Cristiano Ronaldo se despidió ayer del Mundial y no regresará a él hasta que tenga 33 años de edad. Se le está acabando el tiempo, hasta el punto que muchos empiezan a dudar de que llegue a tener una oportunidad de brillar en la competición que consagra definitivamente a los futbolistas. ¿Se le escapó hace ocho años, cuando Zidane y una selección francesa que ni fu ni fa le mandó a casa en las semifinales de la cita de 2006? Se le han ido tres Mundiales, tres Eurocopas y unos Juegos Olímpicos sin más éxito que un subcampeonato, el europeo de su país, que sonó más a fracaso que a lo otro.

Cristiano, posiblemente, no debió ni siquiera acudir a Brasil porque su condición física y, por extension, la mental, no era la idónea. Y aún así, de sus botas salieron el pase de gol que les dio esperanzas (el empate ante Estados Unidos en el minuto 94) y el gol que les dio esperanzas, aunque pocas (el de la victoria de ayer). Mientras Messi marcha a buen ritmo (máximo goleador y con su selección en buena forma), el portugués se marcha sin haber hecho más ruido que el de los aficionados a la caza de una foto o de, simplemente, verle. Atrás quedarán los vendajes en la rodilla, la pulsera antimosquitos para no sufrir el dengue o el lamentable corte de pelo con el que obsequió, es un decir, a las cámaras, que le olvidarán rápidamente y se fijarán en Messi y, por supuesto, en Neymar.

Se suma, de esta forma, a esos Balones de Oro que, una vez conseguido, no han rematado en la cita de equipos. Ronaldinho, Figo, él mismo...

Se marcha nuevamente con una sensación de fracaso y con esa, aún mayor, de que no está hecho para la gran cita del fútbol. No ha brillado en ninguna de sus tres presencias. Ayer se despidió simplemente con la cabeza gacha. Hace cuatro años, escupiendo a un cámara.

Ayer simplemente aprovechó, y casi a desgana, un lamentable despeje del portero de Ghana. La selección africana, que había mandado a casa a dos de sus jugadores, (Sulley Muntari y Kevin Prince Boateng) por indisciplina, y que había cobrado en efectivo las primas horas antes de salir a jugar técnicamente, un desastre de selección fue la que estuvo más cerca del milagro de superar a Estados Unidos. Portugal sólo soñó en los últimos minutos.

«Salimos con la cabeza erguida. Intentamos hacer lo mejor, pero el fútbol es así», declaró al acabar el partido. «Fue un partido en el que tuve muchas oportunidades, pero no las supimos aprovechar. Era una tarea complicada, pero lo que queda al final es que era posible». Fue elegido mejor jugador del partido y no le hizo ni caso.