El fútbol está hecho de un material elástico y misterioso. Los actos de una estrella mundial en su vida privada pueden cabrear a un primer ministro y abochornar a un país que se toma las cosas con tanta gravedad como Francia. Ese mismo juego, sin embargo, tiene la capacidad de emocionar a todos los que aman este deporte con un simple gesto en sus categorías más humildes. La última noticia que ha reconciliado a los futboleros con la pelota tiene denominación de origen valenciana.

La historia es tan corriente como ver a un chaval de 21 años, un sábado cualquiera de noviembre, reuniendo a los nanos de nueve años a los que entrena en sus ratos libres y dándoles una charla antes del partido: «Els xiquets contra els que aneu a jugar son més xicotets. Anem a ser respectuosos».

El comentario no hubiera pasado de la ruidosa intimidad de un polideportivo de pueblo de no ser por que un padre del equipo rival lo escuchó y le tocó la fibra sensible. Como era previsible, los benjamines del Aielo de Malferit acribillaron 11-0 a sus rivales del CD Contestano, un añito más pequeños, últimos del grupo. Los ganadores, sin embargo, hicieron caso a su míster: «Están goleándolos cada semana. No quiero que celebréis ningún gol, dejadlos jugar un poco y que puedan disfrutar».

Ocurrió hace una semana. El club perdedor, curtido a palizas, dio las gracias a su rival por carta. «Estos gestos son los que hacen grande el fútbol. Esto no solo es competición, sino también educación y respeto al rival», proclamó solemne la directiva del CD Contestano.

Espíritu deportivo. Competitividad y respeto. Dignidad en la victoria. Dignidad en la derrota. Una historia evocadora. Las redes sociales han hecho el resto. «Estoy un poco agobiado con tanta entrevista. No estoy acostumbrado, pero si es por cosas como estas, que son un buen ejemplo, vale la pena». Aitor Cebrián, que lleva 48 horas hablando con periodistas de toda España, es un chico tan normal como la charla que dio a sus muchachos. Juega en el primer equipo del Aielo (segunda regional), entrena a los benjamines del club, va a hacer 22 años, estudia Historia en Valencia y quiere dedicarse a la docencia: «Cuando te dan la opción de ser entrenador de fútbol base piensas que, además de enseñar técnica, está bien educar en el respeto, en que les sirva para el día de mañana».

El caso de Aielo pone rostro al esfuerzo que cada sábado realizan cientos de entrenadores por transmitir valores a los más pequeños. Un ejercicio en un mundo, el fútbol base, que solo suele saltar a las portadas por historias de su cara b: violencia física y verbal contra árbitros, entrenadores o futbolistas. «La labor de los padres debería ser animar a los hijos, apoyarlos cuando pierden. He visto casos de pequeños a los que sus padres les decían: 'Hoy no has estado bien'».

Aitor, entre felicitaciones de amigos, conocidos y hasta del alcalde, apura sus 15 minutos de fama para dejar un mensaje de fair play: los padres deben saber que «son los ejemplos de vida de sus hijos». En casa y en el estadio. Y aprovecha el altavoz para dirigirse a la federación: los niños como los del benjamín del Contestano no deberían jugar con mayores que ellos.

Vuelve a ser sábado y los polideportivos de la Comunitat Valenciana acogen a miles de niños. Y en un campo de la Vall d'Albaida, los benjamines del CD Contestano, pequeños y colistas, marcaron sus dos eros goles.