¿Qué fue de su proyecto para reconstruir Mestalla?

Aquello no fue para adelante porque no hubo mucho interés en moverlo, la verdad. Ya se encargaron algunos de tirarlo por tierra. Es curioso, pero me lo tumbaron en un programa de televisión que se hacía en Canal 9. Me llevaron de conejillo de Indias y entre Paco Roig y el periodista lo criticaron. Roig empezó a cuestionar el proyecto, que si por 6.000 millones de pesetas y con cuatro papeles quería hacer un estadio, y me puso a la gente en contra. La gente del público empezó a pitarme, porque Roig era muy hábil para dirigir las orquestas sinfónicas. Me giré y le dije a la gente: «Haced lo que queráis, pero el Valencia algún día lo lamentará». Esto está grabado en la televisión. Se estaban riendo del proyecto. Hoy nadie lo haría. La idea era derruir y levantar por fases un nuevo estadio en la actual ubicación de Mestalla, con una capacidad de 67.000 espectadores y sin que el equipo hubiese tenido que dejar de jugar allí en ningún momento. La cuestión era aprovechar una temporada de Mundial o Eurocopa, con una Liga que se acabara en mayo.

¿Cuál era el proceso?

Estaba todo estudiado con una empresa de hormigones prefabricados para luego montarlos como un mecano. Ya teníamos un presupuesto de 100 millones de pesetas para derruir el estadio por partes. Hubiésemos jugado en el mismo estadio. El ayuntamiento tenía que darnos permiso para volar la grada norte y cerrar herméticamente el estadio en su perímetro. Pero ni siquiera llegamos a plantearlo al consistorio... porque todo quedó desestimado en aquel programa famoso.

Usted se había atrevido a cuestionar el estado de Mestalla.

Sí, estaba Pedro Cortés de presidente y aquellas declaraciones hicieron mucho ruido. Yo tenía inquietud por la salud del estadio y así lo transmití. Un día cayó un trozo de hormigón que podría haber matado a alguien. Había que gastarse dinero en reforzarlo, era evidente, como así se hizo después. Aún hay gente que me ve y me dice: «Mira, l'estadi encara no ha caigut». Yo no dije que se iba a caer, pero sí que había riesgos. Soy constructor y sé de lo que hablaba. La resistencia de los pilares era insuficiente.A raíz de aquellas declaraciones, me querían crucificar. Un día, de regreso a Valencia por carretera, escuché en la radio que el consejo del Valencia se había reunido y que me querían meter una querella por lo criminal, hasta me llamaron terrorista. Yo no tenía miedo. Tenía un informe con los análisis del estadio porque fuí responsable de su seguridad. Si me acusaban yo podía defenderme. El hormigón era malísimo. Estábamos trabajando a 250 kilos por pilar y en los pilares de Mestalla no llegaba a 25. Hasta Llorente, entonces secretario del consejo, me trató de terrorista. Cortés me llamó por teléfono y me dijo: «Menuda has montado». Y yo le dije que todo lo que habían dicho por la radio no tenían lo que hay que tener para llevarlo a la práctica. Llorente demostró su honestidad y se retractó en una emisora.

¿Le pasó factura?

No voy al estadio desde entonces. Durante el descanso de un partido, en mi localidad de Tribuna, se me acercó un aficionado y me dijo. «Si usted tuviera vergüenza, no vendría a este campo». Y le dije: «Mire, me voy a ir». Le dije a mi mujer que nos fuéramos en pleno descanso. Prometí que nunca más volvería. Solo he estado una vez en Mestalla desde entonces: Fue en el homenaje a Arturo Tuzón. Precisamente, Arturo me había pedido muchas veces que tenía que regresar al fútbol. Pero mi decisión estaba tomada.

¿No se planteó entonces el Valencia cambiar la ubicación del estadio?

Después de aquellas declaraciones, me dije que sólo volvería a Mestalla si se hiciera nuevo, pero no me imaginaba lo que está ocurriendo. Entonces hubo una idea mejor que ninguna y fue cosa de Bautista Soler. Estudiaba un proyecto para construir el campo en los actuales cuarteles militares de la Alameda. Tenía las gestiones hechas y en una comida en Picassent puso la idea sobre la mesa. A mi pareció perfecto. Porque teníamos tranquilidad para hacer el campo y porque las cifras sí que eran razonables. El Valencia iba a obtener mucho más dinero de las parcelas de lo que nos costaba el campo, que iba a quedar alineado con la Alameda, en un sitio perfecto. Bautista lo tenía ya hablado con el capitán general de Valencia. Era la mejor solución, sin duda, nada que ver con lo que se hizo después con el proyecto de la Avenida de Les Corts. ¿Pero dónde iban con un proyecto de 350 millones de euros? Es una burrada y se ha quedado como una losa económica que no sabremos si algún día el Valencia podrá recuperarse. Me invitaron al acto de la presentación de la maqueta, pero no fuí. Insisto en que nos sobraba estadio.

¿Se terminará algún día el nuevo Mestalla?

Seguro que algún día. ¿Cuándo? No lo sé. Yo no lo veré. El momento no es propicio para acabarlo. Las empresas no reciben ayuda financiera, están cerrando. El campo está ahí, y se terminará. Cuando venga un evento, un Mundial de Fútbol, o algo parecido, entonces se terminará. Pero no creo que sea posible con los recursos propios del Valencia. Ya se ha hecho un estudio, quitando algunos adornos y abaratar el coste inicial, pero...

¿Cómo valora la gestión de Manuel Llorente?

Lo conozco muy bien porque he estado siempre en el lado de enfrente. Y esa es una buena manera de reconocer los méritos del otro. Llorente es un gran gestor administrativo. Pero su preocupación debe estar en cuidar la cantera, fomentarla. Si paterna no nos sirve para sacar desde la portería hasta la media todos los futbolistas que necesitamos, para que jueguen en el Valencia y para venderlos, entonces no es útil. Sacar delanteros es muy difícil, pero defensas es muy fácil. Pero eso requiere paciencia. Lo que tiene que hacer la afición es respetar a Llorente y valorar su trabajo. Hay que estar en el palco para saber lo que ese hombre está sufriendo. Y yo lo sé porque lo he vivido dos veces , y sin razón. Dicen que el aficionado siempre tiene razón. Eso no es cierto. Llorente es un gran profesional, pero no puede estar siempre con tanta presión. Hay que dejarle trabajar.

¿Está de acuerdo en que cobre como presidente?

Por supuesto. Pero si con cualquier transacción que se hace en el fútbol se gana más de lo que cobra. Si el Valencia pierde a Llorente, lo lamentarán. ¡Pero si el Valencia es campeón todos los años!, porque al Madrid y el Barcelona están en otro mundo. Pero yo lo entiendo todo porque a mí me cantaron por una tontería. Aún la recuerdo perfectamente (‘Peris, sal al balcón, tira el jamón, mira que viene Romario’, entona) Todo porque yo era de los que se oponía a fichar a Romario y le gente bromeó porque en el desplazamiento a Karlsruher llevé un jamón para repartirlo. Así me había comprometido porque en la eliminatoria anterior, contra el Nantes, nos habían dado cuatro cacahuetes...

No se dejaron convencer...

No podíamos gastarnos mil millones. Votamos que no en el consejo, pero Roig lo intentaba una y otra vez. De ahí lo de «Arturo, suelta los duros». Aquella gestión era seria. Hasta Frank Arnessen (exfutbolista del Valencia), que había sido secretario técnico del PSV Eindhoven, con quien teníamos muy buena relación, me dijo: ‘Peris, lucha para que no venga Romario. Os dinamitará el vestuario porque es muy conflictivo». Lo teníamos muy claro. Administrar dinero ajeno es muy fácil. Para nosotros el dinero de los socios es sagrado. Nunca firmamos un presupuesto con un céntimo de déficit. Fuimos los primeros que comenzamos a avalar los presupuestos.

¿Arturo Tuzón se merece una estatua en Mestalla?

Más que nadie. Arturo era un señor y donde íbamos nos representaba con absoluta dignidad. Con él se podía ir cogido de la mano donde fuera. Lo tenía todo muy claro, porque era un presidente responsable. Y el ejemplo de que el Valencia puede ser un equipo grande sin necesidad de talonario, si no a base de trabajo. Para eso se hizo Paterna. Yo estaba de directivo con Ros Casares cuando compró los terrenos. Fue la mejor inversión, con la idea de sacar futbolistas, y Tuzón recogió el testigo. El Valencia subió a Primera y fue subcampeón con gente de la cantera. Lo demás es sacar los pies del tiesto.

Pero la gente se queja de que le han quitado la ilusión...

La ilusión tiene que estar en la cantera. Mira, el otro día llamé personalmente a Llorente. Durante una reunión de amigos en Mislata se comentó la supuesta oferta que hay por Soldado y Rami por 50 millones de euros. ¿Sabes lo que hice? Llamé a Llorente para preguntarle si podía hacerle una pregunta: Que si era cierto que los vendiera ya. ¡Ponerlos en una bolsita y a buscar recambios en la cantera!, le dije. En la situación del Valencia, operaciones como esa hay que completarlas. El problema es que el presidente está condicionado por la deuda y es muy difícil tomar esas decisiones. La gente joven debe ser consciente de que hasta los últimos éxitos llevábamos 30 años sin ganar nada.

Usted sabe que la mayoría de la afición no lo aceptaría...

La gente está engañada. El Valencia es un club con una tradición centenaria, acostumbrado a vender futbolistas, y es un club grande. Yo era muy amigo de Pasieguito, que sabía mucho de fútbol y, de hecho, pocas veces se equivocó. Él se cogía de los pelos por el dinero que se pagaban por los defensas. Claramunt, que también tenía una gran visión del fútbol, ofreció que el club comprara a Cristiano Ronaldo después de un torneo de l’Alcudia, por 300 millones de pesetas. Habríamos hecho un negocio redondo. Pasieguito era un catedrático en esto. Pidió a Morientes cuando estaba en el Albacete. El Zaragoza ganó 300 millones por tenerlo sólo una temporada. Si aciertas en esto y sacas provecho a la cantera, tienes asegurada la estabilidad del club. La gente debería hacer memoria y recordar cómo ha ganado el Valencia sus títulos. Tenemos unos límites y hay que aceptarlos.