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"Creo que uno cuando sale a jugar no piensa que vayan a pasar estas cosas. Para mí es muy emocionante si luego surgen. Me lo tomo como un reconocimiento al trabajo hecho en este partido. Es especial por todo lo que he tenido que vivir durante estos últimos años". David Albelda no podía esconder su emoción tras la cerrada ovación que le tributó Mestalla en el minuto 89, el clásico minuto en el que se sustituye a los ídolos. El ex capitán sabía que la aclamación iba más allá que por su titánico esfuerzo en la medular ante el Barça. Los aplausos llevaban un mensaje implícito: la reconciliación.

Se cerraban casi dos años de desencuentros del futbolista de la Pobla Llarga con la hinchada. Unos meses de convivencia complicada en los que Albelda, que pocos años atrás había sido el gran ídolo de la hinchada, no ha tenido más remedio que renunciar a la capitanía, ver cómo se le acababan las internacionalidades, trabajar en silencio, aguantar alguna suplencia (el del sábado fue s primer encuentro como titular este año) y esperar la clemencia de la afición del club de toda su vida. Todo empezó en diciembre de 2007, cuando el entonces entrenador, Ronald Koeman, apartó a Albelda, Cañizares y Angulo, que no serían readmitidos hasta cuatro meses más tarde, cuando fue destituido el técnico holandés. En ese intervalo de tiempo, sin embargo, la figura del futbolista se erosionó considerablemente al llevar el asunto a los tribunales y denunciar a Juan Soler y exigir al club una indemnización. Lejos quedaban, para el aficionado, las imágenes del carismático futbolista que se asentara en el primer equipo en el año 2001, "mangriñeando" a Zidane en su estreno con un marcaje perfecto, siendo una pieza básica del conjunto que, con Rafa Benítez en el banquillo, se proclamó campeón de Liga en 2002 y 2004 y de la Copa de la UEFA. Albelda perdió el juicio y la mayoría de la afición pasó a recriminarle cada vez que tenía la pelota o cuando se pronunciaba su nombre en la presentación del equipo.

Un signo de normalidad

Las críticas, poco a poco, han ido disminuyendo en cantidad y decibelios, hasta cerrarse el paréntesis el pasado sábado, con la ovación ante el Barcelona. Un signo de normalidad y madurez propios de una institución con cordura y memoria. Contra el Barça fue el primer encuentro de este campeonato en el que Albelda fue titular. De los seis partidos que el equipo había disputado con antelación, en cuatro tuvo la oportunidad de jugar en la segunda parte, en uno permaneció en el banquillo y en otro no entró en la convocatoria al encontrarse enfermo.