Manuel Pellegrini es la víctima, pero no el culpable. El entrenador es la cabeza de turco, la figura a la que hay que sacrificar para justificar el fracaso de la nueva galaxia. El entrenador se encontró con un equipo hecho a golpe de talonario, difícil de ensamblar por las descompensaciones, los egos y la obligación de alinear futbolistas por los que se han pagado más de 250 millones de euros esta temporada. En algún caso su rendimiento no ha sido el exigible a su condición de estrella supermillonaria. Pellegrini no cayó bien en Madrid. Algunos le reprocharon que no acudiera a las presentaciones del Bernabéu en las que las estrellas pisaron alfombra roja como en Hollywood. Le creyeron distanciado, poco entusiasta. Desde la primera conferencia de prensa le recordaron que había sido la tercera opción para entrenar al equipo. Educadamente respondió que un club como el Madrid ha de tener varias opciones.

El entrenador no se ganó grandes simpatías porque no es hombre dicharachero. No cuenta chistes en la sala de prensa. No concede largas entrevistas a diario y no es partidario de tener periódicos y emisoras afines. Trata de ser imparcial y de atender a todos por igual. Pellegrini no da grandes titulares y ello, para ciertos negocios, no resulta rentable. El Madrid, que alcanzó en noche épica el primer puesto de la Liga, por fallo del Barça, parecía lanzado a recuperar «las glorias deportivas» de su copla. Tropezar con el Olympique de Lyon no ha sido novedad. Contra este equipo francés es la segunda vez. En octavos de final ha caído en las cinco temporada anteriores. Esta es la sexta consecutiva.

Con Pellegrini no se ha creado la crisis. Desde la temporada 2004-05 ha tenido, con él, siete entrenadores: Camacho, García Remón, Luxemburgo, López Caro, Fabio Capello, Bernd Schuster y Juande Ramos. Desde 2006 en que dimitió Florentino Pérez lo han dirigido cuatro presidentes antes de su segunda etapa: Fernando Martín, Luis Gómez Montijano, Ramón Calderón y Vicente Boluda. De Calderón quedó el escándalo de la asamblea manipulada que acabó costándole la dimisión. De Boluda queda para la historia balompédica su famoso «chorreo», cántico que ahora le cantan a su equipo cuando pierde.

Pellegrini llegó sin tener intervención alguna en los fichajes. No pidió a Arbeloa, Albiol, Xabi Alonso, Benzema, Kaká y Cristiano Ronaldo. Únicamente solicitó que se quedaran en la plantilla Sneijder y Robben y ambos fueron vendidos. Luego le achacaron que juega sin extremos. El auténtico, el mejor, Robben, triunfa en el Bayern de Múnich.

Al llegar a la Ciudad Deportiva le advirtieron de que Van der Vaart estaba en venta y no había que prestarle gran atención. El jugador acabó quejándose de que el entrenador no le diera bola. No hubo comprador y se quedó. Con el tiempo, el técnico descubrió que es mejor jugador que otros de los que dispone. Sus últimas actuaciones lo han demostrado. Aunque la polémica no haya alcanzado grandes resonancias en el entorno del club, y entre los aficionados se ha planteado la necesidad de dejar a Kaká en el banquillo y alinear a Van der Vaart. A tal hazaña no se ha atrevido Pellegrini porque ello era poner en cuestión el gusto del presidente.

Benzema no acabó de cuajar y sus lesiones permitieron que Higuaín saliera del ostracismo y demostrara que no es inferior al francés y tiene más capacidad goleadora. Contra el Olympique, su obsesión por el gol le hizo fallar un par de ocasiones. Sobre todo no buscó a sus compañeros. A los quince segundos también marró Kaká y no hubo nadie que pusiera en cuestión al jugador.

Al acabar el partido, Guti hizo declaraciones que han encendido al vestuario. Dentro del mismo ahora hay resquemores. Guti no ha sido nunca titular. Ningún entrenador ha creído en él. Pellegrini también lo tuvo en el banquillo, pero un par de actuaciones geniales lo convirtieron en la figura que nunca fue. Guti es jugador de calidad extraordinaria y los turiferarios de turno ya estaban pretendiendo vender su figura para la selección. Contra los franceses, en el segundo tiempo, desapareció. Caminó más que corrió y allí se constató de nuevo que es jugador de medias partes. Ha tenido varias lesiones en los últimos meses lo que no le ha quitado alegría a su vida porque, según propias declaraciones, no se ve con sesenta años acudiendo a las discotecas.

El miércoles negro del Bernabéu, Pellegrini no pudo alinear a Xabi Alonso y el equipo se resquebrajó por esa zona en la que acabaron mandando los franceses. Ni el músculo de Lass ni la calidad de Granero sirvieron para equilibrar el juego de medio campo. Granero, también muy reclamado por cronistas y comentaristas de turno, a la hora de la verdad tampoco ha dado la talla. De esta cuestión ha hablado Guti y en este caso, con razón. El Madrid de la nueva galaxia no ha dado la talla en los partidos de compromiso. Se exceptúa la remontada frente al Sevilla. En Mestalla el primer gol de Higuaín arrancó de un fuera de juego de Benzema.

El equipo no tiene un lateral izquierdo de garantías y de ahí que actúe Arbeloa, quien es diestro. En esa zona el equipo cuenta con Sergio Ramos. Para la izquierda no se fichó un galáctico y, afortunadamente para el equipo, los centrales jóvenes y sin «glamour» Albiol y Garay, han suplido magníficamente la ausencia del lesionado Pepe. Para completar el panorama, la esposa de Kaká se ha permitido llamar cobarde a Pellegrini, en una red social, por sustituir a su marido. En casa tan religiosa como la del brasileño también sacan los pies del tiesto. Esta historia comienza a parecerse a la de Didí a quien no protegió Di Stéfano, pero le perjudicó más aún su habladora esposa.

Pellegrini tendrá que pagar la mala planificación del club. Su historial no es el de un mediocre. Al margen de su profesión, ingeniero, como entrenador fue campeón en Argentina al mando de San Lorenzo de Almagro y River Plate. En España tiene más mérito hacer subcampeón de Liga al Villarreal que campeón al Madrid y lo hizo. Y clasificó al «submarino amarillo» en dos ocasiones para la Liga de Campeones, con plaza de semifinalista, como también la fue en Copa de la Uefa. Lo del Villarreal es hecho insólito porque nunca jamás lo había conseguido una ciudad de 51.000 habitantes.