco de Alagón, al servicio del rey Jaume I, conquista Villores, arrebatándosela a los musulmanes. Sobre esa incursión, que tenía como objetivo final la conquista de Morella, José Segura y Barreda indica en su obra Morella y sus aldeas (1981), que “Salió la expedición, y entrando por las riberas del Bergantes llegó a Villores al rayar el alba. Era éste el lugar en donde los moros apacentaban el ganado, y D. Blasco se contentó, por entonces, en tomar las reses necesarias para almorzar su hueste”. Una vez conquistado otorgó a este territorio una Carta Puebla entre 1232 y 1240. En abril de 1233, Blasco de Alagón donó el señorío de Villores al monasterio de monjas de Sigena (Huesca), perteneciente a la orden de San Juan de Jerusalén. Por la Carta Puebla de Alcañiz de 1157 formaba parte del Reino de Aragón hasta 1284, cuando se incorporó al Reino de Valencia por voluntad de Jaume I. En el siglo XVI perteneció a Francesc Joan Ciurana, señor de Villores y Todolella. En 1723 el rey Felipe V elevó esté señorío a Marquesado de Villores. Durante el siglo XIX esta población fue testigo de las guerras carlistas.

Despoblación y economía rural

Villores es un municipio pequeño, de interior, que ha tenido una considerable emigración, por lo que la despoblación es muy acusada, con un intenso proceso de envejecimiento. En 1900 Villores alcanzó su mayor número de habitantes con 533. Desde entonces, esta cifra ha descendido de forma progresiva. En 1930 contaba con 443 y en 1960 tenía 389. En los años 70 y 80 sufrió más éxodo rural, de manera que en 1991 no superaba los 100 habitantes (sólo 91 vecinos). A lo largo del siglo XXI la pérdida demográfica ha continuado y en el año 2019 sólo contaba con 43 habitantes. La densidad de población es de 7,92 hab/km2.

La economía se ha basado tradicionalmente en la ganadería ovina, practicada en las masías situadas en el término, y en la porcina a través de varias granjas. Se ha visto complementada por la fabricación artesanal de alpargatas y manufacturas de lona. La agricultura se basa sobre todo en las producciones de secano (75 Ha); el regadío apenas ocupa unas 7 hectáreas situadas en torno al río Bergantes y al barranco dels Tolls. Los principales cultivos de secano son la cebada, con 36 Ha, los cultivos forrajeros con 19 Ha, y el almendro con 11 Ha. Las huertas más cercanas al casco urbano se alimentan de la Fuente del Bosque y otras, que nutren el caudal del barranco dels Tolls. Los terrenos de cultivo más aptos se sitúan a orillas del río Bergantes, en su vega de origen cuaternario, en donde hallamos cebada y cultivos forrajeros para abastecer a la ganadería existente. En el extremo nororiental del término, junto al río Bergantes, se ubica el Molí de la Cova, que era un molino maquilero que disponía de una balsa. En su fachada posee un reloj solar.

El pueblo de Villores

El núcleo urbano se localiza en una ladera ubicada en la solana, abrigada de los vientos del Norte. Mantiene el aspecto medieval de sus orígenes, con varias calles que confluyen en la Plaza de la Vila, donde se sitúan el Ayuntamiento y la iglesia parroquial de los Santos Juanes. Las calles son estrechas y empinadas y las casas conservan su construcción primigenia. En la parte alta del perímetro edificado se conserva un conjunto de eras comunales donde se hacía la trilla, con sus respectivos pajares. En este sector también encontramos los restos del castillo medieval, denominado El Castell, que es una torre fortaleza de origen musulmán, que ha sido declarada Bien de Interés Cultural (BIC). Junto al mismo se ubica la Ermita de Nuestra Señora del Buen Suceso, en el camino de subida a las Eras, en una construcción integrada en las casas del pueblo. Fue construida en 1738 y dispone de una nave cuadrangular.

La Iglesia Parroquial de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista fue finalizada en 1768, y está construida sobre un templo anterior de menores dimensiones. Es de planta y estilo neobarroco. Forma una única nave con cubierta a dos vertientes, y en su interior destaca una bóveda de cañón. En la parte derecha de la fachada posee un campanario de base cuadrada con cuatro campanas. El Palacio del Marqués de Villores es el actual Ayuntamiento. Su fachada data del siglo XVI y posee unos soportales que le confieren un aspecto porticado.

Los peirones son uno de los elementos más singulares y atractivos del municipio. Son cruces de piedra que poseen una doble funcionalidad: por un lado, señalan el inicio o la confluencia de caminos, por lo que tienen una significación orientativa; y a su vez tienen un carácter devocional, derivado de la religiosidad cristiana, ya que suelen estar dedicados a algún santo. Villores posee cuatro peirones, que son los de San Gregorio, San Juan, La Trinidad y San Pedro. Se pueden visitar mediante la Ruta de los Peirones, que es un itinerario circular no homologado. La principal ruta senderista que pasa por Villores es la PR-CV 127, que une Xiva de Morella, Ortells y Forcall. Atraviesa el término de Norte a Sur, junto a la ribera del río Bergantes y pasa por el Molí de la Cova.