Gaspar Rubio es el genio olvidado. Fue el primer jugador que hizo de la heterodoxia un modo de vida futbolístico. Fue un artistas, se le llamó el «Rey Gaspar», «El Mago Gaspar» y también «El rey del astrágalo». Pero fue un delantero extraordinario, el mejor de su época, y el inventor de las primas. Sucedió justamente contra Inglaterra el 15 de mayo de 1929.

Gaspar Rubio Meliá nació en Serra, en 1908, y su periplo deportivo fue extensísimo; Noya, Reus, Sport de Gracia, Levante, Real Madrid, Juventud de La Habana, España de México, Racing de Madrid, Athletic de Madrid, Nacional de Madrid, Valencia, Levante, Granada y Murcia. Era individuo a quien costaba hacer nido.

En tiempos de guerra jugó en el Levante la Copa Mediterránea y aún lució sus mejores cualidades. Fue protagonista de varias fugas. Una de ellas, cuando emigró a América, dejó al Madrid sin decir adiós.

Era auténticamente portentoso. Ágil en el desmarque, habilidoso con el balón y rematador con ambos pies sin necesidad de prepararse la acción. Una de sus escapadas a América fue para seguir a una moza. En Cuba sufrió la fractura de una pierna y sin embargo, cuando regresó, siguió siendo el jugador imprevisible y difícil de anular.

La mayor de sus hazañas deportivas fue la de marcarle dos goles a Inglaterra, el 15 de mayo del 39, en el desaparecido Estadio Metropolitano. Fue la primera derrota de los ingleses fuera de su campo. El hecho tuvo resonancia extraordinaria para el fútbol español.

Lo curioso del partido no fue sólo que hiciera dos goles, sino que antes de jugar le pidió a la Federación Española diez duros de la época, una fortuna, por cada gol que marcara. En la Federación, conociéndole, aceptaron la propuesta con el convencimiento de que con ello, la derrota sería menos humillante. El secretario federativo, en ocasiones posteriores pasó por el trance de tener que conceder premios a todos los jugadores puesto que se había establecido el antecedente con Gaspar Rubio. El drama se produjo cuando, en 1933, España venció a Bulgaria por 13-0 y hubo que repartir dinero para todos.

Contra Inglaterra jugaron Zamora; Quesada, Quincoces; Prats, Marculeta, Peña; Lazcano, Goiburu, Gaspar Rubio, Padrón y Bosch. Los goles tuvieron este orden: Bradford, Carter, Rubio, Lazcano, Carter, Rubio y Goiburu en el minuto 82.

El día que llegó Gaspar a Madrid lo llevaron al Café Riesgo, en Alcalá esquina a Peligros, donde había tertulias de políticos, iba mucho Indalecio Prieto con Juan Belmonte, de artistas, toreros y deportistas.

A Gaspar lo presentaron a los críticos de la época. Llegó con la boina calada hasta la orejas y la gabardina hasta los tobillos. Era la estampa del cateto, del pobrecito hombre de pueblo.

Los críticos lo tomaron a broma desde el principio y mucho más cuando le preguntaron por su jugada preferida. «Si centra el extremo izquierda, dijo, la paro con la derecha y chutó a gol con la izquierda. Si centra el extremo derecha, la paro con la izquierda y con la derecha tiro a gol».

Provocó risas y cierto cachondeo. Se corrió el rumor por las redacciones de que el Madrid había fichado a un individuo que, entre otras cosas, era cortito de mente.

Llegó el domingo, centró el extremo derecha, la paró con la izquierda y con la derecha hizo gol. La jugada siguiente fue al revés y con la zurda hizo el segundo tanto. Acabó con las risitas de los cronistas.

En un partido de Copa cotra el Arenas de Guecho lesionó a un contrario y la prensa de Bilbao calentó el ambiente y vaticinaron un recibimiento feroz. A Gaspar le entraron los miedos. Pensó que lo iban a matar a patadas los contrarios y le dijo al presidente que no quería ir a jugar. Insistieron en que era imprescindible y llegaron al pacto de que salía, marcaba un gol, hacía poco después como que se había lesionado, se retiraba antes del final y con un coche en la puerta del recinto lo llevaban de nuevo a Madrid.

Así fue. Marcó el gol que necesitaban sus compañeros, el segundo que sentenciaba la eliminatoria y comenzó a simular una lesión. Antes de que acabara el partido se retiró y sin cambiarse de ropa, cosa que hizo dentro del taxi, partió antes que sus compañeros y se libró de las iras de los aficionados locales que no lo pudieron ver al salir del campo.

Gaspar Rubio es uno de los grandes deportistas valencianos frecuentemente olvidados. Aunque sólo fuera por crear las primas contra Inglaterra, merecía la pena dedicarle un recuerdo.