Quizá se cumpla el pronóstico de Enrique Cerezo, el presidente del Atlético de Madrid, que se ha metido por medio para afirmar que tanto hablar del Barcelona-Real Madrid del lunes para que luego resulte un bodrio. El presidente respira por la herida porque ve que los focos están dirigidos a un partido que, al fin, va a enfrentar a los dos grandes en sus mejores momentos. Porque no hace tanto, los duelos resultaban desequilibrados hacia un lado u otro. Ahora, a la espera de lo que pase, el equilibrio es máximo.

Porque el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, ha apostado por entregarle el timón a un entrenador con tanta personalidad que lo ha oscurecido a él y a todos los futbolistas. Los tiempos en los que los galácticos tenían el móvil particular del presidente se han terminado. Los tiempos en los que las concentraciones se jugaban en apuestas entre la plantilla y el entrenador han pasado. Han pasado también Raúl y Guti, que algo tendrían que ver en el desarreglo permanente. Ahora el Real Madrid pelea, se entrega, muestra orden y, salvo el caprichito de Sergio Ramos con el penalti, no aparece nada que no esté en el guión. Hasta los analistas más cercanos al barcelonismo más recalcitrante reconocen que se van a ver los dos mejores equipos del continente, que es decir el mundo. Enfrente va a estar un Barcelona que, liderado por Pep Guardiola, ha escogido la herencia de Cruyff, el gusto por el toque, el tan valorado sentido catalán y, por qué no, el estilo zen, el mismo que practica un madridista confeso como el cantaor Enrique Morente. Los azulgrana saben que el entrenador rival intenta poner nervioso a su colega, que aplica su filosofía y se resiste, aunque a veces deja escapar su deseo de polémica. Por ejemplo, cuando con media sonrisa aseguró que cambió a Piqué en Atenas para que no lo expulsaran. El Barcelona sabe que va a recibir a un rival capaz de hacerse con el cetro que ostenta, que ante los equipos de Mourinho el toque y la exquisitez flaquean más de la cuenta. Si el Chelsea o el Inter amargaron las noches barcelonistas, el Madrid actual puede repetir faena.

Dice Cristiano Ronaldo que el choque de los dos grandes expresos europeos llega en el mejor momento, y tiene razón. Los dos vienen de exhibirse en Liga y en Liga de Campeones, están en sazón y quieren hacerse con el control de la competición nacional. Dos estilos de juego que se parecen poco van a confrontarse en un lunes postelectoral. A lo mejor Enrique Cerezo termina con la razón, pero parece difícil que el duelo no haga frente a las enormes expectativas levantadas. Un equipo en franco despegue como el Madrid no llega con un solo complejo ante un rival que no parece tener dudas, pero que puede que las tenga después de la gran jornada. La apuesta de Florentino parece que esta vez va a ser ganadora. De momento, la gran prueba.