J. M. Bort

El Valencia saltó al campo con la tiza en la mano para trazar una raya: la que une los pies de Aimar con los del resto de sus compañeros. El argentino fabricó en sólo 5 minutos dos ocasiones interesantes. En una, Villa no llegó a un centro de Rufete; en la otra, Baraja desperdició una entrega del argentino y envió la pelota fuera, ajustada al poste.

Quique no sólo le ha encontrado a Aimar el sitio perfecto para explotar sus cualidades, sino que ha creado un gran ambiente de colaboración a su alrededor. Al argentino le situó ayer Quique un ejército de guardaespaldas para contrarrestar el ímpetu del Getafe, al que Schuster le ha elevado la autoestima hasta límites impensables. Situó a Albiol de central junto a Ayala y ordenó a Marchena que acompañara a Baraja. Y en las bandas, dos centrales más: Caneira y Moretti.

A todo el mundo le pareció normal que el primer gol del partido se generara de los pies de Aimar. El argentino trazó la entrada de Vicente por la izquierda y este colocó con absoluta precisión la pelota en la cabeza de Villa, otro de los grandes benefactores de Quique. El guaje anotó su sexto gol y a este paso habrá que empezar a tomarse muy en serio su candidatura al pichichi. Las enchufa todas.

Todo iba como la seda y nada hacía suponer un cambio en la dirección del partido. Pero el Valencia, que no se distingue por un fútbol continuo, ni ahora ni casi nunca, decidió fustigarse antes del descanso. Cedió metros y el Getafe sacó provecho a la primera: una falta de Pernía se estrelló en el poste y Riki fusiló a Cañizares en el rechace.

Poco hacía suponer, en todo caso, el sufrimiento que padeció el Valencia tras el descanso. El Getafe se fue arriba a medida que pasaron los minutos hasta terminar cercando el área de Cañizares. Con Aimar en el banco -Quique dio entrada a Mista por el argentino-, el Valencia optó por la vía rápida para intentar llegar arriba. Mista, por dos veces, y Villa, en la acción anulada por el árbitro de forma muy rigurosa, pudieron adelantar al Valencia en el marcador. Pero para entonces todo le iba de cara ya al rival, que marcó en la siguiente acción. Aún hubo tiempo para la expulsión de Villa en el descuento.