El Ros Casares no ha podido tener un mejor inicio de temporada. Con sus tres primeras victorias, el equipo valenciano se ha encaramado a lo más alto de la tabla de la máxima competición femenina. Tras vencer cómodamente a Mann Filter, Extrugasa y Celta, las de Jordi Fernández están demostrando que eso del cambio de ciclo no va con ellas. Pese la mancha en el historial de esta temporada de la Supercopa perdida en La Fonteta, las valencianas se han rehecho rápidamente y han empezado el año con tres victorias en tres partidos.

En ello tienen mucho que decir los nuevos fichajes del club valenciano. Para muestra, un botón. En el último partido ante Celta Indepo, Katie Douglas -16 puntos-, Rebekkah Brunson -16 tantos y 8 rebotes- y Edwige Lawson -15 puntos con 5 triples- fueron las más destacadas. La adaptación de las nuevas incorporaciones, toda vez que son más de la mitad del equipo, iba a ser clave, y lo está siendo. En la dirección de juego, tanto Núria Martínez como Marta Fernández aportan buenos minutos, y junto a la incombustible Laia Palau, conforman la terna de bases que está dando la claridad necesaria al juego que quiere Jordi Fernández. Pero las que más están aportando son la pareja estadounidense. Tanto Brunson como Douglas están brillando en estos primeros partidos, mientras jugadoras como Frölich o McWilliams están lejos de su mejor nivel.

Mérito del técnico es, también, haber conseguido un equipo conjuntado en tan poco tiempo. Obviamente, en ocasiones sus jugadoras aún tiran de individualidades, pues apenas llevan tres semanas entrenando juntas, pero se ve mucho más equipo de lo que podía predecirse a estas alturas. Así las cosas, la exigencia para el Ros no ha cambiado. Irán a por todas las competiciones, sabedoras sus jugadoras de que si el Ros no gana no es el Ros. La más importante será, cómo no, la Liga Femenina, donde Rivas y Salamanca se postulan como los rivales a batir. Pero si las de Fernández siguen rindiendo al nivel que han mostrado en estos primeros partidos, será muy difícil para cualquiera arrebatarles el título. Para ello el Ros necesita que todas sus jugadores aporten por igual, que ese concepto de equipo que Fernández ha conseguido milagrosamente en apenas unas semanas se fortalezca aún más y se llegue a la unión que ha habido en el vestuario todos estos años, a esa comunión entre público y equipo que ha llevado al Ros a lo más alto del baloncesto femenino europeo, pese a que la Euroliga sea, por ahora, el título más ansiado por la parroquia valenciana.