Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El "superagente"

"Con Mendes todo es posible"

El agente realizó su primer traspaso con la venta al Deportivo de Nuno, nuevo técnico del Valencia, a quien conoció en los años 90 en la Alfandega, discoteca de su propiedad

"Con Mendes todo es posible"

Viana do Castelo es una apacible localidad del norte de Portugal, que no llega a los 100.000 habitantes, bañada por la desembocadura del río Lima. Un puente de doble altura, apto para el paso de vehículos y trenes, diseñado por Gustave Eiffel, es su principal reclamo, junto a varias iglesias románicas bien conservadas. En la tranquilidad de sus calles también comenzó a escribirse la leyenda de Jorge Paulo Agostinho Mendes (Lisboa, 1965), el agente de futbolistas más poderoso del planeta y hombre fuerte para entender el Valencia del futuro, si su socio Peter Lim acaba comprando el club.

La historia de Jorge Mendes comienza a mediados de los 80. Con 20 años, recién acabado el servicio militar y a un solo curso de entrar en la universidad, Mendes deja Lisboa para ir al norte, a Viana do Castelo, para trabajar en una empresa, propiedad de su hermano, que trataba la resina extraída de los árboles. El joven Jorge es un chico despierto, siempre relacionado con los deportes. Ha practicado atletismo, karate, le encanta el fútbol. Juega como delantero zurdo y se enrola en el modesto Vianense, equipo equivalente a la Segunda división B española. Muy pronto advierte que su nivel no iba a ser «top», y empieza a labrarse un futuro. Monta una hamburguesería y abre un videoclub, un negocio muy a la moda en la época. Prospera y ya gana dinero. Se marcha a un club vecino, el Caminha, casi fronterizo con Galicia, por una razón muy concreta: los entrenamientos son nocturnos y le permite atender unos establecimientos en los que confía tanto como para rechazar una prueba con el Varzim de primera división.

Su visión para emprender y negociar se distingue con claridad cuando recala en el Lanheses, un humilde club bajo el área de influencia del gran Oporto. No le pueden ofrecer un sueldo pero Mendes, en lo que será una constante en su posterior y fulgurante carrera, siempre encuentra una solución: cobrará gestionando la explotación de la publicidad estática del estadio. Así, Mendes juega a fútbol pero sobre todo visita empresas y negocios locales, a los que convence para que inviertan. Brocha en mano, es el propio Jorge quien emblanquece muros y dibuja los logos publicitarios de cada anunciante. La práctica del fútbol ya era un asunto secundario cuando, con 30 años, acaba su carrera en el Neves. Ya ganaba suficiente dinero como para ampliar horizontes.

Nuno, una amistad para siempre

En su etapa en el Caminha levantó una discoteca, de nombre Alfandega, que funciona realmente bien. A una hora de Oporto, se convierte en un lugar de reunión de futbolistas de primera división, ya conocidos, de clubes del norte del país, como el Oporto, Vitoria de Guimaraes o Sporting de Braga. Mendes, excelente relaciones públicas, traba amistad con los jugadores. Especialmente con Nuno Espirito Santo, guardameta que empieza a destacar en el Vitoria de Guimaraes. La frontera con España es un concepto relativo y la Alfandega también es frecuentada por otro de los amigos de Mendes, Ricardo Moar Ríos, «Richard», emisario del Deportivo de la Coruña. Le persuade para presenciar en directo uno de los partidos de Nuno con el Guimaraes. El nuevo entrenador valencianista ficha entonces por el Deportivo por 300 millones de pesetas. Era el año 1996 y Mendes había debutado como representante por la puerta grande. Augusto César Lendoiro le considerará desde ese momento su «filhinho», su ahijado. La relación con el club gallego fue muy fructífera, con años de rosas (la liga de 2000) y un final amargo, con descenso e impagos.

Mendes funda ese mismo año Gestifute, su agencia de futbolistas. Muestra una extraordinaria habilidad para colocar jugadores a un precio alto. A Costinha, otra de las amistades de la Alfandega, logra traspasarlo al Mónaco desde el modesto Nacional de Madeira. Mendes consigue un hecho insólito, con el pase de Capuço del Guimaraes al Oporto: aproximar a dos clubes enemigos, sin relaciones entre sí. El negocio llega donde no lo hace la rivalidad ancestral. «Sabe vender su idea, es encantador en el trato cercano, tiene muchas facultades para resolver problemas y abrir puertas. Con Mendes todo es posible», describe a Levante-EMV Nuno Vieira, periodista de la delegación de A Bola en Oporto, que conoce a Mendes desde más de veinte años. El ascenso es imparable y tiene en el traspaso de Hugo Viana al Newcastle en 2002 por 12 millones de euros su primer éxito internacional. Mendes se hace fuerte en el norte de Portugal y desplaza a agentes con solera como Paulo Barbosa y especialmente a José Veiga. Internacionales como Simao, Maniche y Andrade llaman a su puerta. El año 2003 el Oporto gana la UEFA representando a tres cuartas partes del equipo y también a su joven y ambicioso técnico, José Mourinho.

La temporada 2003/04 marca el impulso definitivo, con una doble carta ganadora. Primero se gana la confianza personal de Roman Abramovich, descontento con el mal resultado de su primer proyecto en el Chelsea con Claudio Ranieri, por lo que Mourinho aterriza en Stamford Bridge como flamante campeón de la Liga de Campeones con el Oporto, llevándose consigo a Carvalho y Paulo Ferreira. Por otro lado, Mendes coloca por 18 millones en el Manchester United a un habilidoso extremo, de 18 años, con acné y acento insular de Madeira, llamado Cristiano Ronaldo, al que había captado a finales de los 90. Lo ofrece como el sustituto de David Beckham y el éxito es rotundo. En menos de una década Mendes ya domina el sector.

Cristiano, de turismo en Turquía

Es el momento de extender su ascendencia sobre clubes poderosos. Con el Atlético de Madrid se inicia una fluida relación que lleva al Manzanares con más prisa que pausa, a Maniche, Seitaridis, Motta, Simao, Tiago o Diego Costa. Con el Real Madrid generará un movimiento de mercado de 205 millones con los traspasos de José Mourinho, Di María, Cristiano Ronaldo, Pepe, Coentrao y Carvalho. Las alianzas y contactos se amplían al Dinamo de Moscú, al Mónaco o el Besiktas, con el que contacta de una curiosa forma en 2011. Yildirim Demirören, por entonces propietario del club estambulita, iba a inaugurar un centro comercial en el distrito de Taksim y quería usar, como gran reclamo publicitario, la figura de Cristiano Ronaldo. Demirören telefonea a Mendes. Además de un acuerdo económico, la estrella madridista pasa unas vacaciones en una paradisíaca playa turca, con lujos de toda clase y hermética privacidad. El estreno del centro comercial paraliza la ciudad otomana y, al mismo tiempo, abre una línea de negocio con el Besiktas. En poco tiempo recalan en las «águilas negras» Simao, Julio Alves, Fernandes, Almeida, Sidnei, Bebé y Quaresma. Todos de Mendes.

El movimiento de mercado evidencia la gran cantidad de futbolistas que han fluctuado entre clubes amigos, satélites. La hoja de ruta suele partir del Oporto como equipo «nodriza», para continuar en el Chelsea, Madrid o Mónaco, entre otros, como queda demostrado con Ricardo Carvalho. Mendes también ha encontrado el modo de operar con clubes con estrecheces financieras, a los que presenta la colaboración de su fondo inversor Quality Sport Investment u otros grupos como Doyen, cuya intervención llevó a Radamel Falcao al Atlético. Los derechos económicos recaen en los fondos que ceden los privilegios deportivos a los clubes. Una práctica habitual en Sudamérica que empieza a exportarse a Europa y que no gusta a la FIFA. Con ese método Mendes estrechó relaciones con el Zaragoza. Una aventura que no ha acabado bien para el conjunto maño, en una situación desesperada en segunda, pero que no ha supuesto un quebranto para los intereses de Mendes, ya que siempre encuentra acomodo para sus futbolistas aunque su rendimiento deportivo no sea el óptimo.

Mendes no sólo representa a jugadores, también ofrece a los clubes su experiencia en casos puntuales. Al Braga llevó como jefe de prensa a Ricardo Lemos, periodista que conocía de Lisboa, y que en la actualidad es el director de comunicación del Benfica. La llegada de Luis Vicente Douwens como director de marketing al Valencia responde también a un «consejo» de Mendes, cuya influencia sobre Mestalla coincidió con el desembarco de Amadeo Salvo, un dirigente, como Agapito Iglesias en Zaragoza, novel en el fútbol al que prestó su asesoramiento personal.

Douwens fue quien sugeriría, más tarde, el nombre de Lim como inversor. La amistad entre el singapurés y Mendes nació en Londres, presentados por Peter Kenyon, exconsejero delegado del Chelsea y socio de Lim. Nada escapa a la atención del superagente luso, a quien Mourinho se refiere cariñosamente como «el Gran Hermano». «La influencia de Jorge Mendes es descomunal y sin precedentes», señaló en 2013 el «New York Times», para valorar la vigorosidad de un imperio representado en la última final de Liga de Campeones por ocho futbolistas y nacido en un videoclub. El futuro del Valencia pasa por él.

Compartir el artículo

stats